La jugada fue audaz, más propia de Francis Underwood que de Barack Obama. “Para los miembros del Congreso que ponen en duda mi autoridad para hacer nuestro sistema de inmigración mejor, tengo una respuesta. Sancionen ustedes una ley”, desafió el jueves desde la Casa Blanca el presidente de los Estados Unidos. Esas palabras, antecedidas por el decreto que sacó a cinco millones de inmigrantes de las sombras, destrozó por completo los anhelos de un acuerdo bipartidista en la tan postergada reforma inmigratoria. Enfurecidos, los republicanos le declararon la guerra total al jefe de Estado, al que calificaron de “emperador”, lo acusaron por no “respetar la ley” e, incluso, lo denunciaron ante la Justicia.
“El presidente Obama reforzó su herencia de no respeto por la ley y dilapidó la poca credibilidad que le quedaba”, dijo ayer el presidente de la Cámara de Diputados, John Boehner. “No es así como funciona la democracia en Estados Unidos. Sólo el Congreso puede terminar el trabajo lanzando una reforma bipartidaria permanente, que mantenga a las familias juntas, trate a todos con dignidad y compasión, proteja nuestras fronteras y la seguridad nacional”, agregó el líder republicano.
Con la orden ejecutiva, Obama dio una vuelta de página a la posibilidad de negociar una solución en el Capitolio. El Senado, con mayoría demócrata hasta que se renueven las bancas, en enero, aprobó en 2013 un proyecto de ley, que aún no fue tratado por la Cámara de Representantes, controlada por el Grand Old Party.
Otro opositor que fustigó al líder demócrata fue el presidenciable Jeb Bush, ex gobernador de Florida, casado con una mexicana. “Obama una vez más planteó políticas divisivas y manipulatorias, en lugar de un liderazgo mesurado. Es hora de que los republicanos actúen en el Congreso”, disparó el hermano de George W.
Quien sí respaldó la medida fue Hillary Clinton, precandidata demócrata para las elecciones de 2016. “Apoyo la decisión del presidente de comenzar a arreglar nuestro dañado sistema de inmigración y de concentrar los recursos en la deportación de criminales en lugar de grupos familiares”, escribió la ex primera dama en su cuenta de Twitter.
La jugada política de Obama benefició a menos de la mitad de los inmigrantes sin papeles en los Estados Unidos. Según el Pew Research Center, se trata de 11,2 millones de personas. La gran mayoría son de origen latino, ya que dos tercios provienen de México y América Central. La decisión podría fidelizar al electorado hispano, que es la primera minoría, con 25 millones de electores en todo el país.
“Se puede discutir si esta orden ejecutiva es legal o no, pero sin duda viola el espíritu de los padres fundadores. Ellos centraron intencionalmente el artículo uno de la Constitución en el Congreso y el artículo dos en el presidente. Esto es así porque el Congreso es el órgano encargado de la aprobación de leyes y el presidente es la persona que debe llevarlas a cabo fielmente”, opinó en la CNN David Gergen, analista político y ex asesor de Richard Nixon, Gerald Ford, Ronald Reagan y Bill Clinton.
Los tambores de guerra resonaron ayer, cuando el Partido Republicano denunció ante la Justicia al gobierno de Obama por la reforma de salud. La demanda por abuso de poder había sido prevista hace tiempo por los líderes republicanos del Congreso, pero decidieron efectuarla horas después del decreto que reformó el sistema migratorio. El recurso acusa al gobierno de Obama de haber “regalado ilegalmente” a las compañías de seguros unos 175 mil millones de dólares.
Las disputas entre republicanos y demócratas, sin embargo, no soslayaron que, por primera vez en años, cinco millones de personas se despertaron ayer sin miedo a perderlo todo.
Alegría en los Grammy Latinos
Los Grammy Latinos se convirtieron el jueves no sólo en una fiesta de la música, sino también en una ceremonia signada por la reforma migratoria ordenada por Barack Obama. Jorge Drexler, Paco de Lucía y Enrique Iglesias fueron premiados, entre otros, en una noche en la que Las Vegas celebró la decisión de la Casa Blanca y cantó al ritmo del catalán Joan Manuel Serrat.
La gala comenzó minutos después de que el presidente estadounidense anunciara su orden ejecutiva que favorecerá a cinco millones de inmigrantes. “Este premio se lo dedico muy especialmente al presidente Obama”, dijo Carlos Vives al recoger su gramófono al mejor álbum tropical contemporáneo por Más + corazón profundo. “No creo haber oído a ningún presidente de Estados Unidos hablando tan lindo sobre nuestros latinos como lo hizo Obama”, agregó el cantante colombiano. Marc Anthony también celebró la decisión de la Casa Blanca.
Por su parte, los integrantes de Calle 13 le exigieron al gobierno de Enrique Peña Nieto que la desaparición de los 43 estudiantes mexicanos “no quede impune”. “¡Ayotzinapa somos todos!”, gritó René Pérez, vestido con una camiseta que recordaba la tragedia ocurrida en el estado de Guerrero.
En la noche de los Grammy, la política dio el presente.