OPINIóN

Massa quiso colgar un cuadro en medio de un incendio

El ministro-candidato no tiene un Sourrouille para hacer renunciar en medio del fuego. Se supo que las medidas para atenuar el fogonazo inflacionario descolocan a inversores, economistas y también al FMI, que volverá a auditar las cuentas argentinas en noviembre.

Sergio Massa
El Gobierno lanza medidas complementarias a los cambios | Noticias Argentinas

Como en la liga de fútbol española, y cada vez más también en la Argentina, Sergio Massa juega por el segundo puesto. Quienes atesoran los números que cada día llegan al candidato- ministro están persuadidos de que el peronismo superará el desafío de octubre y co- protagonizará el balotaje del 9 de noviembre con Javier Milei.

Buenos competidores, Milei y el massismo se dispensan entretanto favores como la postergación del tratamiento en el Congreso del proyecto de ley del Presupuesto Nacional, repudiada por la oposición de Juntos por el Cambio. Con una inflación corriendo al 124 por ciento anual y creciendo, la verdad es que no hay quien pueda proyectar qué pasará con la economía ya no en 2024, sino la semana próxima.  

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Lo que suceda después del 22 de octubre es entonces incierto. Difícil hacer predicciones, sobre todo cuando se trata del futuro, dice el refranero. En el laboratorio del massismo intentan con todo desentrañar cuál sería la suerte del peronismo en una eventual segunda vuelta con el libertario. Parten de una encuesta que atribuye a Milei un 36%, a Massa un 32% y a Patricia Bullrich 25% de intención de voto en la primera vuelta, números del corte del lunes y que parecen haberse acomodado más o menos en buena parte de las mediciones que se han hecho públicas en las últimas semanas.

Sin embargo este jueves 14 por la tarde, las usinas de información del ministro difundieron que la intención de voto Milei habría caído 1,5 puntos, con un ligero crecimiento de las candidaturas de Massa (0,7 puntos) y Patricia Bullrich (0,5)

Si los números fueran esos, la interpretación del massismo es que la candidatura de Massa seguiría siendo competitiva y tendría chances de vencer a Milei en una segunda vuelta. Si la diferencia se estirara en cambio a 7 u 8 puntos, pongamos 37% a 30%, no hay vida para Massa después del balotaje, siempre según esa lectura. Y la vida incluso podría terminar antes. 

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En estos supuestos sostiene Massa su programa de “alivio” a los bolsillos estragados por la trepada incontrolable de precios que siguió a la devaluación de agosto pasado. Como dijo el secretario de Política Económica, virtual viceministro, Gabriel Rubinstein, Economía se prepara para un “efecto arrastre” de esa suba en septiembre, que lideraron los alimentos con un 15,6%, 3,2% por encima del nivel general.

El mismo Rubinstein declaró que Economía sigue comprometida con el cumplimiento de la metas acordadas con el FMI, como publicó Bloomberg, a pesar del pesimismo creciente de los burócratas del organismo, inversores y economistas por el impacto fiscal de medidas como la eliminación masiva de Ganancias -un impuesto sobre el que los economistas se han cansado de decir que es el más progresivo- y el recorte del IVA en productos de la canasta para jubilados, monotributistas y beneficiarios de planes sociales.

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Ese sentimiento caló ahora en el Tesoro de los Estados Unidos, departamento al que el presidente Joe Biden pidió expresamente, ante la secretaria Jannet Yellen en persona, que no deje ahogar a la Argentina durante el encuentro que compartieron con Alberto Fernández y sus equipos en Washington, en marzo pasado. Marzo está muy lejos: el Tesoro hizo trascender en los últimos días un mensaje del responsable de Asuntos Internacionales, Jay Sambaugh que demanda al FMI  “firmeza” para mantener los ajustes de política económica que sean necesarios. Esa declaración, que publicó La Nación, cuestionaba además los programas de “refinanciación de deuda y la aprobación de revisiones” con el único fin de evitar incumplimientos. Massa estuvo con Sambaugh en febrero pasado, antes del viaje de Fernández a Washington, en la ciudad india de Bengalauru, durante el encuentro de ministros de Economía del G20. Sambaugh no pudo sino estar pensando en la Argentina, principal deudor global del Fondo, mientras exponía.  

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De modo que no son sólo los tradicionales contradictores en el FMI -Japón, Alemania- los que cuestionan el curso que han tomado las negociaciones entre la Argentina y el organismo, que acaba de liberar, hace apenas tres semanas, un desembolso de US$ 7.500 millones a cambio de una depreciación de casi un 20% del peso, como le recrimina un Massa perplejo.  Llevado por la tradicional reticencia del Tesoro,Washington podría haber cruzado ya un umbral en relación a la situación en la Argentina. El último sábado, en el contacto informal que tuvieron en Nueva Delhi, Fernández agradeció a Biden sus gestiones en favor de que el FMI destrabara los fondos. La Argentina, se sabe incumplió las metas correspondientes a la quinta y sexta revisión del Acuerdo de Facilidades Extendidas firmado por Martín Guzmán, que siguió al stand by de US$45.000 solicitado por Mauricio Macri. Dos instancias en los que se refugia Massa para explicar el momento, y que se suman a las conocidas: pandemia, guerra en Ucrania, sequía. En noviembre, después de las elecciones, habrá una nueva revisión. 

Con la saga de anuncios de las últimas semanas, Massa colgó un cuadro en medio de un incendio. Las llamas lo devorarán. No tiene ni siquiera la fortuna de Eduardo César Angeloz, quien le arrancó a Raúl Alfonsín la renuncia de Juan Sourrouille durante aquellos fuegos de 1989. Pero la salida del ministro de Economía radical resultó inútil para la candidatura del gobernador cordobés frente a la envolvente ola del menemismo. Sin remate. 

CP