En Argentina, a más de dos meses del inicio de la cuarentena, muchos hábitos se han modificado y va a ser muy difícil volver a la realidad pre-pandemia, si queremos evitar un rebrote. Se ha hablado mucho sobre “la nueva normalidad”, y aunque suene a un latiguillo, es una realidad innegable que muchos cambios van a ser permanentes y que otros se van a tener que abordar urgentemente. Esta crisis ha refutado muchos prejuicios colectivos, y aquello que parecía imposible hoy resulta concebible.
En las palabras de la novelista y activista india Arundhati Roy “Históricamente, las pandemias han obligado a los humanos a romper con el pasado e imaginar su mundo de nuevo. Es un portal, una puerta de enlace entre un mundo y el siguiente”.
La cuestión es, ¿cómo construimos el nuevo mundo? ¿Qué significa esto en términos de sociedad, ciudadanía y ciudades? Después de todo, la vulnerabilidad de las ciudades se ha puesto en evidencia. Según la ONU, más del 95% de los casos de Covid-19 registrados han sido en zonas urbanas. No llama la atención, considerando que características seminales de las grandes urbes como la aglomeración, la densidad y la mala calidad del aire, son considerados agravantes del virus.
Viviendo en pandemia y después
Debemos repensar nuestras ciudades y reconstruirlas bajo un nuevo paradigma, dejando atrás lo “normal”, ya que es lo que nos llevó a esta crisis; que este trastorno global no sea en vano.
El horizonte del nuevo paradigma debe incorporar el aumento de la resiliencia de nuestras ciudades. Es decir, fortalecer la capacidad de adaptabilidad de nuestros sistemas y de los ciudadanos para poder enfrentar futuras crisis. Vivimos en un contexto de crisis climática, y la incorporación de cambios y herramientas para mitigar la amenaza del calentamiento global deben ser la base que sostiene la transición
En muchos países del mundo se están promoviendo proyectos para ejecutar dicha transición. El más reconocido es el Green New Deal, compendio de políticas públicas “para las personas y para el planeta” impulsado por la congresista demócrata Alexandra Ocasio-Cortez.Estas políticas, enfocadas en un abandono de las energías fósiles, la creación de empleos verdes y una transición justa para todos, son necesarias para impulsar en la agenda política las prioridades de “la nueva normalidad”.
Solidaridad en tiempos de aislamiento
Como primer paso para avanzar en dicha transición, es necesario enaltecer el bienestar de los ciudadanos y ubicarlo como prioridad de toda política pública. La salud, el acceso a un techo digno, alimento, agua, trabajo, educación, conexión, movilidad, comunidad y democracia para todos resume los “esenciales”, lo que necesita cada ciudadano para poder prosperar. Aunque suene redundante, la realidad es que hoy no es el caso. Vivimos en una sociedad que venera el consumo rampante y donde la explotación de recursos no renovables, la destrucción de ecosistemas valiosos y la financiarización de la naturaleza son moneda corriente. Debemos abandonar el concepto de crecimiento por el de prosperidad contemplando los límites planetarios, las políticas públicas deben promover el bienestar humano considerando lo social y ecológicamente justo y seguro. Es una oportunidad única para potenciar la inclusión, apalancando la solidaridad colectiva, para achicar las grandes brechas de la sociedad, en materia de necesidades básicas.
En términos estructurales, uno de los principales temas a abordar es la movilidad. La pandemia ha alterado significativamente la circulación en las ciudades, pero es necesario hacer cambios en el tejido urbano. Democratizar las vías públicas, ampliar el espacio designado a ciclistas, peatones y medios de transporte limpios. En esta línea, la renovación de las flotas de transporte público por flotas limpias es urgente, para reducir la contaminación tanto del aire como sonora. Además, de manera complementaria, debemos impulsar el teletrabajo, evidentemente viable más allá del escepticismo de muchos durante años. Esto reduciría la cantidad de gente circulando por la ciudad, la congestión en las calles y la contaminación. Para posibilitar esto, es necesario la inversión en infraestructura de comunicación.
Negocios con triple impacto: el legado del COVID-19
Otro punto relevante a abordar a nivel ciudad es el resurgimiento de las comunas. La pandemia nos reencontró con los llamados almacenes de barrio, y revalorizó el concepto de cercanía. Es fundamental revitalizar los barrios, descentralizar la ciudad y crear una ciudad policéntrica, creando comunidades autosuficientes con servicios cercanos.
De la mano de este último viene el gran desafío de aumentar la cantidad y calidad de espacios verdes en la ciudad. En este punto, la ciudad de Buenos Aires tiene el triste récord de tan sólo 6mts2 por habitantes, cuando los estándares de la OMS sugieren un mínimo de 10/15 mts2 por habitante. Es fundamental ampliar estos espacios, para impulsar el esparcimiento al aire libre, el contacto con la naturaleza y por la necesidad de mantener la distancia. Además, es esencial reforestar y ampliar la capacidad de absorción de los suelos, para incrementar la mitigación de los efectos del cambio climático, como las inundaciones. Crear cordones verdes donde cultivar alimentos agroecológicos proveería alimentos sanos cultivados ecológicamente, sino que aumentaría los espacios verdes que tanto escasean y generaría un vínculo ciudadano, compartir el cuidado de estos jardines es una actividad que fortalecería los lazos comunitarios.
Por otro lado, fomentar las economías circulares es relevante en este contexto, convirtiendo los desechos de una actividad en el insumo de otra. Esto no sólo reducirá los desechos a nivel municipal, sino que fomenta la separación y la generación de empleos verdes.
Los beneficios de vivir en un edificio sustentable
Esta pandemia aún persiste, pero ya nos ha dejado grandes enseñanzas. Nos ha mostrado la cara que subyace el sistema en el que vivimos. Por un lado, la interconectividad que existe entre cada acción que realizamos. Y por otro nos ha demostrado que dicho sistema, es sostenido por leyes naturales ineludibles. Debemos fortalecer la conexión de las personas entre sí y su capacidad para tomar decisiones e impulsar cambios para sus comunidades y sus ciudades, y así forzar un nuevo paradigma en la toma de decisiones urbanas donde el bienestar triunfe sobre el mercado; una economía y sociedad que incorpore parámetros de calidad ecológica como uno de sus principios organizadores.
Muchos se preguntan qué vamos a hacer después de esto. Quizás la pregunta debería ser: ¿Qué vamos a ser después de esto?
* Coordinadora de Campañas, Greenpeace Argentina