“Nuestro objetivo es prevenir la violencia de género y dado que en la mayoría de los casos esa violencia es ejercida por los hombres, creemos que los esfuerzos de prevención deben estar dirigidos hacia ellos”. Quien habla es Marty Liccardo, uno de los cofundadores de la red de hombres contra la violencia de Utah (MAN), que ahora trabaja en el Departamento de Salud de ese estado norteamericano, donde dirige distintos programas contra las violencias, que buscan comprometer a cada vez más hombres.
Su cargo, de hecho, se llama Men’s Engagement Specialist, que en español sería algo así como “especialista en compromiso masculino”. Liccardo trabaja en el tema hace más de 15 años, dando charlas y conferencias sobre involucramiento masculino en cuestiones de género y prevención de violencia. Se define un hombre feminista y es parte de una de las tantas redes de hombres contra las violencias que hay en Estados Unidos.
“Para involucrar más hombres debemos mover la aguja”, dice Liccardo. Y reconoce que si bien son muchos hombres buscan generar cambios positivos, la mayoría desconoce datos base para entender el problema, como que el 98% de los casos de abusos o violaciones suelen ser cometidos por hombres, y que por eso el poner el foco en ellos es tan importante.
Utah, donde trabaja, es un estado conservador, donde más del 60% de la población es mormona, religión donde los roles están bien marcados, y el hombre todavía goza de muchos más derechos que las mujeres.
Desde el departamento que dirige trabajan, siempre con el foco del trabajo en la prevención, buscando un cambio cultural, sobre todo en los comportamientos de los hombres. Para eso buscan redefinir las masculinidades, con talleres y capacitaciones en escuelas, oficinas de fuerzas de seguridad, y en la propia comunidad con las familias, acerca de cómo deben ser las relaciones sanas, y las masculinidades. La idea es replicar el mensaje lo más posible, por eso buscan involucrar a personas a convertirse en líderes en la comunidad –como los docentes, por ejemplo– para que la idea se expanda y llegue a más personas. También brindan información acerca de cuestiones de salud pública, y de las consecuencias que tienen los actos de violencia, tanto en las víctimas como en los victimarios.
“Buscamos enseñarle a la gente a intervenir ante situaciones de acoso, bullying, o violencia que vivan o vean en sus casas o comunidades. Porque sucede mucho en los talleres que cuando preguntamos si ayudarían ante una situación de violencia, todos responden que sí, pero en la realidad eso después no pasa. Cada lugar es distinto, por eso el trabajo es distinto según el lugar donde estamos. Cada comunidad conoce sus problemas y la mejor manera de prevenirlos. Y nosotros como Estados los apoyamos y proveemos de recursos técnicos y asistencia para que puedan llevar adelante estas medidas”, agrega.
