OPINIóN
Universidad de Belgrano

Los dos países que iluminan a Sudamérica

Entre doce naciones, sólo dos lograron en los últimos 30 años construir un “país único” que supera los matices ideológicos internos y a la vez acumula crecimiento. En ambos, los intereses colectivos se ponen por encima de las facciones.

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Para el Banco Mundial la economía regional en su conjunto crecerá un 1,4% hasta diciembre. | Cedoc

Sudamérica es una región compuesta por 12 naciones -Brasil, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Surinam y Guyana y Venezuela- agrupadas, mayoritariamente, en dos organizaciones de integración económica; una, hacia el Pacifico, El Pacto Andino, y la otra, hacia el Atlántico, El MERCOSUR.

Salvo Guyana y Surinam, todas declararon sus independencias en el primer tercio del siglo XIX de España y Portugal, bajo el signo de las ideas liberales impulsadas por el pensamiento inglés y francés, que inspiraría la organización de los EE. UU. entre 1776 y 1792.

El presidencialismo, el federalismo, la división de poderes y la libertad de prensa fueron banderas fundacionales que atravesaron y sobrevivieron a las dictaduras, golpes de Estado y crueldades durante las largas y sangrientas guerras civiles que azotaron todo el siglo XIX y se proyectaron a buena parte del siglo XX. 

La Doctrina Social de la Iglesia y el sindicalismo de impronta socialista y anarquista fundamentaron el nacimiento de las organizaciones gremiales en todo el subcontinente. 

La puja entre el socialismo democrático, el capitalismo liberal y el comunismo no fue ajena al debate de ideas a lo largo de los 200 años de vida independiente dentro de cada uno de los estados emergentes de la original división colonial del Tratado de Tordesillas de 1494, firmado por los Reinos de España y Portugal (más allá de que Brasil cuadruplicará exitosamente esa división inicial y se quedará con la mitad del territorio sudamericano; y hoy representa más de la mitad del PBI regional).

Democracias fracturadas en América Latina

En esta larga marcha, nuestros países han consolidado un Constitucionalismo Liberal y Social que recoge la puja de las principales corrientes de pensamiento occidental inspiradas en el desarrollo de las instituciones europeas y norteamericanas (con una hegemonía económica y militar de los EEUU).

A este panorama, hay que agregarle la diversidad étnica, producto del ensamblaje de los pueblos originarios, y los flujos afroamericanos, europeos, asiáticos y árabes que constituyen un “crisol de razas” que ha evitado mayores conflictos y enfrentamientos raciales.

La deuda no resuelta en este ya largo proceso, es la existencia de profundas diferencias sociales que no pudieron resolverse en los últimos 40 años de fortalecimiento de las instituciones democráticas.

Es por este último motivo, que hoy nos encontramos con un panorama de gran fragilidad e inestabilidad que aqueja, de una forma u otra, a la mayoría de las naciones sudamericanas.

En este contexto, sólo dos países han logrado en los últimos 30 años, mantener un “hilo conductor” que supera los matices ideológicos -no suprimiéndolos - y les permite ir acumulando un crecimiento y una inclusión social creciente.

Esos países son Chile y Uruguay.


Chile ilumina a Sudamérica


El 5 de octubre de 1988, la dictadura militar - que había tomado por la fuerza el poder en 1973- convocó a un referéndum para decidir si la población aceptaba la continuación en la Presidencia del Gral. Pinochet hasta marzo de 1997 o se convocaba a elecciones libres. Los partidos Socialista, Radical, la Democracia Cristiana y otros 10 constituyeron la “Concertación por la Democracia” que triunfó con el 56% de los votos (la continuidad de la Dictadura obtuvo el 44%). 

La Concertación por la Democracia gobernó Chile hasta que una alianza de derecha encabezada por Sebastián Piñera ganó en las elecciones del 2009. En el 2014 volvió a ganar un frente de Izquierda y en el 2018 es electo por segunda vez Piñera, con un frente de centro derecha.

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En el 2019, más de un millón y medio de chilenos tomaron las calles en disconformidad con el gobierno y la oposición, generando un grave vacío de poder que llevó a la constitución de una Asamblea para modificar la constitución en el año 2021, con un caótico fraccionamiento de la representación y dejando a la cola a los frentes de derecha e izquierda que habían gobernado durante los últimos 30 años. 

En el 2023, como corolario de esta tormenta, un frente de izquierda ganó las elecciones presidenciales. 

Gabriel Boric, un militante comunista asumió la primera magistratura. El socialismo y la derecha salieron terceros y cuartos...parecía que el sistema construido con pico y pala se caía a pedazos…

Sin embargo, la caótica reforma constitucional fue derrotada meses después por el 62% de los votos y ya una comisión multipartidaria ha pactado las reglas de juego para trabajar por consenso en una nueva Constitución. Mientras tanto, los “fundamentals” de una economía ordenada se han mantenido como patrimonio común de todos los chilenos y el promedio de 5% de crecimiento anual se mantiene incólume.

Maldita reelección en América Latina

Hay nubarrones y tormentas por enfrentar – hoy, el sistema de salud y de pensiones privadas- pero hay un mecanismo maduro de “Consenso al Centro” que impide los desmadres y pone los intereses colectivos por encima de las facciones.


Uruguay ilumina a Sudamérica

Después de los gobiernos de transición -refundadores de la democracia - entre 1985 y el 2005- de los presidentes Sanguinetti y Lacalle- el “Frente Amplio” -de izquierda, encabezado por el Partido Tupamaro- asume el gobierno en el 2005 y lo retiene hasta el 2020, cuando asume el Presidente Luis Lacalle Pou, liderando un frente de Centro -por primera vez en la historia, Blancos y Colorados, centenarios rivales, integran un frente JUNTOS sumando a otros 3 partidos.

Uruguay y Chile han logrado, a diferencia de los otros 10 países de la región, superar el péndulo ideológico

A ese nuevo frente le tocó enfrentar los efectos negativos de la pandemia y el complejo equilibrio entre una Argentina y un Brasil que congelan su relación bilateral de la mano de Jair Bolsonaro y Alberto Fernández.

Serios conflictos ideológicos, difícil relación con los vecinos, pero también, igual que Chile, la constante del crecimiento, la reducción de la pobreza, la administración pública austera, el bajo riesgo país y la estabilidad sin inflación.

Sintetizando, Uruguay y Chile han logrado, a diferencia de los otros 10 países de la región, superar el péndulo ideológico y generar una conciencia de PAÍS ÚNICO que no utiliza el argumento de los “proyectos de nación enfrentados” que tantos daños nos siguen haciendo en toda la región.

Cuando todos los países de la región se guían por estos principios, existirán las condiciones para la creación de la gran “UNIÓN SUDAMERICANA” soñada por nuestros padres fundadores y frustrada por nuestra persistente miopía.

*Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Belgrano (CESIUB); ex Embajador en Estados Unidos, Brasil, Unión Europea y China