DOMINGO
Género

Mujeres invisibilizadas

16-4-2023-Logo Perfil
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Rara vez se toma en cuenta el papel de las mujeres indígenas en la política mundial. Parecieran la encarnación de las y los subalternos que, según Gayatri Spivak, no pueden hablar: no tienen el poder de autodefinirse, autorrepresentarse o autodeterminarse. Sus voces pueden fácilmente ser pasadas por alto como residuos silenciosos del pasado, irrelevantes para la modernidad global. Cuando son visibilizadas en los medios de comunicación internacionales, se las representa a menudo como tejedoras de  coloridas vestimentas, cosechadoras de granos milenarios o defensoras de la naturaleza. Las fotografías en revistas como National Geographic destacan su autenticidad cultural y su capacidad de interactuar armoniosamente con su entorno natural, pero no prestan atención a su complejidad política. Si aparecen en la prensa internacional, es solo como accesorios en las cumbres sobre cambio climático, que sistemáticamente excluyen sus demandas. Por lo general, las mujeres indígenas son percibidas como artefactos culturales estáticos, más que como sujetos políticos dinámicos. Siguen siendo imaginadas como sujetos pasivos al margen de los procesos de toma de decisiones, aisladas en la periferia de las políticas nacionales y globales.

Por ello no es sorprendente que nadie prestara atención al papel de las mujeres kichwas que demandaron la paridad de género en el proceso constituyente del 2008 en el Ecuador. Esta pequeña red, conformada por cerca de un centenar de mujeres indígenas de las alturas del Chimborazo, conquistó derechos legales inéditos. Consiguieron que la Constitución garantice el poder de decisión de las mujeres en la administración de la Justicia indígena e influyeron en otros veinte artículos, en el tema de los derechos colectivos.

Fue la primera Constitución en América Latina que garantizó explícitamente los derechos de las mujeres indígenas, y fue la primera a nivel mundial que demandó la paridad de género en la administración de Justicia. Sin embargo, este hito legal no tuvo impacto: no se lo mencionó en la prensa y ningún movimiento social lo celebró. Es como si este impresionante logro no hubiese ocurrido nunca, como suele suceder con la política de la gente considerada marginal.

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Este libro se ha propuesto investigar la política de las mujeres indígenas, con el fin de mostrar cómo las acciones colectivas consideradas irrelevantes fueron, sin embargo, capaces de darle forma a la autoridad estatal.

Desde sus posiciones de marginalidad, las mujeres indígenas han desafiado activamente la soberanía estatal y están involucradas en relaciones internacionales que para muchos serían inimaginables.

Los logros de las mujeres del Chimborazo, si bien impresionantes, de ningún modo son únicos: hace mucho tiempo que las mujeres indígenas son actores políticos dinámicos; ellas han participado de la política internacional y han influido en la política estatal a través de diversas formas de resistencia.

En la Amazonía, las mujeres han resistido la conquista colonial desde sus inicios. Se enfrentaron a las huestes de Francisco de Orellana durante la primera expedición española al río Amazonas en 1534, y ello se nota incluso en el nombre de la región.

Durante el siglo XVI, las mujeres indígenas fueron litigantes activas en las Cortes españolas, siendo más de la mitad de los demandantes en los casos de pleitos sobre tierras en México.

Dirigieron poderosas sublevaciones contra las invasiones coloniales en los Andes a lo largo del siglo XVIII, levantándose en armas o en movimientos clandestinos como “brujas”. Muchas de ellas estuvieron al frente de ejércitos rebeldes junto a sus cónyuges. Micaela Bastidas coordinó las estrategias de guerra con Tupak Amaru II durante el asedio anticolonial del Cuzco. En el cerco de La Paz en 1781, Bartolina Sisa y Tupak Katari lideraron enormes ejércitos desde puntos opuestos de la ciudad y durante meses Sisa tomó el control total de la rebelión. Asimismo, las mujeres indígenas eran hábiles negociadoras. (…)

Hoy en día, las mujeres indígenas han asumido roles de liderazgo político a nivel mundial, ya sea como delegadas oficiales para Asuntos Indígenas en las Naciones Unidas (ONU), o como ministras de Justicia en Canadá. Los gobiernos ecuatorianos, sean de izquierda o de derecha, han designado a mujeres indígenas como ministras de Asuntos Exteriores o de Comunicaciones, otras han sido elegidas al Congreso. Con lo cual se hace evidente que la invisibilidad de las mujeres indígenas en la alta política, tanto en el pasado como en el presente, es, por cierto, consecuencia más de nuestra incapacidad de reconocer su liderazgo político que un resultado de su ausencia de facto. Su capacidad de iniciativa política se hace evidente si solo nos tomamos el tiempo para percibirla.

Las mujeres indígenas se mantienen en la invisibilidad por un proceso político selectivo que tiende a denegar su influencia política. No es que sus historias no sean enunciadas, es que no se las escucha. El desafío que nos plantean no es solamente el de reconocer sus conquistas, sino también comprender cómo es que son tan relevantes para las políticas mundiales.

*/**Directoras de Nueva Historia de las Mujeres en la Argentina, editorial Prometeo (fragmento).