SOCIEDAD
Todos ensean a ganar, nadie a perder

El duelo no siempre es sinónimo de muerte

Etapas para superar desde una ruptura amorosa hasta la pérdida de un empleo o una simple mudanza. Las herencias transgeneracionales.

0213anne468
| Cedoc

Vivir implica superar cambios y pérdidas de todo tipo, desde la muerte de un ser querido hasta un divorcio, el exilio o una aparentemente sencilla mudanza. Pocos conocen los mecanismos para salir adelante y, por lo general, son muchos los que se la pasan llorando sus penas por los rincones.

Seguir adelante no es fácil en una sociedad que exige una excesiva dignidad en el dolor, que nadie se queje y sigamos trabajando como si no hubiera pasado nada. “ Nos enseñan a ganar, pero no nos enseñan a perder. Sin embargo, la vida es una sucesión de cambios y de pérdidas”, sostienen la doctora en Psicología Anne Ancelin Schützenberger y su discípula argentina Evelyne Bissone Jeufroy en su último trabajo “Salir del duelo”.

Al enumerar las situaciones que están ligadas al proceso de duelo, y que se van acumulando con el paso del tiempo, citan las rupturas amorosas, la pérdida de un amigo, de la tierra natal, de una casa, un empleo o una empresa, la llegada de una jubilación y la renuncia a un ideal profesional, entre otras.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Para las especialistas, para hacer el duelo se necesita “ser escuchado, entendido y acompañado con empatía por una persona o un grupo que funcionen como contenedores”. No hay una edad preestablecida y se requiere un trabajo particular y doloroso, penoso y largo.

Las etapas del proceso son shock y abatimiento, negación, enojo, miedo y depresión, una meseta de tristeza y luego, la aceptación, perdón, búsqueda del sentido y renovación y finalmente la serenidad y paz.

“La experiencia reciente de quienes se ocupan del aspecto transgeneracional muestra que si uno es incapaz de hacer el duelo, o se niega a hacerlo, incluso en el intervalo de un siglo o más, pasa su sufrimiento y sus problemas a los descendientes”, destacan.

“Hay que empezar – concluyen - por aceptarse tal como uno es y no tal como se quiere ser para poder realmente aceptar a los otros tal como son y no tal como uno quiere que sean. Dejar de rumiar las injusticias de la vida, del destino y de los enemigos, los malos. Dejar de decir no es justo. Los sufrimientos ocasionados por las pérdidas y los duelos suelen ser experiencias iniciáticas que, como toda prueba, nos enseñan a evolucionar”.