Emmanuel Macron, de 39 años, consumó una extraña alquimia al lanzar su candidatura a la presidencia. Se postuló como independiente, tras crear en abril el movimiento En Marche! (EM), criticando a los partidos políticos tradicionales –pese a haber sido ministro de Economía de François Hollande–, al tiempo que propuso soluciones liberales para la economía y defendió fervorosamente la permanencia de Francia en la Unión Europea (UE). Es decir, se postuló como un outsider del establishment galo, pero consagró en su programa las políticas que esa élite aplicó durante la Quinta República, en momentos en que la fragmentación política, la eurofobia y el populismo amenazan con desintegrarla.
A su candidatura le agregó la habilidad de no definirse ideológicamente en términos tajantes. Macron no dice ser de derecha, pero tampoco de izquierda. Ese combo, que en otro tiempo sería tibio e intrascendente, lo catapultó en las encuestas, al punto de disputar el primer lugar con Marine Le Pen, la postulante de extrema derecha que propone un “Frexit” para romper con Bruselas. Según el último sondeo, ambos cosecharían un 22% de los votos en la primera vuelta del 23 de abril, seguidos de cerca por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon y el conservador François Fillon.
Aunque en los últimos días Mélenchon protagonizó un abrupto ascenso, Macro fue quien disputó durante toda la campaña el primer lugar a Le Pen, y fue rescatado por la prensa francesa –con más de veinte portadas en los semanarios– como la apuesta más segura para evitar su llegada al Palacio del Eliseo, ya que la derrotaría por 64 a 36% en un eventual ballottage. “Desde Nicolas Sarkozy, no hay un fenómeno político igual”, considera Nicolas Prissette, redactor en jefe de Journal du Dimanche y autor de la biografía titulada En marcha hacia el Elíseo.
Esos guarismos no dejan de sorprender, teniendo en cuenta que el ex banquero de Rotschild nunca se había postulado a un cargo electivo y los franceses apenas lo conocían antes de ser designado ministro en septiembre de 2014. Su discurso pro mercado y a favor de la integración europea, pero crítico con los dirigentes que la lideraron, sedujo a votantes de casi todo el espectro político, alarmados ante el ascenso del Frente Nacional.
Personaje. La vida de Macron también llegó a las revistas del corazón. A los 17 años, se enamoró de su profesora de francés del secundario, Brigitte Trogneux, quien estaba casada y tenía tres hijos, pero se divorció y en 2007 contrajo matrimonio con él, pese a ser veinticuatro años mayor. Ella lo acompaña en actos por el interior del país, agarrada a su brazo, como si fuese su primera groupie.
Estudió Filosofía en la Universidad de Nanterre, donde fue asistente de Paul Ricoeur, etapa que marcó a fuego su ideario político. “Entiende el liberalismo desde un punto de vista filosófico que hace de la libertad el eje central del comportamiento de las personas”, escribió Prissette.
La primera vez que pisó el Elíseo fue para sumarse al gabinete de Hollande. Ahora, Macron es la máxima esperanza del establishment –pese a vestirse de outsider– para evitar que Le Pen llegue a ese lugar.