En una clara postura de respaldo al mandatario venezolano Nicolás Maduro, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pidió ayer “paz y respeto a la democracia” al referirse a la crisis que atraviesa aquel país. También advirtió sobre la presencia de agitadores que “vienen de otros lados”, que no pertenecen a la región, lo que para algunos pareció una elíptica mención al rol que el propio gobierno de Venezuela le asigna a los Estados Unidos. Fue en un acto en Florencio Varela con motivo de la inauguración del centro deportivo La Patriada y el anunció del primer pago del plan Prog.r.es.ar a 185 mil beneficiarios entre 18 y 24 años. Se trató del regreso de la Presidenta al territorio bonaerense, en medio de los rumores que indicaban que el alcalde local, Julio Pereyra, se preparaba para dar el salto al Frente Renovador que conduce el diputado Sergio Massa.
El único ventilador que había en el gimnasio cubierto con techo de zinc, en donde aguardaban unos 1.500 militantes, fue traído por un custodio minutos antes de la llegada de la Presidenta y sólo apuntaba al lugar destinado a las autoridades. Antes, se había desmayado uno de los granaderos que se encontraba en el palco.
Bajo un clima sofocante y después de sortear tres teleconferencias y el extenso discurso del intendente, Cristina respiró profundo, volvió a tomar un sorbo de agua y se dirigió al atril para hablar.
Después de pedir a los militantes que enrollaran las banderas, avanzó rechazando las críticas al “relato” oficial, ya que “en nuestro relato se pueden curar, en nuestro relato pueden estudiar, en nuestro relato los chicos tienen un título, progreso y esperanza de futuro”.
También se despachó contra los “grandes formadores de precios”, a quienes pidió que “no maten la gallina de los huevos de oro” porque de lo contrario “les termina yendo mal a todos”, y llamó a los empresarios y comerciantes a que “colaboren a que la Argentina siga por este sendero”.
La Presidenta recordó que “había mucho que agradecer” a Venezuela, que fue el primer país que ayudó después de la crisis. Y no dudó en apuntar a la oposición de Maduro al indicar que “no se puede, por haber perdido una elección, poner en vilo a un país y a una región”.
Como desautorizando los exabruptos del ex piquetero y actual dirigente kirchnerista Luis D’Elía, que pidió el fusilamiento del líder opositor venezolano Leopoldo López, Cristina reclamó ser “un poco más tolerantes” al aclarar que “las manifestaciones se pueden hacer sin violencia, sin agresión, por favor. La violencia engendra mayor violencia”.
“Extendemos nuestra mano solidaria para el pueblo venezolano. No hay nada más importante que el respeto a la democracia y a la paz. Queremos que se respete la vida, respetando la democracia”, agregó antes advertir que “no hay que ser tontos” porque no hay que “avivar los fuegos de la región que son agitados por vientos desde otros lados”.
Aunque el acto estuvo lleno de carteles de diferentes agrupaciones K, el anfitrión Julio Pereyra intentó mostrar sus militantes con el polideportivo lleno, pero, como titular de la Federación de Municipio (FAM), no fue acompañado por el resto de los alcaldes.
Pese a sus intentos de mostrarse distendido, el vicepresidente Amado Boudou, padeció de la esquiva mirada de la Presidenta, que sólo dialogó con el ministro de Economía, Axel Kicillof. El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, vía teleconferencia, fue, sin dudas, el más nombrado.