Desde los médicos brujos y el naturalismo de Hipócrates hasta la hiperespecialización de la ciencia médica actual han pasado unos 2.500 años. En la Argentina, sin embargo, el paso del tiempo no ha logrado establecer reglas claras para las prácticas de curación, los lugares en dónde se llevan a cabo y, fundamentalmente, sobre quiénes las realizan. Médicos sin matrícula, médicos con sentencias penales pero que aún no fueron inhabilitados, profesionales con escasa capacitación y clínicos que ejercen de especialistas son situaciones tan habituales como la gripe en invierno. Para los mismos médicos el estado es de “anarquía”, mientras “las autoridades miran para el otro lado”.
La reciente muerte en Haedo de la joven Eliana Romero a manos del supuesto anestesista Luis Romero Hiriart es la punta del iceberg de un sistema de salud que evidencia una grave enfermedad. Colegios de médicos, autoridades de hospitales, academias de medicina y asociaciones de clínicas reconocieron a PERFIL la carencia de un sistema de control eficiente sobre quiénes tienen a cargo la salud de las personas.
El mal diagnóstico comienza en la formación de los profesionales, cuando los alumnos aprenden a ser médicos en instituciones muchas veces no avaladas por el Estado y tienen serias dificultades para realizar las residencias, primer paso hacia una especialización. Con sus títulos bajo el brazo se matriculan en el colegio médico de la provincia en donde se disponen a ejercer, si es que existe alguno. Allí empieza el problema: la falta de control.
Lea la nota completa en la edición impresa del Diario Perfil