Desde Madrid
China pone un pie en Latinoamérica, y uno muy importante: a finales de este año, se comenzará a construir, con fondos chinos, el ambicioso Canal de Nicaragua, más ancho y profundo que el de Panamá, y que aspira a ser la vía navegable de los superpetroleros de gran calado.
El gobierno de Daniel Ortega y el magnate chino Wang Jing, de la empresa HKND Group, firmaron el 14 de junio de 2013 un acuerdo marco para la construcción del proyecto Gran Canal Interoceánico, que contempla la concesión y explotación por cien años, sin que mediara licitación alguna, para desarrollar y administrar el Canal de Nicaragua, que deberá estar parcialmente construido para 2019.
El canal tendría capacidad para captar 416 millones de toneladas métricas, un volumen que supone el 3,9% de la carga marítima mundial y que demandará del HKND Group el desembolso de unos 40 mil millones de dólares.
Del billonario Wang apenas se conoce que tiene 40 años y preside Xinwei Telecom Enterprise Group, una compañía de Beijing vinculada al negocio de la red móvil en China, pero con nula cualificación en el sector de construcción e infraestructura. Dadas las circunstancias, muchos insinúan que detrás de la construcción del Canal de Nicaragua está el mismísimo gobierno chino, controlador de una economía con reservas de poco más de 3,2 billones de dólares. El canal representaría ingresos de entre 3 mil y 4 mil millones de dólares anuales a la economía nicaragüense y generaría un millón de puestos laborales.
Muchos se preguntan qué busca China en Latinoamérica. “No nos equivoquemos –advierte Massimo Cermelli, doctor en Economía de la Universidad de Deusto, en Madrid–. China no busca nuevos mercados donde colocar sus productos porque ya les vende a los Estados Unidos y a Europa, que son los mercados de mayor volumen mundial. Lo que intenta es aprovisionarse de materias primas y petróleo, necesarias para seguir desarrollando su alto nivel de producción industrial”.
Para Víctor Bronstein, director del Instituto del Petróleo y Gas de la Universidad de Buenos Aires, “el interés de China en esta zona es lógico, debido a que necesita autoabastecerse de petróleo y gas”. Además, “hasta el ’95, China era exportador de petróleo, pero hoy es el segundo importador detrás de los Estados Unidos. Hasta 2006, era exportador de gas, y hoy ya importa. Y hasta 2012 se autoabastecía en carbón, pero hoy necesita comprarlo”. Bronstein explicó que esa dificultad para el autoabastecimiento se debe al enorme crecimiento de la economía china en los últimos años.
Los expertos leen la jugada de China en el marco de un cambio geopolítico: “Estamos ante un proceso de importante de cambio estratégico, en el que se observa el paso de un modelo de globalización donde el peso residía en unas naciones, hacia una globalización multipolar, donde Brasil, China y los Brics, con fuerte e inminente presencia de Argentina en el grupo, marcarán otro rumbo en la economía, la política y el comercio mundial”, indican Bronstein y Cermelli. En Nicaragua ya hay un indicio.