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desafios futuros

La Argentina necesita una política exterior más productiva

Una propuesta a las tres administraciones que se sucederán entre 2015 y 2027, para que el país construya una relación más diversificada con el resto del mundo.

Grupos. Brasil y Chile, el “exterior próximo”; Estados Unidos, la potencia. China y Rusia; emergentes. Debe haber vínculos de alta densidad con los tres.
| Cedoc Perfil

En su ensayo El mito de Sísifo, Albert Camus rescata la historia del personaje de la mitología condenado, por desafiar a los dioses, a realizar una tarea recurrente: llevar una enorme piedra hasta la cima de una montaña. Al llegar, la piedra rodaba hacia la base, y debía acarrearse nuevamente hasta la cima. La política exterior argentina ha seguido un proceso similar. Pero en vez de ascender por la misma montaña, ha intentado escalar una montaña diferente en cada una de las tres últimas décadas. Sin éxito.
En este contexto, debemos encontrar consensos para definir la montaña que la política exterior debe escalar y cómo debe hacerlo con éxito. Se debe erguir sobre consensos ya existentes, que son pocos pero de vital importancia: la relación con Chile y Brasil, la política nuclear y la de derechos humanos.
Para ilustrar este enfoque, abordamos uno de los desafíos más importantes para nuestra política exterior en los próximos tres mandatos presidenciales: optimizar la emergente “relación cuadrangular”, que tiene cuatro vértices: la Argentina, las potencias establecidas (EE.UU., la UE, Japón), las potencias emergentes (China, Rusia, India, Asean) y el exterior próximo (Brasil, países vecinos). La clave es que las relaciones sean simultáneamente positivas. Una relación armónica con un país no puede implicar relaciones desarmónicos con otros países.
El enfoque de “relacionamientos diversos a niveles múltiples” propone que los vínculos que desarrollemos tengan una densidad de naturaleza variable, dependiendo del nivel en el que interactuamos. La Argentina puede tener vínculos de alta densidad con las potencias establecidas y no con los países vecinos, pero no con potencias emergentes como China y Rusia, con regímenes autoritarios. Al relacionamiento de alta densidad con dos grupos lo denominamos “balanceado” . A nivel económico-comercial, podemos ver a nuestro país teniendo vínculos de alta densidad con los tres grupos, o sea un relacionamiento “diversificado”.
A nivel económico-financiero se observan dos escenarios no ideales. Argentina quedó aislada del sistema financiero internacional en 2001 y el relacionamiento es con un solo país (“con dependencias”), que existe con China, y que se verificó con Venezuela.
La estrategia argentina debe evitar estos escenarios. Debe construir relacionamientos “balanceados” (con dos grupos) o “diversificados” (con los tres grupos). Esto se extiende a ciencia y tecnología, alianzas militares, asuntos ambientales y de drogas.
Nos enfocamos en el período 2015-2027 por cuatro razones: a) incluye tres mandatos presidenciales, lo que en los casos de Brasil y de Chile fue suficiente para construir y afianzar políticas exteriores de consenso en el tiempo democrático actual; b) trasciende los dos mandatos que como máximo puede ejercer un presidente en la Argentina; c) el presidente de los últimos cuatro años podría ser de otro partido, un elemento crítico para la ratificación de una política exterior que disfrute de consensos; y d) es un período inminente, por lo cual la política exterior “con consensos” deberá ser formulada e implementada por los actuales miembros de la “Cuadriga Exterior Argentina”, es decir los diplomáticos, políticos, académicos y periodistas especializados que conforman hoy la comunidad ligada a las relaciones exteriores en el país.
Estas relaciones serán de naturaleza variable según el nivel que consideremos. Es decir que los vínculos con los diferentes grupos de países –exterior próximo, potencias establecidas y potencias emergentes– tendrán una densidad de naturaleza variable, dependiendo del nivel que estemos analizando. Los niveles que hemos presentado son los siguientes: el económico-comercial, el económico-financiero, el cultural-institucional-político, el de ciencia y tecnología, el de alianzas de defensa y de aprovisionamiento de armas.
Si la opción del aislamiento no es recomendable pero defendible en ciertos casos, la alternativa de generar vínculos “con dependencias” es claramente un camino que se debe evitar. Como vimos en el ejemplo del nivel económico-financiero, la situación de aislamiento pudo ser sostenida mientras existieron los “superávits gemelos”. Pero una vez que éstos desaparecieron, se generaron dos casos de vínculos “con dependencias”.
El primero fue con Venezuela, en el que a cambio de fondos frescos se toleraron tasas elevadas de interés y expropiaciones de empresas argentinas. Además, se notó, entre otras cosas, una presencia exagerada del pensamiento chavista en el discurso oficial. El segundo fue con China. En este caso, proveer fondos frescos a la Argentina le daría la posibilidad a China de demandar condiciones inusuales en el ámbito de las inversiones extranjeras. Así lograría obtener la construcción de obras públicas mediante adjudicación directa.
En la emergente relación cuadrangular, la Argentina debe procurar tener, en cada nivel, relaciones balanceadas o relaciones diversificadas. Como mínimo debemos establecer relaciones balanceadas –un buen vínculo con dos de los grupos– como lo demuestra el nivel cultural-político-institucional analizado. En este nivel, tener relaciones políticas estrechas con China o Rusia no parece viable. Entonces se vuelve fundamental tener relaciones cercanas, tanto con las potencias establecidas como con el exterior próximo, a fin de balancear nuestras opciones y retener nuestros niveles de autonomía.
La opción más interesante para la Argentina, aunque no siempre factible, es generar relaciones diversificadas. Esto quiere decir mantener buenas relaciones con los tres grupos de países en forma simultánea. Como hemos visto, esto se materializa hoy en el área económico-comercial para nuestro país, independientemente de las oportunidades que existen para mejorar estas relaciones.
En el enfoque propuesto, las relaciones con los países del mundo se diversifican, y se pretende eliminar las relaciones “con dependencias”. Vale aclarar que en este contexto, una relación de interdependencia entre dos países, es decir, con “dependencias mutuas”, pero equilibradas, no es considerada como relaciones “con dependencias” en nuestra clasificación.
Estos vínculos, de naturaleza y densidad variable según el nivel en el que operemos, ponen de manifiesto lo improductivo que puede resultar hacer declaraciones desmesuradas con respecto a una potencia establecida o emergente por divergencias en un nivel de la relación. Al verificarse una discordancia en un nivel dado –por ejemplo, el económico-financiero–, las declaraciones altisonantes pueden, además de no generar beneficios aparentes o concretos, tener consecuencias negativas en los otros niveles de la relación.
Para concluir, adoptar el enfoque de “relaciones diversas en niveles múltiples” nos permitirá construir finalmente la metafórica montaña que debe procurar escalar una política exterior “con consensos”. En efecto, al seguir este camino podremos construir una red de relaciones más equilibrada, sofisticada y transparente. Nos facultará, también, a generar un mayor número de vínculos y opciones productivas en cada nivel, y a valorar su importancia en función del aumento del bienestar general de la población. Por otra parte, permitirá incorporar las diferentes visiones de las sucesivas administraciones, pero sin “tirar por la borda” todo lo construido.
Las “relaciones diversas en niveles múltiples”, en consecuencia, trazarán el camino de la metafórica montaña que nuestra política exterior debe escalar para, finalmente, llegar a la cima y allí permanecer.

*Autor de Buscando consensos al fin del mundo: hacia una política exterior argentina con consensos (2015-2027)”, publicado por el CARI, con el apoyo de la
fundación Konrad Adenauer.