A una semana del lanzamiento de la segunda temporada de la serie Narcos de Netflix, basada en la vida de Pablo Escobar, su hijo Sebastián Marroquín arremetió en su contra en Facebook con un texto titulado Narcos 2 y las 28 quimeras. En él da su visión de la serie asegurando que “está repleta de errores e imprecisiones” sobre la vida de su padre. “Está lejos de la verdad” e incita “a los jóvenes a creer que lo mejor que pueden hacer en la vida es convertirse en traficantes de drogas”, asegura. El texto fue compartido 3.396 veces y recibió más de 500 comentarios en sólo 8 horas. En diálogo con PERFIL cuenta su versión.
—¿Qué sintió cuando vio esta saga de “Narcos”?
—Un poco de sueño, pero sobre todo indignación por la forma en que le cuentan al mundo una historia al revés de la acontecida.
—¿Los creadores de “Narcos” hablaron con usted para asesorarse?
—Yo hablé con ellos antes de la primera temporada. Pero parece que Netflix sabe más de Pablo que yo.
—Usted ya escribió un libro “Pablo Escobar, mi padre” e hizo un documental “Pecados de mi padre”. ¿Le gustaría hacer su propia serie?
—Espero que la vida me dé la oportunidad de contar la verdadera historia de mi padre, con un amplísimo sentido de la responsabilidad basada en mi libro o en el que venga.
—¿Ya se lo ofrecieron?
—Estamos charlando. Tengo expectativas al respecto. Hay que esperar, ya llegará. Para todo en esta vida hay un tiempo.
—¿Qué le causa saber que su papá fue el mayor narcotraficante que existió?
—No fue el más grande, sí el más mediático y publicitado. De hecho, como narco fue muy pequeño si se lo compara con los actuales. La corrupción sigue y seguirá ayudando a que el negocio crezca apalancado en la altísima rentabilidad que le garantiza la prohibición.
—¿Qué valores le inculca a su hijo de tres años y medio?
—Los mismos valores humanos que me inculcaron mi madre y mi padre; el mismo amor, cariño y respeto que recibí siempre. Cuando vaya creciendo, seguro deberá leer mi libro y ver mi documental. Debe conocer mejor que nadie la historia de su abuelo para que no cometa el error de repetirla.
—¿Cómo reaccionaría si su hijo probara las drogas?
—Mi padre me educó tan bien al respecto, que a pesar de haber vivido rodeado de ellas y de consumidores, sus charlas conmigo cuando era un niño fueron absolutamente eficaces. Me educó desde el amor y así me mantuvo alejado de las drogas. Probé marihuana 12 años después de fallecido mi padre, cerca de mis 28 años.
—¿Tiene seguridad privada?
—Mi seguridad me la provee el de arriba. El decide cuándo es tiempo de partir.
—¿Sigue en contacto con los hijos de los demás narcotraficantes?
—Con algunos de ellos sí. Nos criamos juntos. La inmensa mayoría nunca continuó los pasos de su padre. Y no discutimos sobre la serie. No creo que lo amerite ante tal cantidad de mentiras e imprecisiones.
—¿Qué piensa de las demás series que se hicieron ?
—No estoy en contra de las series. Sí del mensaje que llevan irresponsablemente diciéndoles a los jóvenes que ser narco pareciera ser cool. Nada más lejos de la realidad.
—¿Cuál es su serie favorita?
—Se llama Corleone. Es la historia de Salvatore “Toto” Riina. Un mafioso italiano del que siempre me habló mi padre y de quien adaptó a los tiempos de Colombia algunos de sus métodos.
—¿Fue millonario, y ahora qué estilo de vida lleva?
—La experiencia de ser millonario no la quiero repetir, no me fue tan grata. El dinero compra sólo cosas relativas. No compra paz, ni tranquilidad, ni libertad. Vivo de mi trabajo como arquitecto, diseñador, conferencista y escritor. Y vendo remeras; mi marca es Escobar Henao. He tenido éxito, pero no soy Benetton aún. Estamos reestructurando la empresa. Lo cierto es que la tenía en funcionamiento, pero estuve muy lejos de ella. Vamos a lanzar nuevos productos.
—El marido de Kim Kardashian sacó una línea de remeras con el nombre “Pablo”. ¿Es por su padre?
—Que recuerde, a mí no me pidió permiso. Espero que no esté haciendo apología porque yo en mi marca jamás la haré.
—¿Le compraron los derechos de la imagen de su padre?
—No. Todos la usan como si fueran los mismísimos dueños. Nadie respeta nada.
—¿Y a usted qué le gustaría comprar?
—Me gastaría todo lo que tengo comprando toda la paz para el mundo. Soy más rico ahora que no tengo nada porque soy libre.