Martín Báez, el hijo de Lázaro Báez, es la pieza que puede desarmar el pacto de silencio. Tanto Lázaro Báez como su esposa, Mónica Calismonte, advirtieron que el límite era su hijo. Si lo tocaban, las acusaciones amenazaban con extenderse hacia arriba y hacia los costados de la ruta del dinero.
Pero tanto el juez Sebastián Casanello como el fiscal Guillermo Marijuan evitaron por ahora ordenar su detención, a pesar de que aparece en los videos de la financiera SGI y que era directivo de las empresas de construcción de su padre. Y sobre todo a pesar de que tanto el juez como el fiscal saben que la presión sobre el eslabón de Martín Báez podía hacer volar por los aires el pacto de mutismo que mantienen los detenidos y develar el nivel de compromiso de Cristina Kirchner.
El freno que se impusieron Casanello y Marijuan se convirtió en el centro de atención de los tribunales federales, disparó un reguero de interpretaciones y puede motivar un llamado de atención de sus autoridades, los integrantes de la Sala II de la Cámara Federal porteña.
Fue precisamente en la Cámara Federal, así como en otros rincones de las instancias más altas del Poder Judicial, donde se encendió la presión para que la causa avanzara con detenciones. El nombre de Martín Báez figuró específicamente en el pedido. “Detener a alguien para que hable es tortura”, argumentó Casanello cuando aludió a las presiones en charlas con sus colaboradores.
Martín Báez está recluido en un departamento de Belgrano. Aterrizó junto a su padre en el Lear Jet LV-BPL. Pero Lázaro fue detenido al abandonar el avión y el hijo mantuvo su libertad. Están acusados de los mismos delitos. Su suerte fue diferente.
La Justicia también ratificó la detención del contador de Báez, Daniel Pérez Gadín. Ahora se suma el responsable de la estructura legal, Jorge Chueco, quien prefiere mostrarse con alteraciones psiquiátricas y contestar con un escrito armado junto a su abogado. Todos eligen el silencio.
Hasta ahora, el único que habló es Leonardo Fariña. Y en su declaración involucró directamente a Martín Báez. En las 85 páginas de su testimonio, Fariña aseguró que el hijo del empresario supervisaba los movimientos del dinero , se abrieron cuentas a su nombre en el exterior y viajó a Suiza a “concentrar los fondos que estaban en Europa”.
Martín Báez es una persona ermitaña. En un viaje de horas puede pasarse la mayor parte del tiempo con la mirada en su celular sin abrir la boca. Gran parte del sentimiento que movió al padre a señalarlo como el límite de su silencio es la certeza de que lo comprometió en la trama por encima de su capacidad. El peso de la culpa.