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Presupuesto: Massa define inflación y ajuste para un año de elecciones

Luego de su viaje a Estados Unidos, el ministro de Economía defenderá su primera Ley de Presupuesto. Le tocará definir cuál será la suba de precios, el crecimiento de la economía y el ajuste que habrá en un año electoral, fundamental, para el futuro del oficialismo. Cerca de él apuestan a su muñeca política para sortear obstáculos, como la negativa del kirchnerismo a podar más subsidios y el cumplimiento de las metas con el Fondo Monetario Internacional.

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Con Cristina. El titular del Palacio de Hacienda junto a la vicepresidenta. Desde que asumió hablan todos los dìas sobre economía. | NA

El ministro de Economía, Sergio Massa, su flamante secretario de Política Macro-económica, Gabriel Rubinstein, y el resto del gabinete, iniciará esta semana la redacción del proyecto de Ley de Presupuesto para el 2023, un año de elecciones presidenciales, en el cual el gasto podría estar limitado por lo acordado con el Fondo Monetario Internacional.

La tarea es crucial porque el titular del Palacio de Hacienda tendría un Presupuesto 2023 con alta inflación y más ajuste. Justo en un año electoral que el oficialismo considera clave para su continuidad en el poder.

El 2023 será el primer presupuesto para Massa quien además, deberá hacer cuentas con muñeca para conformar al oficialismo que deberá defenderlo en el Congreso y al Fondo Monetario que no quiere retroceder en la disminución del rojo fiscal que acordó con el anterior jefe de Economía, Martín Guzmán.

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Infografía - El PBI según el Presupuesto

Antes de presentarlo el 15 de septiembre, como es de rigor, ante la Cámara de Diputados, Massa llevará una semana antes un borrador con los lineamientos generales a Washington, donde dialogará, entre otros, con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, sobre la marcha del acuerdo firmado en marzo, y las perspectivas de cumplimiento para el año próximo. Hasta ahora, y según pudo averiguar PERFIL, el Palacio de Hacienda maneja un par de variables sobre lo que se puede esperar, y lo que hay que lograr, el año próximo. Por empezar, y para cumplir con el FMI, bajar el déficit fiscal de 2,5% del PBI con el que debería terminar este año, a 1,9 %.

A esto se le agrega una fuerte política de tasas positivas que quiten incentivos a la compra de dólares, restricción monetaria y fiscal, para lograr y una tasa de inflación que se acerque al 3% al menos para agosto, cuando se celebren las PASO.

En el Palacio de Hacienda no creen que, con las restricciones de importaciones, el Producto Bruto Interno pueda crecer este año 4% como lo había estimado Guzmán, sino más cerca del 3%. Por eso, para el año próximo, un cálculo “cauto” es que la economía en su conjunto vuelva a crecer una cifra similar a la del 2022.

El Gobierno mantiene la estimación que este año las exportaciones superarán los US$ 100 mil millones anuales, lo que implicaría una suba de 17%, pero las importaciones crecerán cerca del 40% para alcanzar los US$ 90 mil millones. Para el año próximo los números siguen siendo ajustados: ventas al exterior por US$ 105 mil millones –todo esto si el clima acompaña al sector agrícola– y compras por US$ 95 mil millones.

En cuanto a las necesidades de financiamiento del Tesoro, se proyectan al menos 6,6 billones de pesos, de los cuales, un 40% estaría en manos de organismos estatales.

A mediados de septiembre Massa volverá al Congreso para defender sus propias cuentas 

Explicar el ajuste. El pasado lunes, Massa cumplió su palabra de comenzar a “ordenar las cuentas del Estado”: hizo una poda de $ 210 mil millones en partidas a distintos organismos. Recortó las transferencias previstas en $ 70 mil millones al Ministerio de Educación, en $ 10 mil millones al de Salud y en $ 50 mil millones al programa Procrear.

De los $ 210 mil millones, $ 128 mil millones serán utilizados  para el pago de obligaciones por parte del Tesoro Nacional, mientras que el resto, $ 82 mil millones, serán transferidos por el Tesoro a la partida de “Asistencia en Servicios Económicos”, que incluye gastos en personal y transferencias para financiar erogaciones de empresas del sector público, según se publicó en el Boletín Oficial.

Pero el viernes, el propio Ministerio debió explicar que “el reordenamiento de partidas”, –nada de ajuste– no implicará “daños ni ajustes a las políticas públicas prioritarias” de las carteras comprendidas.

“En todos los casos, las rebajas propuestas representan una reducción parcial de los créditos subejecutados a la fecha, con el fin de no provocar daños ni ajustes a las políticas públicas prioritarias de cada Ministerio”, afirmó el Ministerio de Economía en un comunicado que el ministro de la cartera, Sergio Massa, replicó en su cuenta de Twitter.

La medida busca “ordenar las cuentas públicas (...) con el objeto de asegurar el cumplimiento de las metas fiscales y de gestión implícitas en el presupuesto vigente”, sostuvo el Palacio de Hacienda.

 

Negociar en un año electoral

Massa se abstuvo de hacer una reunión de todos los gobernadores para plantear el tema de reducción del déficit. Se sabe que no quiere discusiones a través de los medios, y busca hablar “cara a cara” con cada uno de ellos sobre “las prioridades” en la obra pública, una forma elegante de decir cuáles no se harán. Pero el gobernador de Misiones, Oscar Herrera Ahuad, si bien ponderó el objetivo de equilibrar las cuentas públicas, dejó en claro que “bajo ningún punto de vista los ajustes deben hacerse sobre las provincias”.

“Los recortes que se hagan tienen que hacerse sobre los niveles que correspondan, pero no sobre las provincias. Hay que trabajar en los recortes de subsidios, en los que tienen mayor cantidad de ellos, por el ejemplo el AMBA”, señaló Herrera Ahuad y ejemplificó diciendo que los subsidios que cobran CABA y GBA  “están muy por encima de las diez provincias del norte grande” y que, por ello, “no puede haber un recorte en las provincias”.

 


 

Una pieza crucial

R.P.

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Gabriel Rubinstein

El flamante secretario de Política Económica, Gabriel Rubinstein, tendrá el trabajo de ayudar al ministro de Economía, Sergio Massa, en la redacción del presupuesto 2023 debido a la falta de un perfil técnico a cargo del Palacio de Hacienda.

Rubinstein es economista; Massa abogado. Dupla necesaria. El viceministro timoneará, hablando inglés, las negociaciones que se vienen con el FMI por la revisión trimestral que está cercana.

Al vice lo acercó Roberto Lavagna y tardó varios días en ser confirmado en el gabinete económico porque desde el sector más cercano a Cristina K lo miran de reojo por su perfil fiscalista y por defender el equilibrio fiscal y la poda a la emisión monetaria.

El ahora número dos del Ministerio de Economía es un economista ortodoxo que entre 2002 y 2005 fue director del Banco Central, durante la gestión Lavagna en la cartera económica. Además, posee una larga experiencia en el sector privado como consultor.