Más ruido que gente. Ese fue el saldo que dejó el último cacerolazo convocado hoy para protestar contra el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en reclamo de mayor seguridad, menor inflación y lucha contra la corrupción, entre otros pedidos.
Muy lejos de convocatorias anteriores, que lograron movilizar miles de personas en 2012 y la primera mitad de 2013, la protesta del #13N apenas logró sacar a la calle a unos pocos cientos de personas, a pesar de la amplia difusión en redes sociales.
Como ya es tradición, la marcha comenzó en la esquina de Santa Fe y Callao, en el barrio porteño de Recoleta, y se movilizó hacia el microcentro de la ciudad de Buenos Aires. Se realizó un fuerte operativo de seguridad, con vallado incluído, frente al Congreso de la Nación y en Plaza de Mayo.
La gente marchaba con las ya clásicas cacerolas y otros elementos para hacer ruido, además de las pancartas y carteles con diversas consignas antikirchneristas. Una de ellas incluso pedía la nominación de Daniel Sabsay a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, después de que el constitucionalista cuestionara el título de abogada de la presidenta.
La mayor cantidad de manifestantes se concentró en Avenida Diagonal Norte (Roque Sáenz Peña) y San Martín, frente a la Catedral porteña. Allí estacionó un camión con parlantes que repetía frases en contra de "el gobierno que nos roba, contra la inseguridad". También había una gran bandera argentina desplegada, que se mezclaba con bombos y pancartas, que pedían el 82 por ciento móvil para los jubilados, seguridad y "Stop Corrupción", según la agencia DyN.