INTERNACIONAL
tres días por una infección pulmonar

Francisco dejó el hospital con un mensaje para la interna del Vaticano: “Estoy vivo”

El Papa abandonó ayer el Policlínico Gemelli de Roma, donde fue internado el miércoles por la noche por un problema respiratorio. La mala información de la Santa Sede, que primero habló de “exámenes programados”, alimentó especulaciones sobre su estado de salud y la posibilidad de que decida renunciar, como ha aludido en el pasado, tras la estela de Benedicto XVI, que se bajó del trono de Pedro en 2013 por sus achaques. Hoy presidirá la Misa de Ramos, en la Plaza San Pedro, aunque la ceremonia será oficiada por el cardenal argentino Leonardo Sandri.

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Papa Francisco. | AFP

El papa Francisco, de 86 años, fue dado de alta ayer del hospital romano en el que estuvo internado tres días por una bronquitis, y regresó al Vaticano para preparar las celebraciones de Semana Santa. 

“Aún estoy vivo”, dijo bromeando el pontífice argentino a los fieles y periodistas congregados frente al hospital Gemelli de Roma. 

El Papa, que estaba sonriente y de buen humor, se bajó de su automóvil para saludarlos, antes de dirigirse al Vaticano.

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Antes de partir en un automóvil blanco Fiat 500, Francisco abrazó a una pareja cuya hija falleció el viernes por la noche en el hospital, informó el Vaticano. También agradeció al personal médico y a los periodistas que lo esperaban a la salida del centro médico.

“Me viene a la mente una cosa que una vez me dijo un viejo, un hombre más anciano que yo, ante una situación como esta: ‘Yo, padre, no conozco la muerte pero la he visto venir... ¡Es fea, eh!’”, contó entre risas a los reporteros. Francisco fue despedido luego con aplausos por la gente que se había congregado allí con la esperanza de verlo.

El Vaticano confirmó que podrá presidir mañana domingo la misa de Ramos en la Plaza San Pedro, que marca el inicio de los ritos de la Semana Santa.

Como en otras ocasiones y debido a que se desplaza en silla de ruedas por sus dolores en la rodilla, solo presidirá la ceremonia, que será celebrada por el cardenal argentino Leonardo Sandri.

Antes de ingresar a su residencia en el Vaticano, el Papa se detuvo unos minutos a rezar en la iglesia de Santa María Mayor, en el centro de Roma, una tradición personal que cumple antes de cada viaje al exterior.

“Feliz Pascua y oren por mí”, dijo a la periodista de la televisión italiana que lo esperaba a la entrada del Vaticano.

Poco después la oficina de prensa de la Santa Sede divulgó su agenda de trabajo para ayer, en la que figuraba una reunión con el cardenal canadiense Marc Ouellet, responsable por diez años de los obispos de todo el mundo, quien renunció en enero tras haber sido acusado de tocamientos indebidos a una becaria. 

La víspera llevó huevos de chocolate, rosarios y libros a los niños enfermos de cáncer que se encuentran internados en el hospital Gemelli y bautizó a un recién nacido. En una foto difundida por el Vaticano se lo veía recuperado, sonriente.

Una bronquitis infecciosa. Francisco recibió tratamiento antibiótico por una bronquitis infecciosa, que produjo “los efectos esperados con una notable mejoría”, explicó el vocero del Papa.

El jefe de la Iglesia católica sufre problemas crónicos de salud y se sometió a una cirugía de colon en julio de 2021. 

El miércoles, el Vaticano dijo que se encontraba en el hospital romano para someterse a un chequeo programado, pero tuvo que admitir horas más tarde que padecía una “infección respiratoria” que requería tratamiento con antibióticos. 

Su hospitalización sorprendió a la opinión pública y avivó los rumores sobre su posible renuncia por motivos de salud.

Francisco siempre ha dejado abierta la posibilidad de emular a su predecesor, Benedicto XVI, fallecido a finales de 2022. Pero sus mensajes sobre esta opción son ambivalentes. En julio de 2022 dijo que podría “hacerse a un lado”, pero en febrero afirmó que la renuncia de un papa “no debería convertirse en una moda” y que esa idea “no estaba en su agenda por el momento”.

El Pontífice es atendido constantemente por un equipo de médicos y enfermeros, ya sea en el Vaticano o durante sus viajes.

 


 

Las fake news que impulsan sectores conservadores por su salud

Agencias

La hospitalización del papa Francisco esta semana desató interrogantes sobre el futuro de su papado, y alimentó los rumores y críticas de sus enemigos que ansían un nuevo líder para la Iglesia católica.

Los sectores más conservadores han desafiado abiertamente al pontífice argentino, a quien acusan de minar las enseñanzas doctrinales con sus aperturas, al instar por una Iglesia más tolerante.

Su frágil salud ha “dado oxígeno” a quienes buscan presentarlo como una persona débil y esperan que siga el ejemplo de su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció en 2013, cuando percibió que sus fuerzas físicas y mentales no bastaban, comentó Robert Mickens, director del diario religioso La Croix International.

Francisco, de 86 años, quien tiene una serie de problemas físicos y se desplaza en silla de ruedas, ha sido muy ambivalente sobre el tema de su renuncia. En varias ocasiones ha dicho que renunciaría al cargo si no se siente capaz de cumplir con su trabajo, aunque insistió en febrero en que ese tema no estaba en su agenda. 

Las tres noches que pasó esta semana en el hospital Gemelli de Roma por una bronquitis provocaron una “agitación febril” tanto entre sus aliados como entre sus críticos, sostiene Massimo Franco, experto en asuntos del Vaticano del diario italiano Corriere della Sera. “Las especulaciones sobre el futuro del pontificado son ahora menos teóricas”, escribió Franco. 

La batalla contra Francisco. Después de la muerte el pasado 31 de diciembre de Benedicto XVI, referente intelectual para los ultraconservadores, estos últimos intensificaron las críticas contra Francisco.

Al ser preguntado al respecto, el pontífice argentino dijo que no quiere que las renuncias de un jefe de la Iglesia católica se conviertan en la norma.

Sin embargo, ha dejado abierta la posibilidad de seguir los pasos de Benedicto XVI e incluso describió cómo sería en su caso la jubilación, diciendo que viviría en Roma, posiblemente como un simple sacerdote y que no usaría la sotana blanca papal. 

El vaticanista Iacopo Scaramuzzi considera que algunos enemigos de Francisco alimentan los rumores a través de una vieja táctica: usar la salud como una herramienta de batalla e “inflar las noticias parcialmente verdaderas o inventarlas por completo”. 

En octubre de 2015, cuando el papa latinoamericano pedía a la Iglesia que fuera más indulgente con las personas divorciadas que se habían vuelto a casar, el Vaticano tuvo que negar los rumores lanzados por los ultraconservadores de que Francisco tenía un tumor cerebral.

“Vuelve de nuevo ese juego”, escribió Scaramuzzi, al referirse a los rumores que circulaban sobre el supuesto cáncer generalizado que decían padecía desde que fue operado de colon en 2021.

“Estoy aún vivo”. El Papa negó personalmente esas noticias en una entrevista el año pasado, aunque es consciente de que el debate interno sobre su sucesor se intensifica cuando está enfermo.

Después de haber permanecido diez días en el hospital en julio de 2021, bromeó diciendo que “algunas personas me querían muerto” y que varios cardenales ya estaban listos para reemplazarlo. 

Al salir ayer del hospital aseguró con tono divertido: “Estoy aún vivo”. 

El Vaticano proporciona información poco precisa sobre el tema, lo que alimenta el clima de conspiración. Esta semana anunció que el Papa se encontraba en el hospital para someterse a exámenes programados, pero al cabo de varias horas tuvo que admitir que había sido internado por dificultades respiratorias y sucesivamente que le habían diagnosticado una bronquitis. 

“Si está enfermo de algo más, si tiene un tumor como algunos han sugerido, no lo vamos a saber, simplemente no lo vamos a saber”, lamentó Mickens. 

La falta de transparencia fomenta las conjeturas sobre cuánto tiempo le queda de vida a Francisco. “Se vuelve un juego: el reloj de la muerte”, comentó irónico el experto.