Son pocos los dirigentes que se arriesgan a anticipar el desenlace que tendrá el resultado de los comicios de 2019. Tampoco sobran los que se atreven a trazar un mapa de los candidatos que finalmente llegarán a competir. Los escenarios electorales anteriores demuestran que ni los resultados ni los postulantes están afianzados diez meses antes de la campaña.
En junio de 2002, Eduardo Duhalde buscaba una salida ordenada a los depósitos bancarios congelados. Estaba convencido de que la solución al corralito, el principio de las negociaciones con el FMI por la deuda y el freno de la escalada inflacionaria a pesar de la fuerte devaluación, podrían convertirlo en presidente electo en las urnas diez meses después. Pero todo cambió el 26 de junio, cuando en una movilización la policía asesinó a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Días más tarde, debió anunciar el adelantamiento de las elecciones y Carlos Reutemann se convirtió en el protagonista de la precampaña junto a José Manuel de la Sota. Carlos Menem también se anotaba en la carrera presidencial. Por la oposición, Eugenio “Nito” Artaza dejaba el escenario para convertirse en uno de los líderes de las protestas de los ahorristas y Elisa Carrió ya anunciaba que se postularía. López Murphy seguía afiliado al radicalismo y recién en septiembre crearía Recrear con el que más tarde competiría y saldría tercero con el 16% de los votos. En aquel entonces, Néstor Kirchner no figuraba en ningún escenario electoral y recién en enero de 2003 se convirtió en el candidato del oficialismo.
En el peronismo hay quienes están convencidos de que este suceso puede repetirse en 2019. Ante una elección cercada por la crisis económica, varios dirigentes creen que solo bastan unos meses previos a la campaña para que surja un postulante desconocido con posibilidades de meterse en el ballottage. El gobernador de San Juan, Sergio Uñac, se ve reflejado en Kirchner. También el tucumano Juan Manzur y hasta Florencio Randazzo creen que aún hay tiempo para posicionarse. En cambio, otros como Juan Manuel Urtubey apuran su instalación y le recuerdan al ex ministro del Interior que haberse lanzado tarde en 2017 lo llevó a arañar apenas el 5 % de los votos.
Cristina y después. Diez meses antes de la elección presidencial 2007, la agenda pública estaba dominada por el conflicto originado por la instalación de dos plantas de pasta celulosa en Uruguay. Otras de las disputas que mantenía el gobierno de Néstor Kirchner se daba con el sector agropecuario (con un paro de nueve días), y con la Iglesia, a través del entonces cardenal Jorge Bergoglio. La desaparición de Julio López no daba tregua y se sumaba el secuestro de Luis Geréz. Sin embargo, se especulaba con la reelección de Kirchner, quien recién a fines de 2006 comenzó a dar indicios de que no volvería a postularse. Por esos meses, el radicalismo le pedía a Roberto Lavagna que anuncie su candidatura. “Ni Kirchner ni Alfonsín me van a decir lo que tengo que hacer”, repetía el ex ministro de Economía, quien recién anunció sus intenciones de competir en los primeros días de enero. Carrió se volvió protagonista de una campaña en donde denunció distintos casos de corrupción como el de Skanska. Quien también se anotó en la pelea, pero finalmente no llegó a competir fue Mauricio Macri.
Luego de tres años de mandato, eran pocos los sondeos que daban a Cristina Kirchner reelecta. Incluso, ya sonaban otros postulantes del oficialismo como Daniel Scioli. Las marchas contra la inseguridad eran cada vez más habituales tras varias muertes producidas en asaltos y el 20 de octubre de 2010, el militante del PO, Mariano Ferreyra, fue asesinado por una patota de la Unión Ferroviaria. Pero la muerte de Néstor Kirchner fortaleció electoralmente a la ex presidenta.
Meses antes de la elección 2015, el candidato oficial era una incógnita. En el FpV descreían de que la ex presidenta podría nombrar a Scioli como el postulante y hasta Máximo Kirchner llegó a sonar como candidato. Sergio Massa se posicionaba como el postulante de la oposición con posibilidades de terminar con el kirchnerismo, pero el escenario recién cambió en marzo, cuando el radicalismo decidió sellar la alianza con Mauricio Macri.