En estos últimos meses, hemos asistido a un recrudecimiento del conflicto político y social en América Latina, junto a una fuerte crisis de legitimidad de los modelos institucionales que se habían consolidado con la democracia, a comienzos de la década de los ochenta del pasado siglo. Considerado un modelo en este sentido, Chile mostró la enorme crisis de representación que se escondía subyacente en una Constitución generada por una dictadura militar, bajo el neoliberalismo imperante, y que continuó durante décadas.
Venezuela, ya lejana de la promesa del socialismo del siglo XXI, erosionó su democracia a tal punto que se convirtió en una nueva forma de autoritarismo.Bolivia, que había logrado un crecimiento económico sostenido con una política socio-económica de contenido distribucionista, realizó elecciones con fuertes irregulares en un proceso que intentaba perpetuar en el poder a Evo Morales, lo que precipitó un golpe de Estado de carácter cívico-militar.Ecuador se vio durante semanas afectado por una enorme movilización social contra las políticas de Lenin Moreno, con una fuerte represión por parte del gobierno.
Escribe Martín Balza: Defensa Nacional, ¿esperando a Godot?
En Colombia ha comenzado también una serie de reclamos y movilizaciones, mientras el Proceso de Paz se encuentra estancado. Brasil, luego de un dudoso juicio y encarcelamiento del ex presidente Lula da Silva, se encuentra gobernado por una extrema derecha.
Si bien no debemos generalizar ni sacar conclusiones apresuradas, uno de los elementos comunes en todos estos procesos de inestabilidad y erosión democrática es la aparición del factor militar. Ya sea para sostener a los gobiernos, mantener el orden y reprimir manifestaciones o, como ya hemos mencionado, para realizar un típico golpe. Por izquierda o derecha, las FF.AA. han vuelto a escena en roles que no les resultan específicos. Esto nos lleva al planteo del fracaso de los mecanismos de “control civil subjetivo”, en los términos acuñados por Samuel Huntington en su célebre obra “El soldado y el Estado”.
La Argentina, más allá de las crisis económicas y de la oscilación bipolar entre modelos neo-populistas y versiones del neoliberalismo, ha mantenido a los militares alejados de la escena política. Luego de décadas de golpes y dictaduras militares y del suceso de la Guerra de Malvinas, los militares dejaron de ser un factor fundamental de poder o árbitros del proceso político.
Esto fue acompañado de un sostenido desfinanciamiento de la estructura militar, perdiendo prácticamente toda capacidad operativa. Superados la mayoría de los juicios por violaciones a los derechos humanos, y sin uniformados que hayan participado en la última dictadura en actividad, se abre una oportunidad muy interesante para cuestionarnos y reformular los roles esenciales de las FF.AA. de cara al futuro.
A mediados del siglo XX, el predominio de la Doctrina de la Defensa Nacional permitió que los militares se insertaran en un modelo de país que se industrializó y generó una fuerte distribución de la renta. Luego, ya instaurada la Guerra Fría, asistimos al predominio de la Doctrina de la Seguridad Nacional, justificadora ideológica de la intervención militar en la política de la región y de la instrumentalización del terrorismo de Estado.
Los desafíos para la defensa y la necesidad de una cooperación interagencial
El momento actual en el país nos permite comenzar a pensar en una reestructuración de las FF.AA., modernizándolas. Se necesita adecuar el aparato militar a un mundo globalizado, en el que la tecnología juega un rol cada vez más preponderante. Nos encontramos muy lejos de las viejas hipótesis de conflicto con los países vecinos. Del eventual conflicto pasamos a la integración regional y la cooperación.
En los últimos 15 años, hemos realizado algunos avances doctrinarios importantes como el programa “La Defensa Nacional en la Agenda Democrática” y la elaboración de los “Libros Blancos de la Defensa”. Recientemente, en el Congreso Nacional, se realizó el seminario “Los Desafíos de la Defensa Nacional para la Próxima Década”, en el cual participaron legisladores y expertos en la temática de las principales bancadas, lo que permite vislumbrar la superación de las “grietas” en materia de defensa.
El macrismo deja limitadas mejoras para las FF.AA.
Asimismo, ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados la creación del “Fondo para la Recuperación de las Capacidades para la Defensa” (FONDEP). Necesitamos articular estas problemáticas a una visión más amplia del desarrollo integral del país, en donde la defensa debe ser una de sus aristas. El próximo ministro del área tendrá el enorme desafío de elaborar de manera consensuada una Nueva Doctrina de la Defensa Nacional. Las diferentes concepciones al respecto son lógicas dentro de un régimen democrático.Siempre tendremos halcones y palomas, pero lo que necesitamos son horneros.
* Miembro del Centro de Estudios Económicos e Históricos sobre el Desarrollo (CEEHD) de la Universidad de Belgrano.