Brasil y Chile se han transformado en los últimos años en los países sudamericanos que más elogios despiertan en el mundo. Sus economías fueron las que mejores respuestas ofrecieron desde la región a la crisis financiera internacional, y sus presidentes rompen récords de popularidad con techos que superan el 80% de imagen positiva. Esta semana, Brasilia y Santiago volvieron a coincidir en los aciertos luego de que su dirigencia política y empresaria tejiera acuerdos que triunfan sobre diferencias partidarias.
El primer caso se conoció el martes en Brasil. Los principales empresarios locales y de multinacionales presentaron un “pacto de confianza” a los principales políticos para que el próximo presidente tenga a mano una batería de medidas que le permita profundizar la senda que está llevando al país a convertirse en una potencia mundial. La “agenda positiva” fue bien recibida por la oficialista Dilma Rosseff y el opositor José Serra. Las políticas de Estado están instaladas en el Planalto, no importa quién triunfe en las urnas a fin de año.
El segundo ejemplo llegó desde Santiago de Chile con la plataforma titulada “Democracia de los Acuerdos” que acaba de presentar el presidente electo Sebastián Piñera. El empresario y líder de la derecha que asumirá el poder luego de dos décadas de hegemonía de la Concertación, le propuso a la oposición profundizar el diálogo y avanzar en la búsqueda de consensos. Un día después del triunfo de Piñera, Michelle Bachelet lo recibió en el Palacio de la Moneda para confirmar que pueden existir diferencias, pero que no habrá antagonismos en Chile.
Por esos mismos días una Caracas radicalizada y virulenta dividía a chavistas y antichavistas con enfrentamientos que –literalmente– terminan con muertes, y una Buenos Aires iracunda y polarizada negaba la posibilidad de cualquier tipo de acercamiento entre kirchneristas y antikirchneristas.
En “En torno a lo político”, la belga Chantal Mouffe critica la tesis liberal de las democracias pluralistas sosteniendo que sin el antagonismo desaparece la discusión política y se borran los “enemigos” para ocultar un debate “necesario” en las sociedades. “Las cuestiones políticas no son cuestiones puramente técnicas que pueden ser resueltas por expertos. Las cuestiones políticas implican necesariamente tomar decisiones que exigen optar entre alternativas en conflicto”, advirtió la politóloga en su trabajo publicado en 2007.
Cristina Kirchner y Hugo Chávez han declarado abiertamente su admiración a Mouffe.
(*) Editor de Internacionales del diario PERFIL.
Especial para Perfil.com
