Muchos argentinos nos preguntamos cómo llegamos al actual nivel de deterioro siendo que tenemos un país pleno de recursos. Seguramente existen un cúmulo de razones y explicaciones, pero la constante y pronunciada decadencia de los últimos 80 años pareciera responder a un sistemático e intencionado plan de destrucción económica y moral de la Nación, facilitado sin duda por quienes nos mantuvimos incrédulos y casi indiferentes.
Salud, Educación, Seguridad, Transporte, Diplomacia, Energía, Agro, Ganadería, Industria, Cultura, Moneda, Manejo de la Pandemia, etc. Todo estratégicamente afectado y lejos de parecer solamente ineptitud de los gobernantes.
Con estupor vemos un Poder Judicial vapuleado, lento y a veces con manos atadas que se ve privado de la confianza de la mayoría de los ciudadanos y deja a Jueces y Fiscales probos, que los hay y son muchos, totalmente expuestos al injusto deterioro de su reputación. Es a ellos a quienes debemos apoyar y proteger todos los argentinos, ya que en su apego a la Justicia se asienta una indispensable reconstrucción Republicana.
Cristina Fernández y el Poder Judicial: personalismos duros y republicanismos fallidos
Un Poder Legislativo compuesto por una mayoría de obedientes y una minoría que a veces parece más preocupada por si misma que por el bienestar del pueblo que allí los puso. Valgan las excepciones, que las hay.
Una Diplomacia que logró alejarnos y hasta enemistarnos con muchos países civilizados, incluso con algunos de nuestros vecinos. Que a fuerza de papelones y patéticas sobreactuaciones logró aislarnos económica y geopolíticamente y que, como broche de oro, nos identificó con todos los países fracasados y denostados por el mundo en las últimas décadas.
Unas Fuerzas Armadas que primero pasaron por todos los estratos de la humillación, luego fueron desarmadas, económicamente aniquiladas, judicialmente vapuleadas y como si esto no fuera suficiente y en un burdo intento de quedarse con las armas para defender un proyecto político, les pusieron como conductora uno de sus miembros paradójicamente sospechado de lo mismo que sus compañeros estaban pagando con la cárcel.
Unas fuerzas de Seguridad con las manos atadas y conducidas de modo que parecieran ir de contramano de la protección de ciudadanos honestos.
Como complemento también parece que facilitado por nuestra política de puertas abiertas se han colado, sin ninguna restricción, delincuentes, narcotraficantes y algunos enemigos del trabajo y el esfuerzo que advirtieron nuestra generosidad irrestricta.
Un INDEC reconstruido nos muestra hoy dolorosos porcentajes de pobreza e indigencia y un descalabro social parcialmente acallado con crecientes dádivas, las cuales alimentan el círculo vicioso del Gasto Público con Déficit Fiscal, Inflación e Impuestos confiscatorios.
Esto que antes espantaba inversiones, ahora también ahuyenta empresas establecidas hace años en Argentina y aún peor, dinamita aún más, la cultura del trabajo y el esfuerzo productivo.
Patentes, vacunas y derechos: un problema con muchas propuestas y pocas soluciones
Y la Educación, el bien más preciado en el mundo actual y ni hablar de cara al futuro, de manera insólita no parece ser una prioridad para nuestros Gobernantes.
En medio de este estado de cosas y de los crecientes problemas derivados de la pandemia y su opinable manejo por parte del estado, una ley, a todas luces Inconstitucional, fue enviada por el Ejecutivo al Parlamento para su tratamiento.
Esta Ley le permite al Presidente manejar con indicadores de afectación por la Pandemia y a su sola decisión, las medidas restrictivas a implementarse para “protección” del pueblo.
¿Quién avalaría la exactitud de los datos con que se podrían conculcar derechos de los ciudadanos expresamente protegidos por la Constitución Nacional, tal como la Libertad?
Los Ciudadanos debemos velar por el irrestricto cumplimiento de todos y cada uno de los artículos de nuestra Constitución Nacional y además como legítimos dueños de la República deberemos velar también por el cumplimiento del calendario electoral que, con el aval de la oposición, ya ha sufrido una dilación.
Los políticos, que como quedó claro tienen una gran deuda con la Ciudadanía, claramente tienen la oportunidad y casi la obligación moral de comenzar a saldarla, postergando egoísmos e intereses personales en bien de una Ciudadanía que ve como sus valores y modo de vida están amenazados de muerte.
El inminente riesgo de una ciudadanía sin derechos, de Políticos sin política, de medios sin libertad de información, de estatización de la propiedad privada, etc., requiere ahora de reales gestos de grandeza.
La unión de toda la oposición política para las próximas elecciones es uno de esos gestos, que seguramente figurara en la Historia, para bien o para mal, según comprendan o no sus protagonistas la gravedad de la situación.
* Carlos A. Rapelli. Miembro de la Comisión Ejecutiva de República Unida.