El analista político Lucas Romero piensa que Javier Milei quiere aprovechar el enojo de buena parte de la población con la dirigencia política apostando a un proyecto a largo plazo. "Si hace una buena elección, va a ser un líder político con el cual hay que hablar a partir del 10 de diciembre, aún no siendo presidente", señaló en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
Abríamos esta entrevista con una canción cuyo estribillo dice que Javier Milei es el último Punk ¿Se lo puede considerar como una especie de "último punk" a Javier Milei?
Él tiene una especie de figura de rockstar, se presenta así en sus apariciones públicas frente a sus audiencias desde la vestimenta y la energía que muestra.
¿Hay más deseo de ser una figura que de gobernar el país?
El político, con su gente, construye vínculos muy semejantes a los de las estrellas de rock, parados en un auditorio, hablándole a su gente enfervorizada. Algo de eso sirve para entender porqué el 50% de sus votantes tienen menos de 30 años. Generó mucha empatía con el electorado joven.
Siguiendo con estas similitudes, el rock va contra el status quo, buscando que se reaccione contra lo instituido, y Milei parece querer interpretar eso en términos políticos. Quiere confrontar a toda la clase dirigente entendiéndose como alguien que está por fuera del sistema.
Javier Milei y la sociedad invisible
Esa posición que adoptó, al mismo tiempo, le impide formar gobierno, porque para eso hay que hacer varias concesiones, lo cual debilitaría su narrativa. ¿Puede haber algo como lo que en su momento fue Lilita Carrió, algo más testimonial que concita mucho atractivo pero no está constituido para gobernar?
Sí, totalmente. Quiere aprovechar el enojo de buena parte de la población con la dirigencia política. Pero en algún punto llega a esa contradicción: si voy a romper todo, con qué construyo después.
Eso está implícito en la opinión pública que se tiene sobre Milei. Cuando se pone el foco más en lo cualitativo, incluso cuando se habla con gente que le tiene empatía, sobreviene el interrogante de si va a poder hacer lo que dice realmente, por más que coincidan en la conveniencia.
En términos de la oferta política, Milei representa el cambio más radical pero, paradójicamente es el que está en peores condiciones de producir esos cambios. Cuando uno mira sus fortalezas y recursos políticos para llevar adelante su programa económico, se llega a la conclusión de que no va a poder mover ni un mueble en la Casa Rosada.
Teniendo dos diputados y ningún senador, ni siquiera una elección superando el 50% de los votos le va a alcanzar para tomar decisiones institucionales.
Quizá busca un proyecto político a largo plazo y que esta elección lo ponga como un actor protagonista en la escena. Si saca más de un 25% de votos, naturalmente va a ser un líder político con el cual hay que hablar a partir del 10 de diciembre, aún no siendo presidente.
En el caso de ser gobierno pero en 2027 debería ser una cosa distinta, ¿el problema que tiene Milei es que para llevar adelante sus ideas tendría que dejar de ser Milei?
Es una ratificación del Teorema de Baglini, cuando uno se acerca al poder se vuelve más moderado. Seguramente él atraviese ese proceso. Milei, después de las elecciones, ya no va a ser un outsider, va a estar inmerso en el conjunto de los que discuten las cuestiones públicas del país. Allí seguramente adecuará las protestas radicales que enarbola.
No quiere integrar esa casta política, pero, naturalmente, lo va a hacer por la fuerza.
¿Es probable que termine siendo funcional al Frente de Todos, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires, donde no hay balotaje?¿O le sacará votos por igual a las dos grandes coaliciones del país?
No. En ese punto, el desafío que tiene es explicar su razón de ser en una elección que se va a ir polarizando.
Estamos transicionando una nueva instancia en cuanto a representación política. Estamos abandonando la democracia de partidos políticos. Hoy, el electorado se volvió más autónomo.
El clivaje oficialismo-oposición puede ser ordenador en un momento donde se desdibujan las identidades partidarias. O sea, bajo la perspectiva de la opinión pública, las discusiones son con esa dicotomía. Ahí es donde Milei pasa a ser el actor que podría estar debilitando a la oposición.
Para la gente, ya forma parte de Juntos por el Cambio, por más que no sea así en términos institucionales. Por tanto, piensan algo así como “este opositor le está impidiendo a este otro opositor ganarle al oficialismo”.
Va a tener que encontrar algún argumento que justifique su apoyo a un candidato en la Provincia, y que no sea leído como una forma de mejorar las chances de Kicillof.
AO FM