El éxito consiste en superar las expectativas. Lamentablemente para todos los televidentes todos estuvieron por debajo de ellas, especialmente el moderador Lester Holt.
En la previa del debate advertimos que el formato, con una hora y media ininterrumpida y larguísimos rounds de cruce, iban a ser peligrosos para ambos; para Donald Trump, por su desconocimiento en profundidad de los temas y para Hillary Clinton, por su estado de salud y su falta de carisma; los dos sucumbieron.
La primera media hora, la más importante, fue claramente superior Trump. Ameno y dinámico subido a sus años de televisión. Esos treinta minutos fueron muy difíciles para Clinton, que no logra traspasar la pantalla. Pasado ese período inicial, y contrariamente a lo esperado, fue Hillary quien estuvo mejor y se quedó con los dos tercios siguientes en parte por mérito propio, otro tanto por la desidia y la falta de preparación de Trump y, en gran medida por el apoyo de Holt, que en cada intervención buscaba inclinar la balanza contra el republicano.
Aciertos y errores. Entre los puntos más salientes hay que destacar errores conceptuales de ambos. Por ejemplo; Hillary buscó demostrar que Trump no es un buen hombre de negocios contra la imagen establecida por décadas del gigante rubio como sinónimo de poder y riqueza para todos los medios. Trump, por su parte, entró en la maraña que le tejieron los asesores de Clinton y quedó a la defensiva durante largos y, de a ratos, interminables segmentos. Hillary Clinton se pasó de la raya: envalentonada por ver a Trump defendiéndose, olvidó hablar de su propuesta.
En otro momento picante del debate, Hillary buscó acusar a su rival de racista y misógino y Trump le recordó lo mal que hablaba ella de Obama hace años; sin embargo, le faltó una respuesta contundente sobre el tema de esas que se traen desde casa. Más allá de las chicanas, Trump supo elegir mejor su público y le habló al electorado americano medio ("no podemos gastar nuestros impuestos en ser el policía del mundo") y Hillary Clinton a los lectores de The Newyorker, la clase más “culta” de Estados Unidos ("tenemos que respetar los tratados internacionales").
El tercer hombre. Párrafo aparte merece Lester Holt, quien perdió el control desde el principio del debate, en el que ninguno de los dos candidatos le hizo caso y permitió que el primer tema se extendiera por 45 minutos cuando estaba pautado para 15. Más tarde, se inclinó tanto contra Trump, que hizo que Brent Bozell (presidente del organismo conservador Media Research Center) twitteara: “Está claro que Lester Holt oyó altos y claros los clamores de sus colegas de los medios progresistas de que fuera duro con Trump y suave con Hillary”. Fue llamativo cómo le hacía dos y hasta tres repreguntas al republicano mientras que daba por buenas casi todas las afirmaciones de la ex primera dama.
Con todo, algunos podrán decir que ganó Hillary y otros que lo hizo Trump. De hecho, al momento de escribir esta nota, hay encuestas en Estados Unidos que dan ganadores a ambos incluso por porcentajes épicos. Todavía falta mucho, este es el primero de tres debates, hace cuatro años Romney destrozó a Obama en esta instancia y ya sabemos cómo terminó la película.