El dirigente del Partido Obrero, Gabriel Solano, criticó la propuesta de Unión por la Patria y analizó el fenómeno de la ultraderecha. Además, explicó que la candidatura de Juan Grabois es una maniobra para evitar fugas de votos por izquierda: “No le pusieron ningún condicionamiento, le armaron la lista”, criticó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
¿Es de esperar que, así como existe una tendencia a la derechización del discurso de una parte de la sociedad, como parte de esa polarización pueda haber un crecimiento del discurso de la izquierda?
Yo pienso que sí. Este tema de la derechización hay que tomarlo con cuidado. Si uno tuviera que dividir el proceso electoral con estas categorías, uno ubicaría en extrema derecha a Milei, quizás después venga Patricia Bullrich, luego Larreta, Massa y a la izquierda nosotros.
Pero yo veo que las grandes corporaciones empresariales prefieren a Massa antes que a Milei. Entonces, a veces las categorías ideológicas no dan cuenta de cómo actúan las clases sociales reales.
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Javier Milei no le va a asegurar a las grandes corporaciones empresariales un manejo del Estado como ellos pretenden.
Posiblemente Massa quiera hacerles creer que ellos sí pueden, porque como son el peronismo y tienen el control de una burocracia sindical y un sistema de punteros en los barrios, son más efectivos que la propia ultraderecha.
Yo creo que la derechización puede existir en determinados discursos, pero la veo muy relacionada con el fracaso del kirchnerismo, porque mucha gente ve al kirchnerismo como la izquierda, cosa que yo insisto en que no lo es bajo ningún punto de vista, aunque ellos se presentan como si lo fueran. Entonces, el fracaso del kirchnerismo, que se presenta como si fuera de izquierda, lleva a ciertos sectores a sacar la conclusión de girar a la derecha.
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Creo que aquí estamos evidenciando una contradicción entre dos conceptos. La lucha de clases, por un lado, y la palabra derecha e izquierda, porque a Milei lo votan incluso sectores populares. Vemos que "derecha e izquierda" y "lucha de clases" son dos ontologías que no coinciden, ¿no?
No coinciden. Y a mí siempre me interesa mucho más, como marxista que soy, la lucha de clases que la ideología. La ideología, a veces, es una expresión distorsionada de la realidad. En cambio, la lucha de clases muestra los intereses más concretos.
Finalmente, al final del camino, la ideología tendrá que adecuarse más a la lucha de clases que la lucha de clases a la ideología. Con esto quiero decir que los sectores populares van a terminar votando a la izquierda, porque son los que representan sus intereses.
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¿Y qué pasa si votan a Milei?
Puede ocurrir. En alguna proporción, no va a ser todos.
Lo que está ocurriendo también es que las elecciones están representando el ánimo popular de una manera muy superficial.
Ahora estoy en Jujuy y mañana voy a Salta. En Jujuy y Salta ganaron los gobiernos provinciales que ya estaban y a la semana hubo grandes confrontaciones sociales y populares.
Uno podría pensar que esto es contradictorio, si acabaron de relegitimarse ambos gobiernos electoralmente. Lo que sucede es que los gobiernos descubren sus límites en esas manifestaciones.
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Pude escuchar la columna de Fernando Meaños sobre quién endeudó más a la Argentina, si Macri o Alberto, me pareció muy interesante.
¿Eso confirma que son lo mismo?
Nada es igual a otra cosa, ni uno es igual a uno mismo. Heráclito decía que todo cambia, nadie se puede bañar dos veces en el mismo río, pero son bastante parecidos.
Massa y Rodríguez Larreta se podrían considerar similares, ¿hay diferencia entre Massa y Grabois?
Lo de Grabois es una maniobra muy ostensible de Massa y de Cristina Kirchner.
Cuando Scioli quería ser candidato y competir en las internas habían puesto un montón de condicionamientos. Él los denunciaba. A Juan Grabois no le pusieron ningún condicionamiento, le armaron la lista.
Grabois lleva la misma lista a gobernadores, Intendentes y legisladores en todo el país que Massa. Le dejaron todo servido en bandeja.
Esto fue así porque la nominación de Massa como candidato a presidente causó una pequeña conmoción en el Frente de Todos. Cristina Kirchner había prometido un candidato de la generación diezmada y pusieron un candidato de la generación diezmadora.
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Fue un golpe desde lo simbólico. Evaluaron que mucha gente no iba a querer votar a Massa, entonces pensaron, “pongamos a Grabois y evitamos una fuga por izquierda”. Me suena demasiado evidente la maniobra.
Grabois dijo: “Yo no pienso votar a un presidente vendepatria”, pero ahora aclaró que eso era válido para agosto, pero en octubre sí lo va a votar. No entiendo por qué dos meses del calendario son suficientes para que uno vote un presidente vendepatria.
El domingo vimos como, después de que Carolina Losada dijera que Pullaro tenía vínculos con el narcotráfico, dijo que había que dar vuelta la página y apoyar la lista.
¿No será que esas fuerzas logran masividad porque tienen esta capacidad de ser tan abiertos en relacionar lo opuesto, mientras que la izquierda no puede ponerse de acuerdo con un candidato único?
Tocás dos temas que no sé si están tan relacionados. La masividad que ellos pueden lograr no ha sido útil para que el país esté mejor.
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A mí me interesa mucho el resultado para el país, porque después de 40 años de gobiernos democráticos tenemos que evaluar los resultados.
Sigo tu razonamiento. Para que el país cambie tendría que haber un gobierno de izquierda. Para que haya un gobierno de izquierda, tendría que tener la suficiente masa crítica…
Claro, pero tiene que ser una masa crítica ganada para una política de izquierda, porque si no, lo que va a terminar ocurriendo es que vamos a terminar teniendo un gobierno de izquierda que va a terminar disculpándose frente a la mayoría de la población por no poder llevar adelante las transformaciones porque no tiene la suficiente relación de fuerzas para eso.
¿Es lo que ocurrió en Europa, por poner un ejemplo, con la socialdemocracia?
Sí, o en Chile con Boric, para no irnos tan lejos.
Con Boric fue tan así que perdió las dos elecciones consecutivas después de asumir la presidencia, y la última la ganó la ultraderecha.
Nosotros tenemos que esforzarnos por conquistar al pueblo. Yo pienso que nuestra influencia en el país es muy superior a los votos que tenemos.
Cuando vos ves los spots de Patricia Bullrich, o cuando ves por qué Larreta lleva a Gerardo Morales, pareciera que en el país el gran problema que hay es la protesta social.
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Bullrich dice: “Esto no se resuelve con un plan económico, se resuelve en la calle”. Entonces, está la idea que, para aplicar transformaciones que reclama la clase capitalista, que tienen que ver con reformas laborales muy fuertes, previsionales, impositivas, todo eso, es necesario derrotar a los trabajadores en las calles.
¿Quiénes son esos? ¿No están hablando un poco de nosotros? Entonces, un desafío que tiene la izquierda en esta elección es que esa influencia que tiene en el proceso político real pueda también expresarse en las urnas. Estamos intentando que suceda eso.
Hay fuerzas que han tenido más votos que nosotros e inmediatamente, al día siguiente de la elección, pierden todo tipo de trascendencia social, porque no juegan un papel real en la sociedad.
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La sociedad no es sólo votar cada dos o cuatro años nada más. Es un aspecto, pero la realidad es más compleja y más dinámica.
Vos decís: “Ellos tienen los votos, pero las manifestaciones son nuestras”. Pareciera que hay un problema con la representación real de los intereses de esas personas y luego los votos. ¿No hay un síntoma?
Ellos tienen más votos que su representación real y nosotros menos votos que la que tenemos. Eso se termina expresando en que, muchas veces, en la sociedad, aparecen conflictos que eran imprevisibles.
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Lo de Jujuy es lo más ostensible, pero lo mismo vale para Salta, Chubut, Mendoza. En Mendoza, hace un par de años atrás, ganó las elecciones el Gobierno, los radicales y los peronistas se pusieron de acuerdo para aprobar una ley que habilitaba la megaminería y surgió una rebelión popular que los obligó a anular la ley a las 48 horas.
FM JL
