Elisa Carrió tiene un lugar de vacaciones elegido hace más de una década: las playas de Punta del Este. Allí suele descansar todos los años en la casa de una amiga y pasa horas en la playa, generalmente con un cigarrillo en mano, tomando sol con la brisa marina.
Este año no fue la excepción: “Lilita” partió hacia la costa uruguaya hace algunos días y allí descansará varios días más, aunque con la mente puesta en las elecciones de este año.
En este contexto, la exdiputada comenzó a analizar el escenario con su grupo más pequeño de legisladores y dirigentes. Una de las opciones que comenzó a barajar es ser precandidata a presidenta por la Coalición Cívica con el objetivo de darles más trascendencia a las PASO de Juntos por el Cambio. Su intención de volver al Congreso está prácticamente descartada de la mesa de opciones. Lo único que está seguro es que volverá a ser una jugadora en la interna opositora, intentará poner condiciones o, en definitiva, una candidatura presidencial que le permita sostener su bloque parlamentario de diez en el Diputados.
En la Coalición Cívica aseguraron a PERFIL que la precandidatura se irá definiendo “más adelante”, pero que a Carrió le interesa además “subir la calidad del debate”.
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En su mente está presente que, a diferencia de 2015-2019, la etapa que viene para la oposición será de un verdadero gobierno de coalición, si le toca llegar a poder. En ese marco, una de sus obsesiones es que se mantenga la unidad y construir “amistad política”.
Ese deseo también contrasta con las feroces críticas que tuvo contra el jefe de Diputados del PRO, Cristian Ritondo, lo que le valió un alejamiento de siete meses con Diego Santilli, amigo histórico de Ritondo. E incluso también le valió que María Eugenia Vidal salga públicamente a defender a su exministro de Seguridad bonaerense y precandidato a gobernador de manera privada y pública.
De todas formas, Carrió piensa que, además de un gobierno de coalición real, habrá que fortalecer un futuro interbloque parlamentario que servirá de sustento si JxC gana, a diferencia del caso de Macri, quien solo tenía un tercio de la Cámara Baja y un quinto del Senado.
En caso de no jugar, la chaqueña está muy cerca de Horacio Rodríguez Larreta –a tal punto, que su precandidato porteño es Fernán Quirós–, pero también en estas semanas se acercó fuertemente al radicalismo.
En especial tuvo dos fotos con Gerardo Morales, precandidato a presidente y gobernador de Jujuy, quien además de presidir el centenario partido conoce muy bien a Lilita desde hace más de 25 años. Los dos acordaron trabajar juntos con los equipos técnicos pensando, sobre todo, en los problemas económicos que, creen, dejará el kirchnerismo. Morales, junto con Mario Negri, jefe del bloque radical, más el senador Luis Naidenoff y la senadora Carolina Losada fueron cuatro de las figuras radicales más relevantes que estuvieron en el cumpleaños de Carrió en Exaltación de la Cruz a fin del año pasado.
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A la vez, Carrió está preocupada por la interna del PRO. En particular, los dardos cruzados permanentes que observa entre Larreta y Patricia Bullrich, pero también entre otros dirigentes. “Hoy es más cómodo hablar con los radicales que con el PRO, donde se enoja uno si vas con el otro”, confía a este diario una fuente de la CC de trato directo con la exdiputada. Con Bullrich la relación no es mala, pero más distante que con Larreta. Se reconciliaron en 2021 –luego de que la exministra de Seguridad dejara la CC para sumarse al PRO–, pero no se muestran como socias políticas. Sin embargo, en la mesa nacional, el presidente de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro, tiene un buen vínculo –y asiduo– con Bullrich.
Con Mauricio Macri hace largo rato que no hablan. No lo hacen seguido, pero no necesitan interlocutores: ella lo sigue validando como líder, aunque prefiere que no se presente por otro mandato.
Por otro lado, en cuanto a presencia de la CC, pretende fortalecerse en la Ciudad, en la Provincia, en Córdoba, en Santa Fe, en Catamarca y en Corrientes. También tiene un ojo puesto en el desmadre político de Neuquén, un trabajo arduo para Ferraro.
Desde las costas uruguayas estuvo pendiente del avance del pedido de juicio político a los cuatro miembros de la Corte. En especial, de la declaración que hizo Paula Oliveto, una de sus diputadas preferidas, ante la comisión argumentando en contra de Ricardo Lorenzetti.
Paralelamente, está preparando un curso sobre educación para el Instituto Hannah Arendt. El mar del este la ayuda a pensar.