El general Vladimir Padrino López es el militar con más poder que apoya a Nicolás Maduro. Ministro de Defensa y jefe de la Gran Misión Abastecimiento Soberano, administra millones de bolívares para financiar el reparto de alimentos y medicinas. Pero su fortaleza no solo está en su billetera, sino también en su ascendencia sobre las tropas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), el sostén que apuntala al chavismo tras la liberación del opositor Leopoldo López a manos de fuerzas antichavistas lideradas por el autoproclamado “presidente encargado” de Venezuela, Juan Guaidó, que generó una nueva ola de protestas y violencia.
“Es el hombre de mayor influencia en este momento sobre la Fuerza Armada Nacional. Sirve como vaso comunicante entre la parte política del poder y la parte militar”, explicó a PERFIL Rocío San Miguel, presidenta de la Asociación Civil Control Ciudadano y experta en Seguridad y Defensa.
Padrino López se autodefine en su cuenta de Twitter como un “soldado bolivariano, decidido y convencido de seguir construyendo la patria socialista”. En reiteradas ocasiones juró lealtad al jefe de Estado, convirtiéndose en su “valedor” dentro de los cuarteles y en una especie de “dique de contención” para evitar que más uniformados rompan con la Revolución Bolivariana. “Los voceros del Departamento de Estado de EE.UU. me invitaron a violar la Constitución, mis principios republicanos, a salirme del carril que tenemos nosotros los soldados y soldadas de la patria, y eso va en contra de la dignidad de la República”, afirmó a principios de febrero, en un acto en la Academia Militar de la Guardia Nacional Bolivariana, en el Fuerte Tiuna, donde repartió electrodomésticos y bienes “para beneficiar a la familia militar”.
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La mención no fue inocente. John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, había ofrecido “una exención de sanciones” a los generales y militares venezolanos de alto rango que rompan con Maduro. Padrino López es, justamente, uno de los uniformados afectados por las sanciones financieras de Washington. “Los líderes militares como Vladimir Padrino pueden jugar un papel importante en la restauración de la democracia en Venezuela. Y si lo hacen, Estados Unidos y la comunidad internacional deben honrar la amnistía ofrecida por el gobierno legítimo”, redobló la presión el senador republicano Marco Rubio.
En ese sentido, el propio Bolton dio esta tarde una información reveladora sobre tres dirigentes chavistas, uno de ellos el propio Padrino López. Es que, según el asesor de seguridad de Trump, el ministro de Defensa, Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, e Iván Hernández Dala, director de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, negociaron con Juan Guaidó la salida de Nicolás Maduro del poder.
"El tiempo se acaba. Esta es su última oportunidad. Acepten la amnistía del presidente interino Guaidó, protejan la Constitución y saquen del poder a Maduro, y los sacaremos de nuestra lista de sancionados", les advirtió a los funcionarios del régimen. "Si se quedan con Maduro, se van a hundir con el barco", agregó.
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El mismo día que repartía bienes a sus subalternos, Padrino era ratificado por Maduro al frente del Alto Mando Militar, en un esfuerzo por fidelizar a la cúpula del Ejército, la Armada, la Aviación Militar, la Guardia Nacional Bolivariana y la Milicia Nacional Bolivariana. Para esa elite, la estrategia de seducción incluye la administración de 76 de las 583 empresas públicas del país, entre ellas Petróleos de Venezuela (Pdvsa), pero también una estrecha vigilancia, o, al menos, la posibilidad de estar bajo vigilancia. “Lo que está frenando las deserciones es el sistema de inteligencia y contrainteligencia que hay dentro de la Fuerza Armada Nacional. Hay vigilancia sobre los comandantes que tienen más poder de fuego y una amenaza clara sobre ellos y sus familiares. Una enorme cantidad de militares, más de 180, están presos por motivos políticos”, agregó San Miguel.
Ascenso. La carrera de Padrino López tuvo un punto de inflexión durante el intento de golpe de Estado de abril de 2002. Por ese entonces comandaba el Batallón Bolívar, una unidad de blindados acantonada en Fuerte Tiuna que se mantuvo leal a Hugo Chávez. Esa lealtad fue premiada con una condecoración y ascensos, que lo llevaron hasta la jefatura del Estado Mayor del Ejército. El poder político lo conquistó de la mano de Maduro, que lo designó en 2014 en Defensa y en 2017 lo puso al frente del “combate a la guerra económica”. Solo reporta al presidente venezolano, en su calidad de jefe de la Gran Misión de Abastecimiento Soberano y Seguro, que incluye las áreas agroalimentaria, farmacéutica e industrial.
“Los soldados de la patria no aceptamos a un presidente impuesto a la sombra de oscuros intereses ni autoproclamado al margen de la ley. La FANB defiende nuestra Constitución y es garante de la soberanía nacional”, reaccionó tras la juramentación de Guaidó. Esa Carta Magna sostiene en sus artículos 328 y 330 que la Fuerza Armada es “una institución esencialmente profesional, sin militancia política” y que sus integrantes no pueden “participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”. Ese texto no limitó ni coartó a Padrino, el militar que sostiene a Maduro.
ED CP