Otra vez el horror. Cuatro atentados, perpetrados en cuatro países y tres continentes, conmovió ayer al mundo entero y reavivó el fantasma del terrorismo internacional. Francia, Túnez, Kuwait y Somalia vivieron un viernes negro, con más de un centenar de víctimas fatales y decenas de heridos. Trabajadores, turistas, fieles y militares fueron acribillados por las balas y por las bombas de los fundamentalistas. Estado Islámico reivindicó el ataque en Kuwait y Al Shabab golpeó en Somalia. Aún no se sabe qué grupos estarían detrás de los crímenes cometidos en Lyon y en Susa.
Túnez. La imagen que transmitía la cadena de televisión local TNN era dantesca. Las increíbles playas de Susa, un balneario turístico del Mediterráneo, estaban tapizadas de decenas de cadáveres, cubiertos con las toallas de hoteles que frustraban las miradas mórbidas de los curiosos. Al menos 37 personas murieron y 36 resultaron heridas en un atentado perpetrado tal vez por dos personas.
Según el secretario de Estado de Interior, Rafik Chailey, el atacante muerto era un estudiante de la ciudad santa de Qairauán, ubicada en el centro del país. Un segundo islamista fue detenido a un kilómetro del lugar. El baño de sangre sucedió cuando hombres armados penetraron en el recinto del hotel “Imperial Marhaba”, de la cadena española Riu, y abrieron fuego de forma indiscriminada contra las personas que se encontraban en la playa.
Francia. En forma prácticamente simultánea, un empresario galo fue decapitado en Saint Quentin Fallavier, cerca de Lyon, tras un atentado contra una planta química de esa región. Acusado por el crimen, Yashim Salhi, empleado de una compañía de delivery, fue arrestado cuando manipulaba botellas de acetona de la fábrica del grupo químico estadounidense Air Products. Antes había colgado en la verja del establecimiento la cabeza de su jefe, un hombre de 54 años, y la rodeó de inscripciones en árabe de la “Chahada”, la exaltación de la fe musulmana. Salhi ingresó a la compañía a bordo de la camioneta de su empresa, que era proveedora de la planta. Una vez dentro, estrelló el vehículo contra un galpón repleto de tanques de gas, acetona y aire líquido. La explosión destrozó el automóvil y buena parte del hangar, pero no causó víctimas fatales.
Las autoridades francesas apuntaron en dirección a la pista del terrorismo salafista. Como sucedió en Charlie Hebdo, el nombre de Salhi no era ajeno a los servicios secretos franceses, que lo investigaron entre 2006 y 2008. El presidente francés, François Hollande, ordenó elevar el nivel de alerta antiterrorista y descartó que el atentado esté vinculado con los otros ataques. “La única relación está en el hecho de que el terrorismo es nuestro adversario, que golpea por todas partes”, dijo el mandatario.
Kuwait. El grupo yihadista Estado Islámico (EI) mató ayer a 25 personas en la mezquita chiíta del Imán Al Sadik, situada en el centro de la capital kuwaití. El atentado, que dejó 202 heridos, fue lanzado por un terrorista suicida, que sorprendió a los creyentes que participaban en la oración del mediodía del viernes, muy concurrido en el mes sagrado de Ramadán.
En un comunicado difundido por los yihadistas sunnitas de EI, acusaron a los chiítas de promover el politeísmo y de extender su ideología al interior del islam. Así, confirmaron sus esfuerzos por promover una guerra sectaria en distintos países, entre ellos Yemen y Kuwait. El grupo también había llamado a sus combatientes a cometer atentados durante el Ramadán.
Somalia. Decenas de soldados burundeses de la Misión de la Unión Africana (UA) en Somalia (Amisom) murieron ayer en la localidad de Lego, al sur del país, tras un ataque de la milicia islamista Al Shabab. El grupo terrorista, aliado a Al Qaeda, reivindicó la acción con un comunicado, en el que aseguró haber matado a cincuenta soldados.
Condena de Argentina
La Cancillería argentina emitió ayer un comunicado respecto a los ataques ocurridos en Túnez, Kuwait y Francia para expresar “su profunda consternación y enérgico repudio”. En el documento, el gobierno nacional asevera “una vez más su firme condena al terrorismo en todas sus manifestaciones que, mediante este tipo de acciones, pretende imponer sus ideas por medios violentos”. La Cancillería, que conduce Héctor Timerman, el mismo día que pronunció un discurso en el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas sobre las islas Malvinas, ofreció de manera oficial ayuda y solidaridad con los pueblos de los países afectados, “en particular con los familiares de las víctimas”. Además, Cancilería reiteró su voluntad de “trabajar con la comunidad internacional para reforzar los mecanismos internacionales contra el terrorismo”.