La presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene una razón más para sentirse hermosa a los 55 e importante en el mundo: para el diario inglés The Guardian , la mandataria argentina es una de los 10 líderes más fashion y superproducidos del planeta.
Comparte el "honor" con políticos tan renombrados como el presidente francés Nicolas Sarkozy, a quien sus asesores le recomendaron aflojar con las joyas y accesorios de lujo en su visita a la Reina de Inglaterra para no opacar el look real; el ex presidente ruso Mijail Gorbachov, convertido en modelo exclusivo de Louis Vuitton; el bolivariano Hugo Chávez, con sus aparatosos collares oficiales y su vestuario vinotinto; y el flamante presidente ruso Dimitri Medvedev, que confesó que siempre combina su reloj con sus corbatas.
Son los líderes mundiales del bling político (bling es una expresión usada para describir a quienes ostentan riqueza, sólo para adornarse, mediante joyas caras, ropa de marca, pieles, coches, relojes, etc).
"Conocida como `La Reina del botox´, ella niega haberse hecho cirugías, pero admite pintarse como una puerta", asegura el Guardian. Cristina Fernández "ha llamado la atención tanto por su apariencia como por sus políticas", agrega.
Los trajes a medida combinados con zapatos y carteras Louis Vuitton de miles de dólares, el abundante maquillaje, los diamantes y su reloj y accesorios de oro, forman el combo que transforman a la presidenta en un ícono de la moda, el lujo y la ostentación de riqueza dentro del mundo de la política.
Es así que la mandataria argentina se ubica en el grupo de presidentes que bien podrían ser confundidos por estrellas de cine. El grupo queda completado (además de los mencionados Sarkozy, Gorbachov, Chávez y Medvedev) por el libio Muammar Gaddafi, Jean-Bédel Bokassa (República Centroafricana), George W. Bush (a quien le encanta lucir sus botas texanas), el Sultán Hassanal Bolkiah de Brunei y la Reina Isabel II.
Aman la ropa cara y de marca, los accesorios exóticos, el oro y las joyas, en resumen: el lujo. Y una cualidad común los amalgama, no tiene pruritos en mostrarlo y refregarlo públicamente a los demás. Es parte de su estilo.