Pasaron siete meses desde que la diva cerró su ciclo 2013 y esta semana volvió a la televisión en una emisora donde, por ser la figura número uno, puede imponer sus condiciones: comenzar la 26ª temporada una vez finalizado el mundial de fútbol, continuar con el programa una vez por semana, no competir con Marcelo Tinelli –para evitar así un estrés innecesario–, ni salir al aire los domingos para no enfrentarse con partidos del fútbol local y algunas noches, quizá, con alguna investigación atractiva del ciclo de Jorge Lanata en El Trece.
Y por supuesto, compensar la ausencia de invitados internacionales –de Hollywood o europeos que sólo ella conseguía importar– con premios millonarios. Este año, nuevamente, nadie en la televisión argentina podrá superar los 100 mil pesos que recibirá quien atienda el llamado de la diva para jugar, ni los 10 millones de pesos que se llevará quien complete en orden secuencial su nombre: “Susana Giménez”. Tarea por cierto no fácil de cumplimentar sin una cuota de suerte. Mucha suerte.
Apertura musical filmada en el teatro Maipo, homenaje a Sandro, reportajes a Cauã Reymond –el actor que interpretó a Jorgito en Avenida Brasil y que había sido grabado al dia siguiente de la emisión del último capítulo de la novela, hace tres semanas–, a Sergio Romero, a Eliana Guercio y al elenco de Relatos salvajes, la última película de Damián Szifrón, con el invitado fetiche de Susana incluido, Ricardo Darín. Fuera de la pantalla, muchos amigos elegidos por ella para completar una tribuna –o mejor dicho un corralito–de dos pisos.
El debut fue exitoso. Ella había comentado los días previos que si hacía 20 puntos de rating se daba por satisfecha, teniendo en cuenta el momento que atraviesa la televisión abierta desde hace un tiempo. Y superó ese techo: hizo picos de 23,7 puntos, ubicándose como ganadora en toda la franja horaria.
Si la vestimenta es una manifestación del estado de ánimo y la seguridad, Susana demostró que está dispuesta a tolerar o siquiera no escuchar las críticas a su vestuario: se animó a usar un vestido claro –nude, dicen los especialistas–, que en las pantallas de alta definición y planas no aumentan la figura a modelos escuálidas. El modelo lleva la firma de Carmen Marc Valvo, un diseñador ítalo-español que vive en Nueva York y entre sus clientas figuran Catherine-Zeta Jones, Vanessa Williams, Sarah Jessica Parker, Kate Winslet y Eva Longoria, entre otras. El que lució Susana es de la colección del invierno boreal y hoy en internet se consigue por US$ 1.145.
Al terminar el programa, la diva siguió otra de sus cábalas: cenó con toda su familia, directivos del canal y algunos amigos en un restaurante próximo a los estudios de la emisora, en zona norte. Allí estuvieron, además de su hija Mercedes y su actual yerno, sus nietos con sus respectivas parejas y también sus tres hermanos: Carolina, Patricio y Federico.