Alejandro Horowicz, reconocido ensayista, señaló que la balcanización del peronismo es un hecho inevitable producto de la fuerte crisis que atraviesan y la necesidad de una renovación. “Cristina Kirchner no quiere ser candidata para perder”, resaltó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
En octubre de 2021, apenas pasadas las elecciones de medio término, en una entrevista que te realicé en Periodismo Puro, dijiste que “si el peronismo no tuerce el camino, el debate en 2023 va a estar entre Milei y Bullrich, fuiste visionario.
Fue una aproximación razonable.
¿Qué cambiaste o adecuaste de tu análisis de ese momento y el de ahora?
El lugar de Milei era el más claro. Básicamente, el nivel de registro de la reflexión que la sociedad argentina tiene sobre su dirección política.
Los votantes de Milei expresan el nivel de rechazo hacia la dirección política, cosa que las encuestas registran de un modo abrumador y hacen saber que Milei tiene un piso, pero no se sabe cuál es su techo.
Milei es el único político en Argentina que tiene un piso sin techo, todos los otros tienen techos muy marcados. Tienen un juego determinado por esos techos. En rigor de verdad, toda la política de alianzas está regulada por esos techos.
Cuando los analistas de opinión hacen hipótesis sobre las sumas de los caudales de cada uno, hay que ver si al momento de votar es así, porque eso solamente termina siendo así cuando tenés una colectora que organiza las votaciones en esos términos. Las PASO pueden funcionar como una colectora o no.
Al mismo tiempo, yo puse, en oposición a Milei, a Bullrich, como expresiones de más o menos lo mismo, y eso no es así, Bullrich no tiene ese lugar. Ese lugar lo tiene hoy Horacio Rodríguez Larreta. Cuando vos mirás el extremo centro, ves que el candidato del otro lado que se parece increíblemente a Larreta es Massa.
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¿Vos estás viendo que nos encaminamos, como escenario probable, a tres competidores, Larreta, Massa y Milei?
Es uno de los escenarios posibles. El otro es que la situación de desmadre económico alcance un rango tal que impida que Massa sea candidato, pero esto deja al Frente de Todos sin candidato. Y si el Frente de Todos se queda sin candidato, el único candidato posible, para perder, es Cristina.
Como Cristina Kirchner no quiere ser candidata para perder, esa es la cuestión. El "operativo clamor" no lo organiza Cristina. Es un clamor genuino del peronismo por no tener conducción.
Entonces, los libertarios tienen su candidato, Javier Milei, vos creés que Horacio Rodríguez Larreta se va a terminar imponiendo en Juntos por el Cambio, y la variable sería qué pasa en el Frente de Todos. ¿Es probable que, aún para perder, Sergio Massa sea candidato para, al menos, quedar como jefe de la oposición?
Acá viene la siguiente cuestión. En el peronismo, si perdés, no sos el jefe de la oposición.
En el 2015, Cristina no pierde, pero pierde. Cristina no es candidata en esa elección, pero sin embargo, queda claro que el balance que la sociedad argentina tiene de los 12 años de gestión K no es el de Cristina.
Massa ya se mueve como candidato
Cristina dijo “el candidato es el modelo”, si el candidato es el modelo, perdió ella también. ¿Ella fue la jefa de la oposición a Macri del 2015 al 2019? ¿Existió de verdad en el peronismo una jefatura de oposición?
Cuando vos mirás la elección en el Senado de los dos jueces de la Suprema Corte que Macri coloca por la ventana, uno dice “¿para qué Macri hace esto si podía hacerlo por la puerta, como terminó haciéndolo?”.
Pues bien, el mensaje a la sociedad es “acá mando yo”, y ese mensaje era muy claro y muy cierto. Él mandaba. Tenía minoría parlamentaria y, aún así, no tuvo el menor obstáculo. Ni siquiera para la nominación de los jueces, necesitaba dos tercios del Senado y sacó más que eso.
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La pregunta no es quién va a ser el jefe de la oposición. La pregunta es si el peronismo va a ser capaz de actuar como oposición si pierde. Del 2015 al 2019 no lo hizo.
¿Cuál es tu pronóstico?
Mi pronóstico es que esto tienda a repetirse. En ese marco, creo que la balcanización del peronismo es, prácticamente, un hecho inevitable.
¿Eso implicaría el fin del peronismo como lo conocemos?
El peronismo como lo conocimos ya no existe en la sociedad argentina. Si vos mirás los instrumentos que generó el primer peronismo vas a ver que ninguno de esos elementos sobrevive.
Segundo. Si vos mirás el lugar que tiene el movimiento obrero organizado en la lucha política, vas a ver que no tiene ningún lugar en particular en tanto movimiento obrero organizado. Son dirigentes sindicales, no dirigentes políticos.
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Las transformaciones del peronismo
Uno mira los partidos políticos similares al peronismo, el APRA en Perú, que de hecho fue anterior al peronismo, o Getulio Vargas en Brasil, de todas esas organizaciones no quedó ninguna. Recuerdo que un día, Carlos Corach, con la agudeza que lo caracteriza, dijo que Perón, si volviese a la vida, se asombraría de la perdurabilidad de su partido.
¿No creés que el peronismo se convirtió en un partido del poder, en una cosa distinta a la que era institucionalmente, y perdura como partido institucional?
Es una muy buena pregunta. La imagen que se me ocurre para pensarla es el PRI mejicano. Pero la base social del PRI es de carácter agrario, por cómo es la sociedad mexicana. Aunque la sociedad mexicana cambió desde 1920, todavía el peso agrario es muy grande.
El peronismo se constituyó alrededor del movimiento obrero fordista, y el movimiento obrero fordista ya no existe más. La clase obrera que el peronismo contuvo ya no existe así. Todos los elementos le imponen al peronismo mutaciones que están fuera del programa original.
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Esa tendencia opera sobre cualquier fuerza política viva y es completamente inevitable. Ahora, vos preguntás si el peronismo se transformó en otra cosa y si esa otra cosa será una forma de supervivencia.
Yo lo formularía así: solamente si algunos de los dirigentes que esa forma contiene es capaz de otear los nuevos tiempos y dar una síntesis política de una respuesta relativa de esos tiempos eso es posible, si no, es la disgregación.
Recuerdo al ministro de estrategia de Lula, que había sido maestro de Obama en Harvard, siempre me decía que hay dos tipos de partidos, los partidos de las ideas y los partidos del poder. Los partidos de las ideas son aquellos que se la pasan discutiendo cómo deberían ser las cosas, defienden de manera testimonial una idea.
Los partidos de poder, por el contrario, se acomodan a lo que es posible en cada uno de los momentos. Me pregunto si el peronismo no va camino en convertirse en un partido del poder, perdiendo parte de lo sentimental pero creciendo en lo orgánico, creando una maquinaria de gestión del poder y electoral.
Yo creo que el peronismo ya es un partido del poder. El problema es que el partido del poder necesita dos cosas, una, ser capaz de ejercerlo, y otra, ser capaz de contener, en ese ejercicio, a aquellos que lo han apoyado para realmente ejecutarlo.
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Esta doble tarea suele tener contradicciones implícitas de importancia, porque una cosa es cuando vos no ejercés el poder y prometés qué es lo que va a suceder cuando lo ejerzas, y si eso que prometiste después sucede o no.
Hay seis millones de empleados privados, tres millones de empleados públicos, y luego, otra cantidad similar de personas que tienen empleos subvencionados con algún plan social, no es que no trabajan, pero como su trabajo no es lo suficientemente productivo, tienen que recibir ayuda del Estado.
Es decir que hay tantos trabajadores que dependen del Estado como aquellos que dependen del mercado. ¿No es esa una base como para construir un partido estable, perdurable y de poder?
Está muy bien la relación entre estructura y superestructura. Estás diciendo que esa relación en el proceso productivo real los ubica en cierto terreno y, por lo tanto, la superestructura tendría que representar, con relativa homogeneidad esa situación, pero el elemento dinámico entre esos dos términos hace que no suceda.
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La idea de que los seis millones de empleados públicos, por ser empleados públicos, votan igual, se cae, por ejemplo, cuando mirás a los docentes de la Provincia de Buenos Aires.
Fijate, la mayor parte de los docentes de la Provincia forma parte del mismo sindicato. En el mismo sindicato, tenés distintas corrientes. Sin embargo, en las elecciones del 2019, la mayor parte de la gente de esas corrientes en el sindicato votaron a Mauricio Macri, que no tiene ninguna corriente en el sindicato.
Las representaciones políticas son mucho más “huidizas” que las bases materiales relativamente estabilizadas.
Por eso, cuando vos hacés la cuenta en esos términos y mirás las fotos de lo que va sucediendo, te transformás en un defensor de ideas, pero de ideas que no tienen demasiada relación con lo que viene sucediendo. Las ideas sólo son buenas cuando expresan el suceso, si no lo hacen, dejan de serlo.
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La incógnita sobre Milei
Existen discusiones acerca de si Javier Milei va a hacer una elección a la altura de las expectativas, de más del 20%, o si va a ser de poco más del 10%. Si pasara los 20 puntos y el peronismo hiciera una mala elección.
Algunos analistas piensan que las cacerolas hoy están en las encuestas, que la gente que en el 2001 hacía sonar las cacerolas, hoy protesta diciendo “voy a votar a Milei”, pero no hay seguridad de que, al momento de votar, lo terminen haciendo, quizás voten por otro o no voten. ¿Te parece plausible la hipótesis de que Milei está robredimeestimado?
Esa hipótesis tiene una ventaja dinámica muy importante. Las cacerolas están en las encuestas. Cuando decimos que Javier Milei es la extrema derecha, yo no voy a contradecir eso, pero me interesa ponerle cierta precisión.
Javier Milei tiene un discurso de extrema derecha, no hay dudas, pero ese discurso, en política, cuando llega el momento de la acción, y votar, aunque una forma limitada, no deja de ser también una acción. No es que descienden de la cabeza del candidato y se depositan en la urna según la imagen que el hombre tiene de su representación.
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Necesitás un conjunto de mediaciones, que van desde militantes, hasta estructuras y capacidades materiales. En Javier Milei eso no se ve.
Cuando mirás las encuestas y los votos provinciales, ves que lo que tenía de intención de voto a presidente no es la misma cantidad que los votos que obtiene una corriente que él lidera en un lugar como La Rioja, por ejemplo.
Hay una distancia muy grande que él no pudo recorrer, pero no hay forma de saber de antemano si va a recorrerla o no. Eso está en estado de pregunta sin respuesta, por ahora. Esto es un ingrediente.
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Pero el nivel de rechazo de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos no depende de eso. Depende de la experiencia real que los votantes de ambas agrupaciones han tenido.
Lo que queda claro es que cada vez logran el mismo porcentaje con menor cantidad de densidad social. Entonces, es muy posible que el no voto sea una respuesta relativamente masiva y significativa de la sociedad argentina.
Si acá hubiera alguien que de verdad se planteara poner en tela de juicio el orden político existente convocaría a no votar.
FM JL