Mientras se arremanga la camisa de algodón entramado y se cruza de piernas, un funcionario del PRO arroja una definición polémica: "Olvidate, en ese negocio va a entrar Sergio Szpolski". De concretarse, el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, le abriría un meganegocio al empresario insignia del kirchnerismo, Sergio Szpolski.
El 20 de diciembre pasado, la Legislatura porteña aprobó en su última sesión del año una norma que amplía la posibilidad de poner publicidad en la vía pública a los quioscos de revistas. Un negocio que, de concretarse –sobre todo en un año electoral–, movería cerca de U$S 20 millones por año y expandiría la presencia de anunciantes en unos 1.500 puestos de revistas en la Ciudad.
El Gobierno porteño debate hoy cómo instrumentar a quiénes beneficiará con la nueva cartelería: si arma una nueva licitación para que entren otras empresas de publicidad o si cede el negocio a las tres que ya explotan todos los carteles porteños –refugios de colectivos, carteles iluminados y carapantallas verdes–, que técnicamente se conocen como mobiliario urbano.
También algunas de las que ya juegan en el negocio podrían subcontratar al empresario K.
Los abogados de Sergio Szpolski, titular del Grupo 23, ya trabajan en presentaciones judiciales para que Macri lo deje competir en el nuevo negocio y hasta se animan a ir por más: “Si los funcionarios de Macri no se sientan con nosotros, no habrá publicidad en los quioscos”.
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