ESPECTACULOS
Luciano y JUAN Leyrado

“Los actores somos desocupados, que a veces, trabajamos”

Padre e hijo unidos por la misma pasión artística, desde hace varios años, ahora estrenan la cinta Oliva en el cine, y donde participan los roles de actor y director.

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Tema. La realización se basa en una obra que Juan Leyrado protagonizó. El hijo afirma que Juan siempre hubiera sido su elección, a la hora del papel que lleva a cabo en el film. | JOSÉ TOLOMEI

Son padre e hijo en la vida y actor y director en el mundo profesional: Juan y Luciano Leyrado. Desde el jueves 7 se puede ver en los cines Oliva, el primer trabajo juntos, con guión original a cargo de Luciano Leyrado y Agustín Rolandelli. En el elenco, además de Juan Leyrado están los argentinos Andrea Frigerio, Romina Fernandes, Ignacio Toselli, Pablo Musetti y Ornella Cattáneo, más intérpretes uruguayos, que salieron de un casting. El año pasado se lo pudo ver a Luciano Leyrado junto a Gastón So-ffritti y Bárbara Lombardo en Ustedes deciden, pero ahora abandonó el estar frente a las cámaras y se puso detrás para dirigir a su padre, Juan, con una extensa trayectoria, tanto en el cine, en los escenarios como en los mayores éxitos televisivos, como fue Gasoleros, por nombrar tan sólo uno. “Empezamos en pandemia con la adaptación. –recuerda Luciano Leyrado–. Está filmada en el 2022 íntegramente en Uruguay y ésta fue una decisión de la producción. Los Leyrado tenemos una gran relación con los Zuccardi de Mendoza y nos habían ofrecido filmar allí. Tanto es así que a una de las pocas personas a las que le mostré la película fue a Miguel (Zuccardi), para que me diera su opinión sobre cómo mostramos los olivares”. 

—¿“Oliva” empezó como obra de teatro?

JUAN LEYRADO: Sí, fue una obra de teatro, que escribimos con Lisandro Fiks, con el título de Extra virgen. La estrenamos en el Provincial de Mar del Plata a fines del 2019, tuvimos mucho éxito y teníamos una gira armada que debimos suspender por la pandemia. Mi hijo Luciano que ya estaba trabajando y filmando me pidió el texto para crear sobre esa base un guión cinematográfico. Lo presentó a una productora en Uruguay con la que trabaja, que a su vez produce con Disney. Interesó y por eso la filmamos allí, con actores de esa nacionalidad. Fue una experiencia maravillosa. 

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—¿En qué género la ubicarías?

LUCIANO LEYRADO: Con Agustín Rolandelli, nos manejamos como dupla y somos apasionados y seguidores del cine de género. Desde la adaptación del guión, buscamos hacer una comedia que no fuese costumbrista, tan frecuente en la Argentina. Me puse como regla que ninguno de los actores del film tartamudee. Creo que eso lo logré. Es muy difícil hacer una película y con Agustín encaramos el guión, la dirección, el montaje y hasta el tráiler. Hace poco terminamos de filmar la segunda, Parking, que también la hicimos juntos, pero ahí es Agustín el director. En el elenco están: mi papá, que es nuestro actor fetiche, China Suárez y el español Marc Clotet.

—¿Con qué problemas te enfrentaste en tu primer largometraje?

L.L: Son los desafíos del día a día de una filmación. No tuve problemas, hicimos adaptaciones y mutaciones. No creo que las películas se hacen sólo en el rodaje, ese es un eslabón, para mí se terminan en el montaje, y estar al lado de Agustín, que es excelente, hicieron que se solucionara. Casi todo lo que probé en rodaje no funcionó. Estaba tan sólido el guión que no pudimos salirnos de él. Las películas van mutando y eso está buenísimo. Siento que si no fuera el hijo de Juan Leyrado, igualmente lo hubiera llamado para protagonizar Oliva. 

—Y cuando imitás la actuación de El padrino…

J.L: Me puse a jugar y a Luciano, como director le interesó. Es mi personaje Pascual Del Ve-cchio, quien imita a Marlon Brando, no es el actor Leyrado quien imita a El padrino. En parte, es un homenaje que hace mi hijo a determinadas películas. 

—Tus últimas actuaciones fueron para las plataformas, como “Iosi, el espía arrepentido” o “El jardín de bronce”. ¿No extrañás la televisión abierta?

J.L: Desde el punto de vista profesional me parece muy rico e interesante, porque es cine y tiene otro cuidado. No tiene el vértigo, ni los números tan presentes como pasa en la televisión. De todas maneras extraño lo grupal que se produce en las tiras. Gasoleros fueron dos años, por lo cual creás un vínculo con los compañeros. Como país no me gusta este descuido de la cultura. Tuvimos programas como los que hizo Alejandro Doria, en el canal público. A la gente le gusta ver actores argentinos y novelas o los unitarios. A nivel laboral somos muy pocos los que trabajamos, ahora debemos tener un 95% de desocupación. Los actores somos desocupados, que a veces, trabajamos. Sería muy bueno producir aquí, pero es muy complicado. No olvidemos que las plataformas tienen mucho material que no interesa. 

—¿Cómo viviste la gran popularidad de tu padre con “Gasoleros”?

L.L: La popularidad de mi padre la viví desde los ochenta hasta finales de los noventa, fueron esos diez años. Tuvo una transición de popularidad muy clara, desde el ciclo de Atreverse de Alejandro Doria, luego en teatro, Rumores con Ricardo Darín y también Los Mosqueteros del Rey. Cada día crecía más, hasta que llegó Gasoleros y explotó, fue una locura. Todo muy extraño, hoy en día me pregunto cómo sería ahora. Yo tenía veinte años y estaba en ese elenco, aunque no lo viví en esa misma escala. Tocaba en una banda y filmaba videos. No estaba muy pendiente de esa realidad. Creo que mis hermanos te podrían dar una mejor respuesta. 

—¿Desde “Ella en mi cabeza”, el año pasado, estás ausente del teatro?

J.L: La había hecho varias veces, con distintos intérpretes y fue Joaquin Furriel quien me convenció de volver a interpretarla. Quisiera hacer teatro, pero no hay propuestas interesantes. Esto también pasa en el mundo, por eso hay que ir a los clásicos, adaptándolos. Ahora estoy tratando de armar un unipersonal, para poder recorrer el país. Me gustaría encontrar un texto como Un enemigo del pueblo, con una adaptación y dirección de Lisandro Fiks. A mí me hace muy bien subirme a un escenario, es altamente curativo. Siempre traté de elegir y quiero hacer algo que tenga que ver conmigo, que me mueva interiormente, ahora más que nunca. 

—¿Cómo fue ponerse bajo la dirección de un hijo?

J.L: En cine siempre me entregué a los directores, por más que tengo experiencia. Luciano es muy buen director de actores, tiene buena personalidad para dirigir y es trabajador. Confieso que dudé porque no quiero sacarle protagonismo a mi hijo, pero él me dijo que aunque no fuese su padre me hubiese llamado como actor. Eso se notó en la filmación. 

—¿Cuáles son los miedos hoy?

J.L: Más que miedos creo que son realidades que me preocupan. Tengo una familia con María desde hace cuarenta y cinco años que estamos juntos, con tres hijos maravillosos. Luciano es el mayor, le sigue Manuel que también es artista, curador y está en la Universidad de Arte en Berlín, hace siete años. Mientras que Victoria eligió vivir cerca de Tucumán. 

Tenemos cuatro nietos. No le tengo miedo a la finitud. Me preocupa el país y por lo que está pasando. Sé que es un proceso que se vive en el mundo. Como generación me tocó de lleno todo, desde la juventud con la dictadura, luego nos tuvimos que adaptar a la tecnología. Políticamente en el mundo pasamos desde el socialismo, el comunismo, hasta ahora la extrema derecha. Hoy caminás por la avenida Corrientes y no quedan los bares para sentarse, tampoco aquellos restaurantes. No los extraño, pero veo esos cambios, ya que no hay más librerías abiertas toda la noche. Hubiera querido que todo esté un poco más ordenado.