MODO FONTEVECCHIA
LIBERALISMOS EN LATINOAMÉRICA

Julio Maria Sanguinetti: "Me permito dudar si Milei puede lograr lo que propone"

El ex presidente Uruguayo sostuvo que Milei pregona un "liberalismo no conservador" y que le gustaría que le vaya bien, aunque a veces le generen dudas sus procedimientos. "El Estado uruguayo, más allá de los gobiernos, en términos europeos sería llamado socialdomocrático", afirmó.

Julio María Sanguinetti
Julio María Sanguinetti | Télam

Julio María Sanguinetti analizó el panorama político latinoamericano relativizando las categorías de izquierda y derecha para interpretar la actualidad. Además aseguró que Argentina es “el país más particular de los particulares” y está atravesando una experiencia inédita. “En todos lados hay un Estado importante y con responsabilidad social, basta mirar a Europa. Hay que ver cuánto va a poder hacer el presidente argentino y si va a llegar a esta situación de debilitamiento mínimo del Estado”, reflexionó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Julio María Sanguinetti es dirigente del Partido Colorado en Uruguay, ex presidente entre 1985 y 1990, y desde 1995 al 2000. Fue senador, ministro de Cultura y Educación, ministro de Industria y Comercio, y secretario general del Partido Colorado. 

¿Tiene algún impacto la figura de Javier Milei en Uruguay? Me gustaría también su balance del humor de época entre la derecha y la izquierda.

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Lo de la derecha y la izquierda implica categorías que se han desdibujado mucho de sus versiones originales. Antes, cuando uno hablaba de izquierda se refería al socialismo, ¿hoy qué es izquierda? ¿Es izquierda Cristina Kirchner? ¿Es izquierda Lula? Son todas cosas muy distintas. Lo que sí hay es un fenómeno de post izquierda que es el populismo, pero como es una metodología, también funciona en la derecha

Yo diría que en América Latina no hay oleadas muy definidas hacia un lado o hacia al otro. Sí importaría decir que hay gobiernos que apuntan hacia la estabilidad institucional y económica, y gobiernos que apuntan a planteos mesiánicos más despectivos de esos valores. El gobierno de Boric tiene un origen estudiantil y de izquierda, pero hoy no lo calificaría entre los gobiernos que debilitan la institucionalidad o el equilibrio económico, donde sí podría incluir a los gobiernos de los Kirchner o al gobierno colombiano de Petro. Lo de Venezuela ya es otro tema porque ya estamos hablando de un autoritarismo democrático, una dictadura que se envuelve en la izquierda con opresión del Estado y empobrecimiento del país. 

Estamos en una América Latina muy variada que, en general, no muestra un avance de la institucionalidad o un avance serio a la modernidad. Un país muy estable es Brasil, el país más importante de América Latina, tiene una suerte de piloto automático y nunca se va demasiado para un lado o para el otro. Lula es un presidente democrático, no es populista, se supone de izquierda por su origen, apunta mucho a lo social, pero no al descontrol. Lula no es un presidente que impulse una modernización de Brasil, tampoco de sus propias relaciones internacionales donde lo vemos muy ambiguo frente a la dictadura venezolana. 

Estamos en una situación confusa, variada, con una Argentina que está haciendo, una vez más, una aventura muy particular. Argentina siempre es el más particular de todos los particulares. Este Gobierno no va simplemente hacia un liberalismo conversavador, es liberalismo pero no conservador, es prácticamente revolucionario y, a veces dogmático, y con un líder muy particular. No creo que Milei sea un factor en Uruguay, ni a favor, ni en contra. A la mayoría de nosotros nos gustaría que le vaya bien, aunque a veces nos generan dudas sus procedimientos. 

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Toda ontología es siempre una simplificación por los límites de la mente humana que siempre piensa en dualidades o tríadas. Otra forma de crear categorías sería a partir de la relación Estado-mercado, usted sabrá que el presidente argentino considera al Estado como una organización delictiva y se presenta como anarquista. Aquí nos impresionó mucho cuando el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou aseguró defendió al Estado y aseguró que no había libertad sin condiciones para esa libertad. Frente a nuestro presidente, Lacalle Pou, a quién calificamos como centroderecha, nos quedó como progresista. 

Nuestro presidente se define en ese discurso con lo que es la estructura del Estado uruguayo. El Estado uruguayo, más allá de los gobiernos, en términos europeos, sería llamado socialdomocrático, y en términos estadounidenses se lo podría definir como liberal progresista. Esto es una construcción histórica del Partido Colorado y, fundamentalmente del batllismo en el siglo XIX. El Estado es fuerte, no necesariamente grande, pero fuerte, con partidos políticos fuertes como condición esencial del sostén de la democracia y cohesión social como base esencial del desarrollo de la libertad. Si el objetivo final es la libertad, la cohesión social es un instrumento imprescindible. 

Esto que dice nuestro presidente es el Estado uruguayo de siempre. Su partido, el Partido Nacional, es un partido más liberal y conservador históricamente. Por eso, cuando hizo ese discurso, la izquierda uruguaya dijo "estamos de acuerdo, lástima que el Gobierno no lo aplique tanto acá". Los batllistas como yo dijimos "este es el discurso histórico que construyó el batllismo en este país" y en los blancos es una suerte variada porque su tradición es más de liberalismo conservador. 

Lacalle Pou define a la democracia uruguaya y se contrapuso a una visión dogmática que sostiene el presidente argentino, negativa del Estado y de los partidos políticos. Es cierto que a veces el Estado se burocratiza demasiado y que tiene ciertas patologías, pero tampoco hay ninguna duda de que en todos lados hay un Estado importante y con responsabilidad social, basta mirar a Europa y a países que son referencias culturales para nosotros como España, Francia e Italia. 

Hay Estados que preservan las libertades, pero que están muy atentos a los sistemas de seguridad social. Es una diferencia muy importante desde el punto de vista conceptual. Hay que ver cuánto va a poder hacer el presidente argentino, y si va a llegar a esta situación de debilitamiento mínimo del Estado. Me permito dudar porque no tiene mayoría parlamentaria suficiente, porque el país tiene equilibrios sociales que va a tener que cuidar le guste o no. Todavía estamos en el principio de su gobierno, y en medio de una crisis brutal que heredó y que va a seguir por mucho tiempo. La crisis argentina es enormemente profunda y dentro de algunos años tendremos que ver si se salió de esas crisis y se entró en un periodo de cierta normalidad. En Argentina, lo más revolucionario es la normalidad, salir de las cosas excepcionales y de los extremos.

Uno de los diagnósticos que se podría hacer del país es que siempre estuvo en el mismo lugar que son los extremos, va de una punta a la otra, más allá de izquierda, derecha, Estado o mercado. Lo revolucionario sería que lo contrario a los extremos sea el centro.

Exactamente. Felipe González, primer presidente socialista de España, cuando le preguntaron cuál era su sueño dijo "que España funcione, después vemos".

Mujica Sanguinetti
"Después de haber sido enemigos cuando él estaba con las armas en la mano, luchando por la revolución contra la democracia liberal, después de la dictadura, con Mujica pasamos a ser simplemente rivales y adversarios políticos" afirma Julio Maria Sanguinetti.

¿A qué atribuye que Argentina siempre tenga "la particularidad de la particularidad" como dijo recientemente?

Eso no se responde de forma simple. Mi biblioteca de historia es uruguayo-argentina, tengo todo junto porque es una historia común, aun en las diferencias. Argentina, al igual que nosotros, tiene dos etapas históricas: antes y después de la inmigración del siglo XIX. Una es la sociedad hispanocriolla tradicional, la de la colonia y la de la revolución, y luego llegó la sociedad rioplatensa postinmigración que es la que construye una una nueva clase media distinta a la anterior que era muy frágil. 

Ahí ocurre un fenómeno extraordinario, Argentina pasa a tener una clase media culta como ningún otro país de América Latina, sólo nosotros podríamos compararnos un poco, y la escuela de Sarmiento pasa a ser pionera de esa Argentina moderna. En ese momento se desarrolla una dicotomía, por un lado está esa sociedad evolucionada, de buen gusto, con fuerte contenido artístico, que genera a los Borges y a los Piazzollas, y por otro lado una institucionalidad política baja que tiene una larga tradición. 

A Argentina le costó mucho institucionalizarse, ya desde la Revolución de Mayo y tuvo tres asambleas constituyentes que no lograron sacar una constitución. Argentina no acompañó su situación política al crecimiento de su sociedad y su cultura, por eso es un caso tan extraño y por eso cuesta explicar cómo no es un país desarrollado. Tiene todo, en lo físico y en lo humano. Ahí hay una contradicción de una sociedad evolucionada, con individualidades brillantes en todos los terrenos y una cierta y constante debilidad constitucional. 

Esto no empezó con Perón, antes hubo golpes de Estado y enormes dificultades. El propio radicalismo nace de revoluciones. Esa dicotomía extraña se volvió muy evidente en los últimos tiempos. 

Recuerdo el eslogan del diario La República de Italia, en la época del resurgimiento después de la Segunda Guerra Mundial, que era "un país normal". Remarco esto porque, además, Argentina tiene la particularidad de que el 55% de sus habitantes son descendientes de italianos. 

Fue algo fantástico, esa expresión es la de los desafíos que hoy tiene la democracia. Los partidos políticos de Italia, España y Francia están asediados. Nosotros también tenemos mucho de italiano en Uruguay, yo soy Sanguinetti, originiario de Liguria, al igual que mi señora que es Canessa.

¿Cómo tomó usted y la sociedad uruguaya las noticias sobre la salud de Pepe Mujica?

Con Mujica hemos tenido una aproximación muy grande en los últimos tiempos. Después de haber sido enemigos cuando él estaba con las armas en la mano, luchando por la revolución contra la democracia liberal, después de la dictadura, pasamos a ser simplemente rivales y adversarios políticos, y en los últimos años nos transformamos en colegas amistosos. Hemos hecho muchas cosas en común, nos fuimos juntos del Senado en una sesión solemne e hicimos un libro de charlas. 

Tratamos de demostrarle a los jóvenes que se puede pensar distinto y convivir. Hoy tenemos una relación de colegas amistosos, todos deseamos que su enfermedad sea defendible, da la impresión de que sí, lo seguimos con el espíritu de solidaridad que tiene el país para quienes estamos en una batalla democrática. Después de haber estado enfrentados, hoy remamos en el mismo bote.

ADP FM