POLITICA
La asunción de Alberto Fernández

Un discurso alfonsinista

Ojalá también para Alberto Fernández el Muro de Berlín resulte una metáfora de la grieta que separa a los argentinos. Donaremos un bloque como un recordatorio de lo que esperamos sea su gobierno: de unión de los argentinos.

Macri traspasa los atributos de mando a Alberto Fernández
Macri traspasa los atributos de mando a Alberto Fernández | Joaquín Temes

En su famoso libro “Las palabras y las cosas” Michael Foucault usa al cuadro de Velázquez “Las meninas” donde aparece desde el propio pintor hasta quienes habían encargado la pintura reflejados en un espejo, como ejemplo de lo que se muestra y lo que se oculta, de la apariencia en contraste con lo real y de la diferencia entre las palabras y las cosas.

En el caso del discurso de asunción de Alberto Fernández en el Congreso, sería muy auspicioso que las palabras coincidieran con las cosas primero porque el capital simbólico de cualquier político se construye en la relación entre lo que dice y lo que hace (las cosas): el gran fracaso de Macri se originó en la devaluación de su palabra, el abismo que existió entre lo que anunciaba que sería y lo que finalmente terminaba siendo.

Un abismo entre la palabra y las cosas que ahondó la grieta, o foso, o abismo mismo, que Macri alimentó cómo única forma de obtener aprobación frente a su fracaso económico. Pero también porque si Alberto Fernández realmente terminara con la grieta y sacara a los argentinos del abismo del odio y el rencor quizás pueda cumplir con la deuda de la democracia propuesta por Raúl Alfonsín en su recuperación sobre que con ella “se come, se cura y se educa”. La grieta tuvo consecuencias económicas porque no hay confianza sin consensos, error en el que también cayó Cristina Kirchner.  

La repetida mención de Alberto Fernández a Alfonsín también pudo ser un mensaje al radicalismo frente a un Macri que al ver que no puede amalgamar una mayoría pareciera estar volviendo a las fuentes del PRO, más corridas a la derecha con Patricia Bullrich como presidente del partido. ¿De dónde vendrán los votos que en Diputados precisará Alberto Fernández para aprobar aquellas leyes orientadas a una economía no monetarista si no fuera de los radicales, separados de Juntos por el Cambio o empujando al PRO desde dentro para su producir la separación?

El proponer un Consejo Económico y Social autárquico del Poder Ejecutivo, con miembros nombrados por el Congreso con estabilidad y mandato más allá de un período presidencial podría, si se lo llevara a la práctica seriamente, crear una institución de gobierno más importante aún que las propuestas por la constitución de 1994 como fueron la Jefatura de Gabinete, la Defensoría del Pueblo, el Consejo de la Magistratura y el Ministerio Público. Si el Consejo Económico y Social terminara siendo conformado de esa manera, y con esas garantías aceptara presidirlo una figura valorada por igual por radicales y peronistas como Roberto Lavagna, las palabras y las cosas podrían ser más coincidentes.   

El bastón presidencial

La continua mención de Alberto Fernández en su discurso a la grieta como “muro” coincide con la metáfora que hasta ahora solo era predicada por Perfil y repetida durante el discurso transgrieta de los 30 años de la revista Noticias en el Teatro Colon o en la columna publicada el 9 de noviembre al cumplirse 30 años de la caída del Muro de Berlín en que en dos de sus párrafos decía: “Pero los muros más numerosos y actualmente más preocupantes son otros tipos de rupturas: los muros culturales, semióticos, biológicos, los que, con la excusa de proteger la identidad de grupos, construyen fronteras mentales. Un muro, real o simbólico, da seguridad pero a costo de pagar el precio de resignarse a no tener horizonte. Los fosos son otra forma de muro, como nuestra repetidamente mencionada grieta argentina.

Muros internos que son más eternos por ser inmateriales que los de cemento o alambre de púas, y por tanto más difíciles de deconstruir. Los muros son también instalaciones narcisistas porque separan el centro (lo valioso) de la periferia (lo antivalioso, los bárbaros). Abren brechas entre el bien y el mal construyendo una “tapialógica” política que los argentinos sufrimos exacerbadamente desde hace años y es la principal causa de nuestra falta de desarrollo. Las barricadas y las trincheras son parte de la “murología” que “narrativizan” la identidad respondiendo a conceptos como enemigo, amenaza, propiedad o derecho”.

Ojalá también para Alberto Fernández el Muro de Berlín resulte una metáfora de la grieta que separa a los argentinos, el paroxismo de la separación hecha cemento, y como en Editorial Perfil se encuentra la mayor cantidad de bloques del Muro de Berlin donaremos a Alberto Fernández en representación del Estado argentino un bloque del Muro de Berlín para que lo sume al acervo simbólico como monumental recordatorio de lo que esperamos sea su gobierno: de unión de los argentinos.

Además, desde Perfil, prometemos cumplir con su pedido en el discurso en el Congreso de recordarle “si alguna vez me desvío en el compromiso que asumo”, nos tendrá como los críticos severos y honestos, función primordial del periodismo.