PERIODISMO PURO

Guillermo Calvo: "Con Macri la economía no hubiese sido mejor porque la pandemia es la pandemia"

El economista fue entrevistado por Jorge Fontevecchia para su ciclo Periodismo Puro. Habló de cómo la economía mundial se verá afectada por el coronavirus y en este tramo se refirió a la Argentina en particular.

REPORTAJE DE FONTEVECCHIA A GUILLERMO CALVO 20201022
REPORTAJE DE FONTEVECCHIA A GUILLERMO CALVO | JUAN OBREGON

—En plena campaña electoral, y cuando todavía se suponía que Mauricio Macri tenía grandes posibilidades de ser reelecto, usted tuvo una de sus célebres frases anticipatorias. Dijo que quizás no sería tan malo para la Argentina que ganase el peronismo, que incluso sería hasta mejor, porque el peronismo tendría la capacidad política para hacer reformas que Macri no conseguiría en el Congreso. Más allá de la pandemia, ¿cómo ve al peronismo a un año de haber triunfado?

—Lo que dije estaba inspirado por otras experiencias de diferentes países del mundo. En particular por lo que hizo Lula en su primera administración. Por un tempo se pensó que sería el fin del mundo, porque había dicho que no quería pagar las deudas y cosas por el estilo. Pero nombró a un banquero de un banco importante internacional que siguió una política muy ortodoxa, que fue muy exitosa. La izquierda tiene algunas ventajas sobre la derecha: tiene la confianza de la gente frente a un ajuste. La gente piensa que se está haciendo por ellos. El ajuste es costoso, además se le puede echar la culpa al anterior. Ese era el punto. Miraba la administración de Macri, cómo se caía la forma en que estaba manejando esa transición que le estaba haciendo a la oposición facilitándole la crítica. Iba a tener que hacer un ajuste y perdería la poca reputación que tenía. A la clase media tampoco le gustan los ajustes. También yo estaba muy preocupado ante la alternativa de que subiera la gente que maneja el país hoy día. No por razones políticas, sino porque me preocupa la manera de hacer política económica que tienen, pero reconocía esa ventaja. Aprendí entonces qué significaba la grieta vista desde afuera. Aprendí también que la gente no diferencia muy bien entre condición necesaria y condición suficiente. El riesgo era que con Macri las cosas podrían estar mucho peor. Pero volviendo concretamente a la pregunta, es difícil de responder porque la pandemia complica las cosas. Nos va mal y la oposición critica. Es algo que se observa en todas partes. En Europa pasa todo el tiempo: nadie está contento con nada con la cuarentena. Es difícil saber qué hubieran hecho en otro contexto. Hubieran traído posiblemente a Martín Guzmán, que es un economista bien formado, ningún loco, que hubiera ordenado las cuentas y le hubiera sido más fácil a Fernández, a los Fernández, manejar la economía. Tal vez se hubiera estabilizado y sería una historia diferente. Pero está la pandemia. Hay un sesgo que observo a nivel periodístico de decir que esto no pasa en ninguna otra parte. Cada vez que lo escucho pienso en muchos países a los que les sucede lo mismo. El otro día escuchaba a alguien que decía que los argentinos están desconectados del mundo. Y también está pasando eso. Hay una pelea adentro de Argentina que genera la sensación de que están en el fin del mundo, como dijo el Papa, peleándose, cuando los problemas son muy graves.

—Quizás sería más fácil entonces imaginar cómo hubiera sido con la pandemia si hubiera ganado Macri. ¿Habría diferencias o finalmente hubiera terminado haciendo lo mismo que están haciendo todos los países de acuerdo a sus posibilidades?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

—No hubiese sido mucho mejor, porque la pandemia es la pandemia y dependemos de la gente que nos asesora. Gente muy seria, obviamente. Son científicos, y los científicos estamos en el negocio de equivocarnos, especialmente cuando son objetos nuevos. Se enfrentan realmente a una incertidumbre knightiana: como no conocen el bicho, no pueden formalizar probabilidades. Toman decisiones, aconsejan una cosa y, de golpe, sale el tiro por la culata. ¿Tienen la culpa o no tienen todo el conocimiento? Estuve en Buenos Aires cuando se discutió el tema de las jubilaciones. Me encontraba cerca del Congreso viendo la barbaridad que estaban haciendo con las piedras. Los macristas serían incapaces de hacer algo así. Como oposición, desde el punto de vista social, son más bienvenidos que los kirchneristas, o quienes hayan hecho esas protestas. En ese sentido, a Macri le hubiera ido peor, pero no por él sino por la oposición de Macri.

"La crisis del coronavirus es un shock en la distribución del ingreso"

—Se repite que el peronismo gobierna con éxito en momentos en que hay para repartir y se produce expansión, y que cuando su modelo distribucionista llega a un límite se pasa a un gobierno que no sea peronista para que pague el costo. También en 2015 se decía que había algo así como una bomba que le pasaban a Macri, pero esa bomba no explotó y pasó nuevamente al peronismo gracias al crédito de casi 50 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. ¿Existe un “plan traspaso de bomba” y ahora el peronismo es quien tendrá que sufrir su costo?

—Me cuesta creer que exista tanta racionalidad, honestamente. Yendo para atrás, Carlos Menem es diferente a Néstor Kirchner. No lo veo manipulando las cosas. Tampoco lo veo digitando las cosas a Donald Trump. Si hay algo que Trump no está demostrando es una predilección por la lógica y la ciencia, todo lo contrario. No creo que entienda para nada la mecánica de la Argentina. No veo gente experta acá que entienda tanto las cosas como para manipularlas hasta tal punto. La Argentina es un porotito en el mundo. Es 0,5% del producto mundial. Estados Unidos no se tomaría el trabajo de manipularla. Si hubo algo en este caso es un enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Tienen el temor, que comparto, de que los chinos se metan. Carmen Reinhart, de quien ya hablamos, tiene unos trabajos muy interesantes que muestran todo lo que están prestando los chinos, que nadie sabe muy bien, y que además son los que no perdonan. Algunos problemas de sobreendeudamiento no se están pudiendo arreglar. El último caso sobre el que leí es el de Zambia. Los chinos son uno de los prestamistas y quieren cobrar y punto. Pakistán también se queja. Tengo temor por la Argentina, porque tiene necesidad de financiamiento, está entre la espada y la pared. Es muy difícil que siga la situación así, es algo en lo que coincidimos todos los economistas. Y en la mitad se pueden meter los chinos y hacer pasar los miles de millones que están en el Banco Central y pasarlos a dólares. El riesgo es quedar endeudados con los chinos. Y honestamente eso es diferente. China es un país, no es un inversor privado, y tiene esa tradición de ser durísimo. El político puede verse tentado a hacer un arreglo con los chinos. A Donald Trump no le importa por el bienestar de los argentinos. Pero sí le preocupa no perder lo que se llama en inglés el backyard.

—El patio trasero.

—Exactamente. Que se meta Estados Unidos tiene más que ver con China que con la transición entre peronistas y no peronistas.

—¿Y usted cree que un gobierno peronista que enfrenta una crisis de este tamaño puede terminar rompiendo lo que podríamos llamar “la garantía de éxito” que normalmente tuvo el peronismo, salvo en el episodio de Isabel Perón?

—No le va a ser fácil en este momento. Si bien la soja se apreció un poquito, no veo que sea el superciclo de las commodities en esta vuelta. Y Estados Unidos en algún momento empezará a retraer ese flujo de liquidez que puso y eso traerá problemas. No será para nada fácil. La situación desde el punto de vista económico se parece mucho a la de Alfonsín en 1989, donde no tienen cartas, excepto un milagro. O que se tomen medidas que algunos economistas plantean. No tengo idea de si eso es posible. Que se cambie la moneda o se pesifique, cosas que se hicieron en 2001 y 2002. Son medidas muy impopulares. El kirchnerismo asumió cuando todo el trabajo sucio lo habían hecho Eduardo Duhalde y Jorge Remes Lenicov. Tenían un superávit fiscal de 4%, que lo gastaron. Cuando llegó Cristina siguió gastando, pero yo sospecho que Néstor no hubiera hecho eso. Le dio hasta que llegó Macri, pero están entre la espada y la pared.

—¿Se refiere a una devaluación de la moneda del dólar oficial al valor del dólar libre cuando habla de un cambio de moneda o pesificación? Multiplicar por una hiperdevaluación.

—Podría ser eso. No sé cómo se tomará.

—¿Un cambio drástico?

—Un cambio drástico. Ojalá no sea necesario. Me preocupa que lo manejen bien. Trabajé toda mi vida en temas monetarios. Precisamente porque la moneda son papelitos de colores. Hay muy poco respeto por parte de quien la usa. Se la quieren sacar de encima. Las expectativas juegan un papel fundamental. Veo que el Presidente que es un buen abogado, pero no entiende la relevancia de las expectativas. Manejando bien las expectativas estamos en una situación perfecta. La deuda argentina no es alta. Si se pagara una tasa de interés de casi cero no tendríamos ningún problema. Podríamos aumentar el déficit fiscal con tranquilidad y financiar todo esto. Se necesita alguien que llegue y que puede establecer confianza. Pero si el Presidente dice que “quisiera ir con Evo Morales de vuelta a Bolivia” avala a una persona que rompió las reglas de juego en su país. Así es difícil que el mercado le crea. Me duele realmente, porque no tiene por qué pasar.

Martín Guzmán es de la misma universidad que usted; recién dijo que estaba bien formado. ¿Qué opinión tiene sobre su renegociación de la deuda?

—En primer lugar, le deseo la mejor suerte. Es un chico joven, es su primera experiencia en estas cosas y se metió en un berenjenal. Los economistas no tenemos control de todo, depende de la política. Le pusieron una papa caliente que manejó más o menos bien. Tengo críticas que son marginales. Es un discípulo de Joseph Stiglitz, a quien conozco desde hace cincuenta años. Compartimos un lapso en la Universidad de Yale. Yo era estudiante y él ya era profesor asistente. Con Joe siempre nos enfrentamos en muchos foros. Se puede pensar un modelo precioso, pero en el modelo el tema de credibilidad no entra. En el caso argentino, con la inflación como factor, la credibilidad es clave. Hay un papel escrito por ambos en el que se dice lo que posiblemente haga Guzmán. El paper señala que uno puede jugar con las tasas reales de cambio en diferentes sectores, tener una tasa de cambio para cada sector más o menos. Me parece que no es realista. Y en ningún lugar dicen qué pasaría si no les creen. Todo mi trabajo estuvo centrado, en cambio, en la importancia de la credibilidad. Así que tengo un sesgo en ese sentido. Veo eso y me digo que les falta Hamlet en el libro. Me preocupa saber si Martín incorporó los temas de credibilidad. Posiblemente sí. Académicamente, me preocupa no haberlo leído en su paper.

"Guzmán se metió es un berenjenal, le deseo suerte. Los economistas no tenemos control de todo, depende de la política"

—Argentina viene teniendo tasas de inflación superiores al 30% desde ya hace siete años. Por momentos se acerca al 50%. No crea empleo privado. Tiene los mismos 5 millones y pico de empleados en el sector privado en relación de dependencia que pagan la misma jubilación que había en los 70, cuando la población es casi el doble. Tanto Mauricio Macri como Alberto Fernández parecen aceptar convivir con una inflación alta. La hiperinflación del final de Alfonsín y comienzo de Menem hizo necesario el plan de convertibiidad. ¿Hay conciencia del nivel de crisis en Argentina? ¿Basta con el gradualismo?

—Gradualismo es no decir nada. José Alfredo Martínez de Hoz dijo algo así, pero usaba otra palabra. Parece querer decir “voy a hacer lo que me parezca a mí en el futuro, pero no te voy a decir cómo lo voy a hacer”. Es invitar a que el sistema funcione en base a las expectativas de la gente. La gente no sabe qué hará su gobernante. Es una situación muy anómala. No sé qué quiere decir el Presidente cuando afirma que no hace planes porque los planes fallan. Es como no ir al médico porque los médicos se equivocan. Es reconocer que no se lleva bien con la ciencia. Y en la ciencia hay ensayo y error; probar y corregir. No hay nada malo. En el problema argentino hay una cosa más de fondo que puede explicar esta situación en la que los gobernantes tratan de hacer algo excesivo por la gente y solo lo pueden hacer en la bonanza, hasta que la cosa explota, algo cíclico. Cuando miro la tasa de ahorro de los argentinos veo un país que se dedica a consumir. La tasa de ahorro más reciente es 13% del producto. Me voy a Japón, un país rico que podría tener un ahorro bajo, y tienen un 30%. Me voy a China, tienen 40%. Los argentinos no ahorramos nada. Si quiero crecer, necesito invertir. La inversión, para que Argentina crezca, debería ser mucho mayor; como el ahorro es poco, tiene que venir de afuera. Eso es lo que llamamos déficit de cuenta corriente. Son fondos de afuera que vienen y cuando cambian un poco las cosas, se van. Depender tanto del ahorro externo y no tener una moneda fuerte no es bueno, Estados Unidos también depende mucho del ahorro interno. Cuando les falta, imprimen, y no pasa nada. Nosotros no podemos imprimir, entonces estamos metidos en esta situación porque no ahorramos. No podemos crecer de acuerdo a las aspiraciones muy merecidas por la calidad del capital humano que tenemos, particularmente en la ciencia y en las artes. Ahí interviene el gobierno, pero de una manera que no es sostenible. Sinceramente no sé por qué la gente no ahorra más.

—Ahorra en dólares. Porque el ahorro en dólares dentro y fuera del país es importante.

—Me refiero al ahorro total. Lo que hace el argentino, y es perfectamente comprensible, es poner una parte en dólares. Es necesario un ahorro por arriba.

—Que los argentinos usaran los dólares para invertir.

—Exactamente. Vino un gran aumento de precios de las commodities y fuimos para arriba. Pero cayó el nivel de precios y quedamos desnudos. Es un tema complejo, del que no se habla. Y ciertas cosas que se dicen hacen daño a la inversión. Hubo toda una discusión sobre el IVA. Dijeron que si bajaban el IVA aumentaría la ganancia de los empresarios: ¿entonces por qué no lo suben? Están pensando un problema de precios, cuando la Argentina tiene un problema de inversión. Entonces no les den un peso más a los ricos porque creerán que los ricos comen todo. ¿Usted cree que un billonario tiene tiempo para comer todo lo que tiene? Un billonario es un tipo que maneja la plata de otros. Tendrá su nombre, pero trabaja para el resto, es un voluntario, no necesita hacerlo. Hablo con otros colegas y me dicen “Es de no creer”. Eso es lo que veo que está mal. Falta una educación fundamental. Tal vez es gente muy educada, no quiero sonar insultante, pero me preocupa dada la coyuntura en la que estamos.

"Están pensando un problema de precios, cuando la Argentina tiene un problema de inversión"

—Tenemos una inflación de 30/40% que se acerca por momentos a 50%, que puede tener una contingencia de que si se devalúa en algún momento pase a 60 y después vuelva a 40. ¿Convivir con esos niveles de inflación es sustentable? Y quiero decir esto: ¿no es imprescindible un plan antiinflacionario que pueda ordenar la macroeconomía?

—Indudablemente. Con la inflación no se va a ninguna parte. Menos con inflaciones tan erráticas. Creo que en ciertos momentos entre los economistas había cierto consenso respecto de que inflación de menos del 20% o hasta por ahí era bueno. Que no estaba tan mal. Pero inflaciones que suben, bajan, que tienen que ver con factores que no controla bien el Banco Central, como sucede ahora con el cepo y todo eso, no. ¿Cómo hace uno el cálculo? ¿Cuánto voy a sacar al fin del día? Y la mayoría de la gente naturalmente piensa en dólares. Un inversor que pone plata, que pone cien millones de dólares, quiere saber cuánto va a sacar. Efectivamente es razonable. Si yo tengo una política inflacionaria errática, la tasa de cambio va a ser errática. Es otra razón por la cual el inversor no va a venir. Y ahí tenemos esa historia de que todos los economistas dicen que tenemos setenta años de no crecer. Se debe a eso.

—¿Imagina que el plan de Martín Guzmán es colocar la inflación por debajo del 20% gradualmente?

—La verdad es que no sé. Lo vi poco en Columbia. Columbia es una sociedad donde la mayoría de nosotros pasamos gran parte del tiempo en la ópera y no socializamos mucho. Estábamos en edificios diferentes, pero es una persona muy empática, muy agradable.

—Si estuviera en los zapatos de Guzmán en esta Argentina de hoy, ¿haría un plan antiinflacionario, una revolución en la macroeconomía, o haría un gradualismo que lleve la inflación a casi el 20%?

—Gradualismo no. No sé muy bien qué significa. Gradualismo dentro del contexto de un plan, sí.

—¿Y qué haría si le tocara esto?

—Renunciar… huir…

—¿Pero si no le quedara alternativa?

—Sería la labor más difícil de mi vida. Si no me quedara alternativa, creo que habría que llegar a algún consenso nacional de que hay que hacer ciertas cosas. Algo como hizo Israel. Israel es un caso muy lindo, muy interesante. A mediados del 80, Israel era nuestro hermano en la economía. Teníamos el mismo problema: inflación que no podíamos parar, atraso cambiario, tasas de cambio, tablita. Falló todo. Hasta que un día, cuando ya existía la impresión de que eso no va más, una situación parecida a la de ahora, se juntaron los sindicatos y aceptaron un corte de salarios del 20%. En la crisis de 2008 hubo países pequeños de Europa que hicieron lo mismo. Lo primero que hay que asegurarse es que esto sea estable, porque si yo no puedo hacer el ajuste que es necesario la inflación nos come vivos y ahí no sé cómo terminamos. Entonces yo diría que la primera cosa es que habría que buscar algo que se considere socialmente aceptable, para lo cual el liderazgo político es fundamental.

—¿Lo que no hace el Gobierno lo termina haciendo el mercado? Remes Lenicov había hecho la tarea sucia que le permitió luego a Roberto Lavagna construir una economía de superávits gemelos.

—Es lo que termina pasando. Ricardo López Murphy trató de bajar el salario de algunos empleados del gobierno y se tuvo que ir. Era insignificante lo que proponía. Y los salarios cayeron como una piedra después. Ahora, ¿le hace bien al político? No, al político de turno lo quemó. Quedó sin futuro. No es algo que el político quiera fomentar. Es algo que le va a pasar al político, que le puede pasar a Fernández, a los Fernández. En la Argentina tuvimos tantas experiencias que es cuestión de ir y leer hacia atrás y ver qué sucedió cuando se perdió control de la cantidad de dinero. Hubo una época en la que los negocios no abrían y ponían una leyenda “Cerrado por falta de precio”. Para un economista eso es un anatema. ¿Cómo falta de precio? Tiene que haber precio. Pero cerraban así y se iban de vacaciones. No se aceptaban pesos ni dólares porque nadie sabía su valor real. Se paraliza totalmente la economía si no tenemos cuidado. No digo que estemos ahí, aclaro. Pero eso está como amenaza. Es el momento de esas famosas reuniones que el Presidente está mencionando muchas veces. Ojalá se puedan hacer, y si no, que se hagan a la fuerza con todo el poder que tiene un gobierno. Eso haría si fuera ministro. Pero seguro que no me van a nombrar.