OPINIóN
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Inteligencia artificial para la justicia social

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E-commerce. Uno de los tantos sectores productivos que han sido transformados por la tecnología. | shutterstock

Tierra, techo, trabajo y tecnología. Tx4. Una justicia social algorítmica tiene en la inteligencia artificial un nuevo factor de producción donde se entrelazan en un mismo elemento el capital pasado y la fuerza laboral del futuro.

Cerca de 50 países que concentran más del 90% del PBI mundial poseen en la actualidad una estrategia nacional de desarrollo de la IA. Los objetivos van desde la armonización de normas sobre IA hasta el impulso de investigaciones, del ecosistema emprendedor y la promoción de alianzas colaborativas para dar un salto de productividad.

La IA puede ser tan importante como hace unas décadas fue internet: resulta difícil pensar algún sector productivo que no haya sido transformado por esta tecnología: la agricultura en Argtech; las manufacturas en industria 4.0; el comercio en e-commerce; los servicios en economía colaborativa. Para América Latina, representa la oportunidad de elevar 14% el Producto Bruto Interno (La IA al servicio del Bien Social en ALC, BID, 2020). Para la economía argentina, la adopción de IA podría más que duplicar la tasa de crecimiento inercial y llevarla de 2% a 4,4% (Inteligencia artificial y crecimiento económico, CIPPEC).

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No obstante, así como la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil para el desarrollo, también puede ampliar las distancias entre países y personas en tres dimensiones superpuestas.

Primero, la brecha entre naciones. El Fondo Monetario Internacional estimó que, gracias a la más rápida incorporación de IA al proceso productivo, el PBI de los países más desarrollados subirá de forma tal que se incrementarán las diferencias con los países en desarrollo. Además, evaluó que el impacto será mayor para las economías intensivas en mano de obra no calificada, las que podrán sufrir un deterioro permanente de su PBI con relación a las economías avanzadas (Will the AI Revolution Cause a Great Divergence?, FMI, 2020).

La IA puede ser tan importante como hace unas décadas fue internet

Segundo, la brecha entre clases sociales. Debido a que los trabajos de calificación intermedia son los primeros en ser reemplazados por máquinas, el proceso de hollowing-out o polarización del empleo implica una mayor inequidad. Salarios muy bajos por un lado y muy altos por el otro ponen en riesgo a la clase media. Se produce así una paradoja, mientras la productividad sube, la participación del salario en el PBI de los países desarrollados cayó 10 puntos porcentuales en las últimas décadas acentuando la desigualdad del ingreso (The Great Decoupling, HBR).

Tercero, la brecha entre individuos. Los algoritmos pueden estar diseñados para replicar mensajes hostiles si de esta forma captan más la atención (Algorithms of hate, University of Technology, Sydney). Por este motivo, la Unión Europea debate en este tiempo una Ley de Servicios Digitales que obliga a las grandes plataformas a eliminar, en un plazo de 24 horas, el contenido ilegal que aparezca en ellas, como los discursos de odio o la incitación al terrorismo. También les exige llevar a cabo un análisis de riesgo para evitar que la información que se propaga en sus redes suponga un peligro para la salud o la seguridad pública, una normativa que de aprobarse entrará en vigor en 2023.

Los beneficios de la IA se entrecruzan con otros potenciales riesgos que debemos atender. Cómo impactará la conformación de entornos virtuales en el comportamiento de los más jóvenes; la invasión de la privacidad que supone un océano de datos abiertos; los sesgos del pasado; la falta de neutralidad de los fabricantes de algoritmos; la repetición de noticias falsas y el impacto de la automatización en el empleo, son algunos desafíos adicionales a tener en cuenta.

Se necesita una legislación transparente y acuerdos multilaterales que, sin ser un obstáculo para la innovación, protejan la privacidad de las personas. Los marcos normativos deben promover un uso responsable y ético de datos (AI, Robotics, and Humanity, Springer, 2021). Por ejemplo, evitando que el trading algorítmico genere burbujas de especulación financiera.

Las ventajas comparativas en recursos naturales y las ventajas competitivas de costos de producción van cediendo terreno ante las ventajas innovativas, compuestas por ecosistemas digitales fuertes y recursos humanos preparados.

Es más difícil automatizar empleos que requieren cercanía, como los servicios personales, la hotelería, el transporte y la construcción, y muchos trabajos no pueden llevarse a cabo por telemigración o trabajo remoto. Sin embargo, otros empleos se perderán a manos de la tecnología. El desempleo tecnológico no es nuevo, pero los cambios son cada vez más acelerados. Los trabajadores cuentan con menos tiempo para adquirir por completo un conjunto de capacidades que pronto quedan obsoletas. El aprendizaje continuo deja entonces de ser una opción. Necesitamos fomentar las habilidades blandas, la inteligencia emocional, la comunicación, al mismo tiempo que la interacción con IA si queremos preparar a las futuras generaciones para los trabajos del futuro (The Globotics Upheaval, 2019).

El desempleo tecnológico no es nuevo, pero los cambios son cada vez más acelerados

Para transitar este camino, el Consejo Económico y Social lanzará próximamente, junto al Ialab de la Universidad de Buenos Aires y a la CGT, una capacitación para más de 5000 trabajadores en inteligencia artificial. Se trata de comprender este cambio exponencial, concientizar sobre sus consecuencias y además incorporarlo como elemento central a la hora de las negociaciones entre el movimiento obrero y el mundo empresarial. También lanzamos desde el CES una serie de convocatorias e iniciativas junto al Ministerio de Trabajo, de Educación, el BID y el Banco Mundial, las cooperativas, las universidades, representantes de trabajadores y el sector empresarial, a fin de contar con métricas y herramientas que permitan anticiparse a los nuevos desafíos laborales. Se trata de prever nuevas demandas laborales, preparar a los centros de formación profesional y establecer puentes entre la universidad y las empresas.

El año próximo también se sumará financiamiento de los organismos multilaterales de crédito a la formación de capacidades en el sector público en inteligencia artificial, así como a profundizar la conectividad en todo el país.  Un uso responsable de la IA requiere un Estado fortalecido: no se puede regular con los ojos vendados. Las políticas de educación, de salud, la logística, las compras públicas y el control de la contaminación ambiental, también ofrecen oportunidades de mejoras a partir de esa tecnología. Aplicaciones de IA contribuyen a la eficacia de Estados inteligentes en casi todos sus frentes de acción.

La batalla por una economía social del conocimiento se gana con más y mejor conocimiento, y no con más temor, prejuicio o eslóganes vacíos. La cultura del encuentro y la popularización tecnológica es el mejor instrumento para cerrar las brechas sociales.

*Secretario de Asuntos Estratégicos. Presidente del Consejo Económico y Social.