Benjamin Netanyahu anunció 50 días después de las elecciones la formación del gobierno más derechista en la historia de Israel. Le otorgó una porción sin precedente a sus aliados ultraortodoxos y de extrema derecha. La nueva coalición incluye partidos ultranacionalistas y ultrarreligiosos que alguna vez fueron marginales.
Netanyahu se propone asumir el cargo la semana próxima. Los miembros del nuevo gobierno han despertado la preocupación entre los israelíes y entre los miembros de la comunidad internacional por los proyectos de ley que buscan dar prioridad al carácter judío de Israel sobre su carácter democrático.
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El bloque del sionismo religioso, formado por partidos de extrema derecha antes marginales, ha pedido cancelar el Desfile del Orgullo Gay de Jerusalén, aumentar los fondos para la minoría ultraortodoxa de Israel, vaciar el sistema judicial, legitimar los asentamientos en la Cisjordania ocupada.
Esa medida marcaría el final de las perspectivas de una solución de dos Estados en la que existiría un Estado palestino e Israel. Itamar Ben-Gvir, colono de Cisjordania condenado por incitación y racismo al que se le prohibió servir en el ejército israelí debido a su activismo en organizaciones extremistas, será el ministro de Seguridad Nacional.
Tendrá un control sin precedente sobre la policía israelí y sobre las fuerzas que operan en la Cisjordania ocupada.
El Partido del Poder Judío, al que pertenece Ben-Gvir, propone un proyecto de ley que permitiría a los socios parlamentarios anular las decisiones tomadas por la Corte Suprema, que a menudo falla a favor de cuestiones de derechos humanos y en contra de la expansión de los asentamientos en Cisjordania.
Netanyahu, que batió un récord de 12 años como primer ministro hasta marzo de 2021 después de un período anterior de tres años a finales de la década del noventa, ganó las elecciones del 1 de noviembre, las quintas celebradas en menos de cuatro años.
Su victoria puso fin a un estancamiento político que surgió de inquietudes sobre su aptitud como líder mientras sigue envuelto en un juicio por corrupción.
El Likud, liderado por Netanyahu, ha sido en los últimos años el más grande en la política israelí y pudo hacerse con 64 de los 120 escaños de la Knesset (Parlamento) gracias al apoyo de los ultraortodoxos y del sionismo religioso de extrema derecha.
El presidente israelí, Issac Herzog, concedió el 9 de diciembre a Netanyahu una prórroga de 10 días para formar el nuevo gobierno. La formación del nuevo gobierno coincide con una escalada en el conflicto israelí-palestino, que ha alcanzado el nivel más mortífero para israelíes y palestinos en varios años.
Minutos después de que se anunciara la formación del gobierno, al menos un palestino murió en un enfrentamiento con el ejército israelí, que había acompañado a fieles judíos a un sitio religioso sensible en Nablus, una ciudad en la Cisjordania ocupada. El futuro gobierno reemplazaría a la coalición ideológicamente dispar encabezada por el primer ministro centrista Yair Lapid.
