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Camaño: "Es obsceno que los dirigentes sigan bailando en el Titanic y brindando"

La diputada del Frente Renovador criticó con dureza a la clase dirigente y alertó: "El país está en terapia intensiva".

Graciela Camaño, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
Graciela Camaño, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. | Marcelo Aballay

Graciela Camaño fue entrevistada por el CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia, para el programa Periodismo Puro, que se emite por Net TV. En uno de los tramos de la entrevista realizó un duro señalamiento acerca de la actitud de la clase política en este momento de crisis: "Es obsceno que los dirigentes sigan bailando arriba del Titanic, tomando champagne y brindando. Quien piense que podrá manejar la situación solo está equivocado. El país está en terapia intensiva. No solamente por la problemática social, sino porque se está endeudando al país y tirando la pelota para adelante", disparó.

—En enero, usted dijo que votaría a Lavagna y que nunca lo haría por Cristina. Le voy a leer un textual: “Tengo un problema grave, mi buena memoria. Tengo memoria de todos los desaciertos políticos de la última gestión del kirchnerismo". Si Sergio (Massa) fuese a una alianza con el kirchnerismo, ¿lo seguiría?

—Respetaré lo que decida: lo considero muy inteligente, aún cuando no lo comparta. Pero tomaré mi propia decisión política. Hace un año le planteé a Massa que me retiraría un poco, especialmente de la posibilidad de reelegir. No estoy muy segura de tener las mismas ganas de seguir haciendo política desde un lugar de poder. Hay otros lugares desde donde uno también puede hacer mucho por su país. Por ejemplo, me preocupa mucho el tema del cambio climático. El país pierde millones de dólares por esta cuestión. Estoy pensando en crear una a una ONG, canalizar mi compromiso con el país sin tener un cargo.

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—¿Y como votante? ¿Seguirá el camino de Luis Barrionuevo, su marido, que votará a Roberto Lavagna?

—Espero que se pueda constituir la tercera vía, y emitir mi voto por ese lado.

—¿Y si no se constituyera?, ¿votaría por el kirchnerismo?

—No votaría ni a Macri ni a Cristina.

—Voy a leerle otro textual: 'Aspiramos a que nunca más un liberal con un libro de autoayuda quiera convencer al pueblo que todo lo que logró es ventaja, que todo lo que se logró no es prolijo. ¡A la mierda con los prolijos!, nos están llevando a la ruina, están hipotecando al país”. ¿Cómo definiría a esos “prolijos” y a sus adversarios?

—Fue un discurso de trinchera (risas). Fue después de una discusión con el jefe de Gabinete. Surgió luego de un trabajo sumamente relevante que hicimos, antes de que explote toda la crisis. En ese mismo informe advertíamos qué podía suceder. El diputado Marco Lavagna en persona le entregó la carpeta con los datos. Acá se perdió muchísimo dinero que nunca se sabrá dónde fue a parar, quiénes son los beneficiarios de semejantes ganancias que se perdieron en un pase de timba, de la timba financiera. Ahí fue cuando vino Peña, con un mensaje muy estudiado: pelearse con los kirchneristas y ser prolijo con los demás. Se manejó con buenos modales. A eso me refería yo: creer que se es prolijo porque se habla con buenos modales, mientras que el país sufría el endeudamiento y la fuga de divisas más brutales de los últimos tiempos.

—Abramos ahora un capítulo relacionado con corrupción y política. ¿Hay un prejuicio en pensar que la corrupción en el kirchnerismo fue peor que con el macrismo?

—Lo que pasa es que el kirchnerismo abandonó el poder y está siendo investigado. En el caso del macrismo, las causas están en sede judicial y no se mueven. Se cumple la apotegma de que la justicia no investiga a un gobierno en funciones.

Graciela Camaño: "La realidad los va a llevar a tener que hacer un gobierno de consenso. La realidad, ni más ni menos".

—Pero el prejuicio trasciende a la justicia, Está en la opinión pública, en los medios.

—Los escándalos del macrismo son muy grandes. El macrismo involucró a una serie de funcionarios públicos durante prácticamente dos años para que le resuelvan el problema del Correo a la familia Macri. El dictamen de la fiscal es categórico en todos los sentidos: además está involucrado un banco a través del cual se pagaron las coimas de Odebrecht (algo, esto último, que reconoció la propia empresa brasileña). El capítulo del correo es muy interesante para ver cómo se dio la cuestión de la corrupción durante el macrismo. El otro tema es el de los Panama Papers. Quedó oculto, salvo por algún buen periodista que, cada tanto, le da visibilidad. En otros países el tema produjo hasta renuncias de presidentes. Acá casi no se investigó.

—Usted también hizo una denuncia directamente a la Oficina Anticorrupción.

—Por el tema del Correo. Fue porque Laura Alonso hizo un informe respecto del patrimonio del Presidente de La Nación en el que ni siquiera toma en cuenta las declaraciones juradas del Presidente. Con ese informe, Gabriela Michetti firma un decreto en el que lo exonera a Macri, junto a Peña. Por eso la denuncié.

—¿La Oficina Anticorrupción no tendría que estar al frente de alguien de la oposición?

—En realidad fue creada de esta manera, en la época del doctor De La Rúa. Allí hace falta un buen fiscal de investigaciones administrativas. Sería una instancia con prerrogativas como las que pidió en algún momento Manuel Garrido y que no le fueron otorgadas. El resultado es que se vea achatada su labor e, incluso, su función. Este gobierno tiene una oficina anticorrupción muy preocupada por las causas del gobierno anterior. Con lo cual debemos suponer que en el próximo gobierno, si no es macrista, estará muy activa con las causas del macrismo. En la Argentina fallan todos los órganos de control, lamentablemente.

Jaime Duran Barba pronosticó una crisis institucional en el caso de que triunfase la fórmula Fernández-Fernández. Su tesis es que Alberto Fernández no es una persona dócil. Para este asesor es inimaginable un vicepresidente que tenga el poder y un presidente formal. Es algo que que más tarde o más temprano producirá una crisis institucional. ¿Le asigna a ese pronóstico algún asidero?

—Cada uno dice lo que piensa. Como opinar es gratis, todo el mundo opina. Realmente el próximo gobierno va a tener complicaciones, sea del signo político que sea: el país está en un problema muy serio, el Fondo Monetario Internacional lo tiene aguantando el default. No solamente va a ser duro para alguien que pueda provenir del kirchnerismo, sino que también puede ser duro para alguien que pueda prevenir de la amplia avenida del medio. Y mucho más duro va a ser para el macrismo, porque si no se ponen en serio las pilas para sacar el país para adelante la gente no va a tener la paciencia que tuvo hasta hoy. No estamos en condiciones de suponer que se pueden mantener compartimentos estancos. Por eso desde el principio dijimos que es necesario construir un diálogo. El próximo gobierno va a tener que tener un diálogo institucionalizado con las demás fuerzas políticas porque va a ser muy difícil. Va a ser muy difícil que los argentinos voten pensando que van a cambiar, aún con Cambiemos, que al otro día no pasará nada. El endeudamiento que tiene el país es feroz. Los vencimientos que tiene el próximo gobierno son feroces. Me da la impresión de que es imposible hacer futurismo ante esa situación. Hacer futurología sobre alguien que no gobernó aún me parece una estupidez.

—Pero en su caso particular... ¿usted imagina a Alberto Fernández un Presidente que, de asumir los atributos, los ejercería plenamente? A pesar de tener de vicepresidente a quien le ha dado la posibilidad de ser electo...

—No lo sé. No comparto nada de la interna de ese espacio. No sé cómo son los planes, cómo se dan los vínculos, las relaciones.

—Hay una cosa que usted sí sabe, por su experiencia en el Consejo de la Magistratura, Alberto Fernández dijo que habría que revisar lo actuado por los jueces de Comodoro Py en las causas que implicaron a la expresidenta Cristina Kirchner, dijo textualmente que: 'en algunas causas se escribieron barrabasadas'.

—Me llama la atención porque es profesor de derecho penal y sabe que la independencia de la justicia es un dato existente en la Constitución. Se puede llegar a examinar las conductas de los jefes, pero nunca sus fallos. Ahí hay un desliz discursivo que es inaceptable para un profesor de un catedrático.

—¿No imagina la posibilidad de un indulto presidencial en el caso de que Cristina Kirchner tuviera condena confirmada? ¿No imagina que eso pueda dar a suponer que es un mensaje hacia futuro?

—Sería un escenario muy fuerte. Porque además. acá nadie tiene la mayoría. Acá el electorado está dividido en tres partes. Si nosotros no entendemos qué significa eso para un próximo gobierno, y el nivel de cuidado que implica para gobernar en armonía y sacar este país de la enorme dificultad social en la que se encuentra, estamos en problemas. Me causa sorpresa escuchar a algunos dirigentes, algunas argumentaciones o algunas expresiones políticas. Eso permite ver de manera palmaria la diferencia que existe entre la persona común y sus necesidades y la dirigencia o el analista de turno. Hay un divorcio terrible. Mire, pensar que en el país existe más de un 30% de personas en la pobreza, casi un 40% de personas con trabajo no registrado. El desempleo cada vez es más alto. Y es, además, un desempleo que se sostiene en el tiempo, el nivel de desculturización que tiene este país, de falta de educación que tiene este país, de inseguridad ciudadana y de la otra... Entonces, pensar que en un país que es prácticamente un polvorín que está contenido sólo por la buena voluntad de los propios argentinos. Es obsceno que los dirigentes sigan bailando arriba del Titanic, tomando champagne y brindando. Quien piense que podrá manejar la situación solo está equivocado. El país está en terapia intensiva. No solamente por la problemática social, sino porque se está endeudando al país y tirando la pelota para adelante.

—¿Quiénes son los que brindan en la cubierta del Titanic?

—Los que hacen este tipo de comentarios: los que dicen que fulano va a hacer esto o lo otro. No va a haber margen para hacer eso. En algún momento se le va a terminar la paciencia a la gente y no podemos hacer eso.

—¿No va a haber otra alternativa que hacer un gobierno de consenso? 

—La realidad los va a llevar a tener que hacer un gobierno de consenso. La realidad, ni más ni menos.

JPA CP