Una gran parte de la sociedad argentina entiende que la aparición de los cuadernos del chofer Oscar Centeno es un acontecimiento histórico que confirma la corrupción del kirchnerismo, hay otra buena parte que se mantiene con prudencia, esperando ver cómo se desarrollan los acontecimientos y en qué derivan las acusaciones que leemos a diario. Una de las miradas más cautelosas sobre el tema es la del periodista Ernesto Tenembaum.
En su columna en Infobae., el autor de ¿Qué les pasó?, se refirió al tema, con un texto titulado “Cuadernos: el serio riesgo de que todo termine en un papelón”. En su artículo, el periodista explica su temor a que los tres empresarios de primera línea (Ángelo Calcaterra, Javier Sánchez Caballero, ambos de Iecsa, y Juan Carlos De Goycoechea, de Isolux) que confesaron aportes en negro para la campaña electoral a cambio de negocios en la obra pública, puedan haber garantizado su impunidad a cambio de la declaración.
“El papelón se produciría si esa confesión no sirviera para que paguen el castigo que la ley establece sino, al contrario, para garantizar su impunidad. Quien debe decidir esto es el enigmático y arbitrario juez federal Claudio Bonadío: en esa decisión se juega su prestigio y el de la estremecedora causa que lo tiene, hasta ahora, por último responsable”, señala el cronista y conductor.
Tenembaum entiende que el poner a Calcaterra al frente de los negocios de la familia fue una manera de esconder el nombre de Macri para poder seguir haciendo negocios cuando Mauricio se convirtió en un enemigo político de los Kirchner. Por eso, tarde o temprano, con el cambio de gobierno, todas las miradas se posarían sobre él. “¿Cuánto tiempo tardaría la sociedad civil en empezar a preguntarse por los negocios de su primo? Si toda la obra pública K estuvo manchada por la corrupción, ¿por qué razón la Justicia avanza rápido sobre Lázaro Báez y no pregunta nada sobre el primo del Presidente? Si eso se llama Justicia, es una extraña versión de la Justicia”, acusa el periodista.
“Si Macri era el demonio, no se entiende por qué tantas obras centrales eran concedidas por los ministros de Cristina al primo de Mauricio. Si la esencia del kirchnerismo era la corrupción, no se entiende por qué la empresa de la familia presidencial nadaba con tanta comodidad en ese barro. Si esto ocurría y Mauricio venía a emprolijar todo, menos se entiende por qué, a un primo tan vinculado al kirchnerismo, le derivó, por decreto, 45000 millones de pesos para el soterramiento del Sarmiento. De esos cuadernos surgen demasiadas preguntas que muchas personas poderosas preferirían no tener que responder” continúa el periodista.
“Ese tipo de procesos puede dar rédito electoral a corto plazo. A la larga, se impone la ley de la gravedad. Pero eso no se suele ver desde las alturas del poder, donde la gente cree que ese tipo de leyes se aplican solo para el resto del mundo”, completa Tenembaum.