"Mirá atrás. Ese auto nos está siguiendo, ¿no?", dice Sergio Schoklender con cierta alarma a su acompañante de todos estos días, el hombre conocido como "El Armenio", mientras enciende uno de sus cigarrillos Parissienes, de tabaco negro. El hombre mira hacia atrás por el vidrio del taxi que tomaron al abandonar el programa de Luis Majul, en la primera de una larga seguidilla de intervenciones televisivas.
"No, no, no está siguiendo", dice el Armenio con voz pausada y acento notorio. Schoklender asiente y mira la calle por la ventanilla que está baja y le permite tirar las cenizas de su cigarrillo. El taxista dirige el auto hacia el barrio de la Chacarita.
Desde que Schoklender decidió hablar a través de los medios, su vida dejó de tener la relativa tranquilidad que gozaba en su ostracismo en este barrio de casas bajas. La calle Guevara, a la altura en la que vive junto a su (¿ex?) mujer Viviana Sala y su hijo, es de una tranquilidad casi pueblerina. Pocos autos atraviesan sus adoquines.
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