INTERNACIONAL
Crisis política en Brasil

Qué tiene que pasar para que haya un 'impeachment' a Bolsonaro

No están dadas las condiciones para un juicio político. La crisis económica debe coincidir con un aval del Congreso, una causal convincente y la presión de la opinión pública.

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El presidente de Brasil Jair Bolsonaro | Agencia Afp

Un debate se instaló en Brasil tras la explosiva renuncia de Sérgio Moro: ¿habrá 'impeachment' a Jair Bolsonaro? Pese a que el presidente habría cometido “crímenes de responsabilidad”, como se definen las causales para impulsar el juicio político, aún no se alinearon todos los planetas para que avance y prospere ese proceso. Pero, entonces, ¿qué tiene que suceder para que haya un impeachment?

Como explicó la periodista Vera Magalhães en su cuenta de Twitter, hay por los menos cuatro factores que deben coincidir para que el 'impeachment' pase de las especulaciones periodísticas a la realidad.

  1.  Una crisis económica.
  2. Decisión política del Parlamento.
  3.  Justificación jurídico/ política (crimen de responsabilidad).
  4. Clamor popular por el juicio político.

En el escenario actual están dados las condiciones 1 y 3, pero aún no la 2 y la 4. El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, tiene en su despacho al menos 19 pedidos de apertura de juicio político, pero se resiste a examinarlos, a la espera de que cambie el humor de la opinión pública y haya un consenso en el Congreso a favor de esa jugada.

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Según la última encuesta de Datafolha, un 45% está a favor del juicio político y un 48% en contra, mientras que un 33% aprueba la gestión del gobierno y un 38% la rechaza. El bolsonarismo está muy activo en las calles, pidiendo una intervención militar y el cierre del Congreso, mientras que los opositores cumplen la cuarentena en sus casas. Un empate catastrófico congela el statu quo, permitiendo la supervivencia de Bolsonaro.

El presidente, que puede ser catalogado con muchos adjetivos pero no es ningún tonto, negocia un acuerdo político con el “Centrão”, un bloque de partidos tradicionales que, de sumarse a la coalición de gobierno, frenaría un eventual impeachment. De concretarse, la jugada conlleva dos problemas: alejaría a Bolsonaro de la “antipolítica” que tanto seduce a su grupo más radical de seguidores y, además, reavivaría la tensión entre la tecnocracia de su ministro de Hacienda, Paulo Guedes, y el viejo “toma y daca” del presidencialismo de coalición. El Centrão ya puso precio para apoyar al gobierno: cargos y presupuesto (es decir, poder y dinero). Bolsonaro tiene el problema de la manta corta: el escudo legislativo le quita apoyo popular y, además, lo obliga a redistribuir “riqueza” en un gabinete marcado por la puja entre facciones, mientras que la lucha de calle menoscaba la influencia en las instituciones.

Más allá de ese dilema, el problema principal del presidente sigue siendo el mismo: sus hijos. El senador Flavio Bolsonaro es investigado por la Policía Federal (PF) por su presunta participación en un esquema de lavado de dinero de las milicias, que, a su vez, son investigadas por el asesinato de la concejala Marielle Franco. Carlos Bolsonaro, por su parte, está en la mira del Supremo Tribunal Federal (STF) por el desvío de fondos públicos para financiar campañas sucias en las redes contra opositores, jueces y periodistas. Y el diputado Eduardo Bolsonaro tiene al menos cuatro denuncias en el Consejo de Ética de la Cámara de Diputados, que, de ser aprobadas en el recinto, culminarían con su destitución. ¿Evalúa Maia impulsar un “proxy impeachment” al diputado para enviar una fuerte señal al Palacio del Planalto? Aún es pronto para saberlo.

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Si el acuerdo con el Centrão prospera, Eduardo y el propio Jair estarían más protegidos y la influencia de Maia en el Congreso sería recortada. El gran interrogante, entonces, es qué pasará en la Justicia. El presidente sabe que allí se define el partido y, por eso, exoneró a Maurício Valeixo de la Polícia Federal. Una larga investigación contra él, acusado públicamente de obstrucción a la justicia por su ex ministro Moro, y sus hijos podría inclinar la cancha a favor del impeachment, erosionando su aprobación. El presidente quiere evitar una demolición jurídico mediática, como sufrió Dilma Rousseff en sus últimos meses en el poder.

El área chica, allí donde Bolsonaro no puede cometer más errores, es la política económica. Su obsesión por reanudar la actividad cuanto antes y aminorar el impacto de la inevitable recesión no es una mera casualidad. Para que haya un impeachment, la recesión debe golpear antes el bolsillo de los brasileños de una forma tal que ni el bolsonarismo radical ni el Centrão sirvan de escudo para evitar la destitución. Economía, Congreso, Justicia, y opinión pública, los cuatro factores que, entrelazados, decidirán la suerte de Bolsonaro.