SOCIEDAD

Buscan en las cámaras de la Metropolitana a los ladrones de la Catedral

<p>La Federal investiga el caso y acudió al Centro de Monitoreo de la Policía porteña para encontrar indicios de los delincuentes que robaron el domingo pasado.</p>

pistas. Los ladrones entraron por la puerta de la Catedral y podrían haber sido tomados por las cámaras de la plaza.
| Sergio Piemonte

Desconcierto y preocupación. Esas dos palabras resumen el clima que se vivió ayer en la Catedral de Buenos Aires luego de que PERFIL revelara el violento robo que padecieron cinco religiosos en el Arzobispado de la Ciudad una semana atrás. Sucede que Mario Poli, el próximo Cardenal argentino, ordenó mantener en secreto el episodio y ni siquiera sus empleados más cercanos se enteraron de que una semana atrás hombres armados ingresaron a las oficinas a través de la Catedral metropolitana, amenazaron a los curas y se llevaron 100 mil pesos.
La Policía Federal investiga el hecho con suma reserva, pero con especial interés. Incluso, fuentes del caso indicaron que están cerca de atrapar a los responsables del robo. En ese sentido, PERFIL pudo saber que personal de esa fuerza acudió al Centro de Monitoreo de la Policía Metropolitana para encontrar mayores indicios sobre las personas que cometieron el asalto.
El mayor templo de la arquidiócesis de la Ciudad se encuentra rodeado por cámaras de seguridad. Ubicado en el corazón de Buenos Aires, frente a la Casa Rosada y a un lado del Cabildo, su exterior está vigilado las 24 horas por los ojos mecánicos de la Metropolitana.
Además, la zona está fuertemente custodiada por efectivos de la Comisaría 1ª que cuidan esas edificaciones y el corredor bancario.
Antes de dar el golpe, los ladrones estudiaron con detalle los mecanismos de seguridad del edificio en forma de “U”. Por esa razón, sabían que debían ingresar a las oficinas del Arzobispado a través de la Catedral y, como en el interior de la Iglesia no hay cámaras, sus pasos no iban a ser registrados.
El día del asalto, los efectivos de la Policía Federal que cuidan la Catedral no advirtieron la presencia de los delincuentes que se mezclaron entre los fieles que asistieron a la misa. A su término, se escondieron en algún sitio del templo católico. El policía designado a la custodia de la Iglesia realizó la habitual recorrida antes de que la iglesia cierre para evitar que ningún intruso o despistado quede encerrado. Pero los ladrones estaban bien ocultos y pasaron desapercibidos, indicaron fuentes del caso.
Cuando las puertas de la Catedral se cerraron, se escabulleron por una puerta lateral que comunica ambos edificios y se dirigieron hacia la Curia metropolitana. Con armas, redujeron a un hombre de seguridad, amenazaron a cinco curas y se llevaron 100 mil pesos, alcancías y otros objetos de valor. Fuentes del caso confirmaron a PERFIL que fue Poli quien dio aviso a la Policía.
La investigación gira en torno a la figura de un entregador, debido a que los ladrones tenían cabal conocimiento de los movimientos de la Catedral: sabían que no encontrarían personal administrativo tras la misa de las 18 y conocían cómo llegar desde ese edificio hacia el Arzobispado, donde residen el sucesor de Jorge Bergoglio y dos obispos. Pero el dato más certero con el que cuentan los investigadores para dar con los responsables es que contaban con la llave que les permitió acceder a la casa de Poli y el nombre del cura que guardaba la recaudación de la Iglesia, unos 100 mil pesos.
El caso es investigado por la Comisaría 1ª, con jurisdicción en la zona, a cargo del Comisario Inspector Carlos Angel Pereira, quien fue trasladado hace pocas semanas desde la seccional de Recoleta.
En tanto, fuentes judiciales indicaron a PERFIL que “aún no se elevó el sumario policial a la fiscalía que debería intervenir”. Es decir, que la causa aún no llegó a la Justicia.
“El hermetismo es total”, se limitaron a responder los voceros del Arzobispado ante la consulta de la prensa. De hecho, este diario intentó comunicarse a lo largo de la semana con diferentes autoridades eclesiásticas sin suerte. Al cierre de esta edición, Mario Poli no había regresado al Arzobispado. En su buzón, espera una carta que pide una palabra oficial sobre el robo