La justicia federal investiga dos causas de actividad de narcotraficantes en la zona de La Florida y Delfín Gallo, las localidades tucumanas donde el cura Juan Viroche trabajaba para dar contención a jóvenes adictos. El sacerdote, que había sido amenazado luego de denunciar narcos, fue hallado ahorcado en su capilla a principios de octubre.
Tras la muerte, fuentes judiciales indicaron a PERFIL que en Tucumán se registró un aumento de las causas por drogas entre 2014 y 2015, aunque “no es significativo”. A la vez, señalaron que se recibió de forma diaria denuncias anónimas a través del 911, buzones apostados en las calles, y fiscalías, sobre la venta de droga al menudeo, aunque también hay bandas más organizadas pero con una “cobertura territorial muy marcada”.
En tanto, ayer fue exhumado el cadáver del párroco para realizar una segunda autopsia. Además, peritos de Gendarmería participaron, junto a efectivos de la Policía Científica, de una segunda reconstrucción de la muerte del párroco en el lugar donde encontraron su cuerpo.
A su vez, un grupo de expertos, con la ayuda de un georradar, comenzó a buscar ayer elementos que podrían estar enterrados u ocultos en inmediaciones de la parroquia y que pudieran servir para la investigación.
El jefe del Escuadrón 55 de Gendarmería, comandante Claudio Domenichini, informó que el personal llevó a la provincia un georradar para inspeccionar el lugar. “El georradar permite detectar elementos que puedan estar enterrados y, como se habían encontrado un par de celulares en una fisura del terreno, el fiscal pidió utilizarlo para hacer una búsqueda”, explicó Domenichini.
La tarea del forense será analizar los resultados de la autopsia, mientras que los técnicos se dedicarán a “mirar el expediente, analizar lo que ya se ha hecho y en base a eso determinar pasos a seguir”.