Los actores de este conflicto, que involucra a las petroleras del sector, a gobernadores y sindicatos, creen que la pulseada no pasará por la discusión económica, sino por la política. Temen a la falta de reflejos, como la que padecieron con las tarifas de gas y eléctricas, pero confían en una evaluación que retrotraiga la posición más ortodoxa dentro del gabinete.
Gutiérrez se convirtió en portavoz de una propuesta de ajuste más gradual en un encuentro con Aranguren en Energía, encuentro en el que también participó Marcos Bulgheroni (PAE, la segunda petrolera del mercado).
El titular de YPF cuenta, a la vez, con otros aliados, como los gobernadores de Neuquén, Omar Gutiérrez, y de Chubut, Mario Das Neves, que vislumbran un conflicto social de magnitud si la baja del precio del petróleo se acelera. En ese caso, se reduciría de forma significativa la recaudación por regalías que financia a los tesoros provinciales petroleros.
De ese bloque, que está lejos de ser orgánico, participa también Guillermo Pereyra, líder del sindicato petrolero de Neuquén –el más poderoso del país– y senador nacional por el MPN, que está preocupado por la baja de la actividad. Sabe que si YPF no consigue morigerar la apertura del mercado petrolero, recortará todavía más sus inversiones en la provincia, que se acentuará en otros distritos como Santa Cruz y Mendoza. El propio gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, se sumó a este planteo, según trascendió. A la vez, el sindicalista Pereyra es el principal aliado de Macri para estructurar un modelo de reforma laboral atada a la productividad.
Así planteada, la puja entre el ala ortodoxa de Sturzenegger y Prat-Gay y la moderada de Gutiérrez-Pereyra se definirá en los próximos días. Será clave en ese sentido ver cómo juega Gustavo Lopetegui, el coordinador de la Jefatura de Gabinete que tiene a cargo el andamiaje de la cuestión energética.
No hay mucho margen: Macri quiere anunciar el miércoles o jueves la firma de un nuevo convenio para incentivar inversiones para Vaca Muerta.