El terror sacude a Ecuador. Una ráfaga de entre 30 y 40 disparos tronchó la vida de Fernando Villavicencio y en presencia de su custodia.
Otras personas quedaron heridas o murieron, entre ellas un sospechoso de participar de la balacera contra el candidato presidencial y periodista de 59 años que iba segundo en las encuestas para las elecciones del 20 de agosto.
Pero el resultado pudo haber sido peor porque en cercanías la policía desactivó una bomba. Hay seis detenidos por el caso. Ecuador está jaqueado por la criminalidad y el narcotráfico.
El presidente Guillermo Lasso declaró el estado de Excepción. "La democracia se tiene que fortalecer", dijo y agregó: "Ante la pérdida de un luchador, las elecciones no se suspenden". Para Lasso se trata de un "crimen terrorista".
Una organización llamada Los Lobos se atribuyó el ataque contra Villavicencio. El asesinato suscitó el amplio repudio internacional de organizaciones y gobiernos incluida la Argentina.
Villavicencio era miembro de la Asamblea Nacional disuelta por Lasso en mayo en el marco de una disputa con el Parlamento, lo que desencadenó la convocatoria a comicios anticipados. El ganador deberá completar el mandato de Lasso.
Para muchos Villavicencio era una esperanza para Ecuador por denunciar la corrupción, especialmente del gobierno del exmandatario Rafael Correa.
En lo que serían sus últimas palabras, ante sus seguidores un Villavicencio convencido de su lucha contra los capos narcos expresaba: "Podrán doblarme, pero nunca van a quebrarme".
