—Usted fue muy crítico de la toma de deuda de Mauricio Macri, advirtió que iba a terminar en desastre. ¿Cómo sería la situación de la deuda si hubiera sido reelecto?
—Argentina entró en recesión en abril de 2018, cuando los ahorristas externos financiaban déficit gemelos récords. Sucede lo mismo que en la casa de uno: mi mujer gasta 1.200 y yo tengo 1.000. Los 200 adicionales o se piden del Estado o se usan de un ahorro previo. Y si no se tienen ahorros, hay que pedirlos prestados. Nadie sabía cuándo se iba a cortar el financiamiento, pero teníamos los dos déficits gemelos más grandes de los últimos 35 años. Cuando se cortó el financiamiento, entramos en la recesión. Luego vinieron las PASO, que cambiaron la historia de la Argentina. A partir de allí la política de Macri fue el precalentamiento de la de Alberto Fernández, especialmente a partir de octubre. Los problemas del financiamiento generan una fuerte caída de la actividad. Y en esa fuerte caída del nivel de actividad los riesgos de conflicto social son mayores. Pero algunos de los que coordinaban el conflicto social hoy son gobierno. Por lo tanto, creo que este gobierno tiene probabilidades de disminuir o retardar el conflicto social. Un problema que hubiera tenido una segunda presidencia de Macri.
—¿Y respecto de la deuda?
—El Presidente eligió un ministro que fue alumno de dos colaboradores míos. Me dicen que es muy inteligente. Pero todo lo que ha escrito esencialmente fue sobre la deuda, es la base de su trabajo académico. Afirmaba que las anteriores reestructuraciones fracasaron porque se hicieron tarde y con quitas muy pequeñas. El kirchnerismo tiene economistas heterodoxos pero no como Joseph Stiglitz. La intención era tener un ministro cuya prioridad fuese reestructurar la deuda. Ojalá salga bien. Pero no es ni de lejos la primera cuestión.
—¿Cuando el Presidente hablaba de default estaba anticipando algo?
—Ya desde Mauricio Macri había una suerte de default virtual. Pero no debe inferirse que sea inexorable ir al default. La fotografía de todos reunidos de esta semana recordó la tragedia de cuando se festejó el default de diciembre de 2001. Están abiertas las posibilidades de algún acuerdo, el Gobierno no lo descuenta. Es un equipo económico bastante descoordinado y que no tiene programa. Miguel Angel Broda, en la entrevista de Jorge Fontevecchia.
—¿Qué rol tendrá el Fondo Monetario Internacional en este tema? ¿Qué pasará con la deuda que se tiene con el organismo?
—El Fondo está decidido a refinanciarla. Está absolutamente dedicado a ayudar a los países emergentes que le demandaron una gran salida del capital. No saben cómo financiar el aumento del gasto de salud, el aumento en gastos en personas vulnerables, el aumento de gastos para evitar la quiebra del bien social de empresas.
—¿Cuál es su opinión sobre Joseph Stiglitz?
—Es un gran economista. Lo traje hace muchos años a la Fundación Gobierno y Sociedad. Creo en un rol muy importante del Estado en la economía. En esa época juntamos a unos diez candidatos a presidente. Es un economista terriblemente crítico de lo que ha sido la salida de la gran recesión, sobre todo en los países de Europa, donde la receta fue la austeridad fiscal. Es posible que no haya que enfatizar en la fase recesiva del ciclo. Esa fue la razón por la cual inicialmente el ministro dijo: “Tenemos que parar con la austeridad fiscal”. Esa fue la base del programa, tolerar convivir con altísimas tasas de inflación, eventualmente menores a las del año pasado. Pero Stiglitz es sin duda una mente brillante, aunque es lo peor como soporte espiritual para la política económica.
—Se dice del Fondo, según su sigla en inglés, que es IMF: It’s Mostly Fiscal. Si uno va a un programa de largo plazo, la porción fiscal tiene menor incidencia que en un programa de corto plazo. ¿Cambiará el coronavirus más la conducción de Kristalina Georgieva las ideas tradicionales del Fondo?
—Todo lo que escribió el Fondo en los últimos diez días es sobre políticas fiscales que adelantan sustancialmente el déficit y llevan a niveles de deuda espectaculares. Claramente, el Fondo trató de decirnos en qué se debe gastar la plata en una recesión de oferta como esta: está convencido de que los déficits tienen que subir porque la emergencia es grande y está todo en manos del Estado. Como diría un economista heterodoxo, el Fondo se dio vuelta en la emergencia. Hace tiempo que el Fondo considera cuestiones sociales, que la política económica está condicionada por los niveles de pobreza o desempleo. Estamos en presencia de un Fondo diferente, que tiene que negociar con un país absolutamente diferente. Un país que hace cien años que cae, que tiene estancamiento e inflación en los últimos diez años, que tiene un PBI per cápita 12% menor que hace diez años y que además está en la fase recesiva del ciclo. Hay un cambio. Pero somos un caso anómalo, cuidado con suponer que con un Fondo diferente vamos a seguir haciendo lo que hemos hecho, lo que llevó a esta tragedia.
—Los datos de déficit fiscal que mencionaba son similares a los de 1975, el año del Rodrigazo. ¿Estamos en un contexto comparable?
—La tasa de inflación va para arriba en la Argentina. Si uno creía que la probabilidad de híper era del 10%, ahora estamos en un 20%. Los números de marzo y lo que pasa, que se puede ver en los gastos de abril, nos llevan a una cifra de dos dígitos de déficit fiscal sobre el PBI. El gasto público en Argentina debe ser hecho con mucha velocidad para resolver y aliviar los daños económicos que se están generando pero al mismo tiempo tiene que ser de enorme transitoriedad. El gobierno de Néstor Kirchner comenzó con un superávit primario de casi 4 puntos del PBI. Cuando vino la crisis, la gran crisis, la de 2008, ya estábamos en cero. Hicimos algunas medidas para compensar la caída del nivel de actividad que generó la crisis financiera, pero Cristina dejó la Argentina con un déficit primario de seis puntos. O sea, en 12 años nos rifamos 10 puntos de déficit primario. El pasado revela que este gobierno nacional y popular convierte en permanentes cosas que deben ser transitorias. Y esto hace que estemos en un nivel más alto de problemas.