Entre mayo y junio, viene desarrollándose el Festival de Otoño, una producción de Daniel Randazzo y Bahia Open Music, que trae, al Teatro Ópera Orbis Seguros, grandes músicos de Argentina y de América Latina. La programación incluye, entre otros, a Jorge Fandermole, la Orquesta Típica Fernández Fierro, y algunos encuentros cumbres, únicos y curiosos. Es el caso, por ejemplo, de la reunión de Esteban Morgado, María Graña y Ariel Ardit; de Teresa Parodi, Ana Prada y Nano Stern. Y todavía más, el de Nacha Guevara, Elena Roger y Lito Vitale. Este trío de instrumentista y dos voces femeninas se presentará el viernes 28 a las 20.30, y será ocasión de revisitar parte del repertorio y la historia personal y profesional de Nacha, esta vez bajo la mirada y con la compañía de la voz que se proyectó al mundo como Piaf, y del prolífico pianista y compositor. La velada lleva por título Tres patitos feos. Vitale ofrece una justificación del nombre –“Nacha tiene un disco de hace muchos años así llamado y, basándonos un poco en el cuento, se trata de seres que se sienten de alguna manera excluidos y después se descubren”–. Así se abre esta entrevista con Perfil.
—¿Ustedes se sintieron excluidos y se descubrieron?
Vitale: Por momentos, sí.
Roger: Yo tenía tres defectos grandes: la nariz, la altura y mis pantorrillas. Si mis padres no hubiesen resaltado esos defectos, que la sociedad marca, como atributos míos; si mi papá no me hubiera dicho “no te vayas a tocar esa nariz nunca jamás, porque es preciosa”; mi abuela, “esencia fina en frasco chico” [aunque] tuve un director que me ha dicho “con tu altura, no vas a llegar a ningún lado”; si no me hubiera reído de mis pantorrillas… tendría la nariz operada, usaría tacos todo el tiempo y no mostraría nunca mis piernas.
Guevara: Sí. Pero no todos se convierten en cisnes: hay que tener mucha fuerza y determinación para poder romper esos muros que a veces creamos nosotros mismos y, a veces, nos crea el entorno. Hay que tener mucha decisión, y no escuchar las voces ajenas, sino la propia. Y eso, en este mundo, no es tan sencillo. Todos tienen la posibilidad de ser cisnes; llegamos a este mundo para ser felices, hermosos, creativos. La educación, la televisión, la cultura, los padres, la religión, nos meten en un molde. Y para ser un cisne hay que romper el molde.
—¿Qué cantarán estos tres patitos?
V: Soy muy fan de la historia de Nacha. Había un disco emblemático en mi casa en Villa Adelina: Nacha Guevara Mezzosoprano [de 1969] con una foto espléndida de ella sentada en un inodoro; además siempre fui muy admirador del trabajo de Favero. Cuando me propusieron a mí hacer un concierto, se me ocurrió juntarlas a ellas como primer punto de partida, las dos Evas, y Elena planteó hacer un historial de Nacha Guevara.
R: Pensé esto egoístamente. Es tan inteligente la selección de su repertorio; las canciones dicen tanto. Tengo acá a la maestra, o sea, me pagué unas clases. Fui piola. Yo me siento privilegiada.
G: En mi recorrido, hay una parte asociada a la canción francesa, que se ocupaba no solo del amor, sino de otros temas, de contar historias, de reflejar la realidad: Jacques Brel, Boris Vian, Georges Brassens…
—¿Qué temas pueden adelantar que estarán?
V: Todos esperamos Te quiero. Estará, sí, pero no en la voz de Nacha, sino que vuela en la interpretación diferente de Elena. Estará también No llores por mí Argentina.
R: Va a haber cosas obvias, pero el público se va a sorprender por cómo abordamos ese repertorio.
—El repertorio de Nacha tiene temática amorosa. ¿Cómo viven el amor ustedes hoy?
R: Yo estoy con los tres amores de mi vida: mi novio, mi amor, mi compañero [Mariano Torre]; y mis dos chicos, que son Bahía y Risco.
V: Yo soy un eterno enamorado. Yo siempre estoy de novio. Y tengo mi novia [Hilda Lizarazu] ahora de gira por Europa. Por eso me puedo dar el lujo de hacer un concierto con dos damas, ja ja.
G: Y yo, retirada y feliz.
—¿Y si se te acerca alguien?
G: ¡No se me acerca nadie! Ja, ja. Los bichitos de luz tienen la luz en la cola, y la encienden cuando están buscando pareja. ¿No sabían eso? Son las ventajas de estar retirada y ver Animal Planet. Yo tengo la luz apagada. Entonces, ¿quién puede acercarse? Y si en algún momento me siento sola, que me ocurre, me imagino a la persona ideal, y, en una visualización la pongo sentada al lado mío. Y al ratito digo: “No… La verdad es que estoy bien sola, me encanta”. A mí me gustan los amores imposibles: José Martí, Nikola Tesla, Richard Branson.
—En una época en la que muchos artistas se expresan y se colocan a un lado o a otro de la grieta, ¿cómo actúan ustedes al respecto?
V: No todos tenemos esa necesidad.
R: Puede ser que no estés ni de un lado ni del otro. Yo, por ejemplo, de política prefiero no hablar, porque no me gusta ni el sistema ni nada. Preferiría que se abriera un espacio donde se viviera de otra manera.
G: Ese momento llegará, porque la humanidad va hacia un cambio, o desaparece de la faz de la Tierra. [Por otra parte], la belleza es revolucionaria, porque es un momento de armonía, que logran hacer los grandes artistas. Artaud decía que el artista es un atleta del corazón. Es alguien que se ejercita constantemente para llegar al corazón del otro. Para que no parezca que he enloquecido, después de haber caminado mucho, después de haber sido candidata a diputada, de haber sido todo lo que fui, yo sigo creyendo en la revolución interior: consiste en irme de este planeta mejor de lo que entré, siendo mejor persona.
V: Yo también necesito de esa cuestión interior y tratar de hacer de mi pequeño mundo lo mejor que se puede. De todos modos, creo que sí es necesario no tomar partido, pero sí votar, participar de este mundo, aunque está armado lamentablemente. No creo estar apoyando una línea partidaria específica, pero creo que hay que participar. Tenemos la democracia, con todas las comillas que le queramos poner; ya vivimos otro tipo de Estado que era realmente muchísimo peor que este. No me parece que una opción sea en blanco o impugnar.
Consumos vegetarianos y poca television
—¿Consumen televisión?
Guevara: No tengo Netflix, No me gusta que me hagan adicta a nada. Veo National Geographic y muchas noticias. Cuando fui jurado [con Tinelli], acordé con un amigo que, en televisión, si llaman a gente que es de otro palo para hacer ciertas tareas y estas personas dicen que no, su lugar lo ocupa otra gente peor. No creo haber aportado nada porque es un manicomio, pero estuve en ese manicomio sin perder la cordura y dije lo que pensaba. Terminada la experiencia, ya está. Yo no soy de eternizarme en las experiencias. No comprendo a la gente que hace diez años que hace una temporada, o 20 o 35 años con el mismo programa. Yo me pegaría un tiro.
Roger: Yo no tengo aparato, porque nos parece una cosa espantosa. Los chicos tienen YouTube, Netflix y tienen el proyector. Vemos Soy Luna, Coraline; leemos mucho y llevo mucho al teatro a mi hija. Con respecto a las noticias, me siento muy en falta, porque no sé nada del mundo y está mal, pero a mí me hace muy bien. Cada vez que llama mi mamá, que sí sabe del mundo, es una desgracia. Entonces, yo sigo creando mi universo. No estoy fuera, porque salgo, viajo en colectivo, viajo en subte; vivo en Barracas, sé de la situación y colaboro para comedores; no es que estoy en una burbuja.
Vitale: Yo tengo muchos televisores, de distintos tamaños; regalo televisores a mis hijos y sobrinos, pero casi no veo tele porque no tengo tiempo. Me engancho con alguna película, y me enganché con The Sopranos.
—¿Y qué consumen como alimentos?
G: Yo soy vegetariana hace mil años.
R: Yo también, y a veces como algo de carne: si estoy de gira y mi hijo me chupa el espíritu cuando le doy la teta, como algo de pescado.
V: Yo era muy gordo y ahora soy gordito, porque necesité cuidado personal. Como casi nada de carne.
G: La humanidad va a ser vegetariana. Será en veinte, cincuenta o cien años, pero va a ser vegetariana.
R: O por lo menos va a empezar a respetar a los animales. Cuando se necesite matar a un animal, va a ser pidiéndole perdón y agradeciéndole, no como ahora, que es una matanza terrible.