Hacerse los rulos no es un simple tipo de peinado. Para muchos es una convicción, una forma de enfrentar la “normalidad” impuesta por los parámetros de belleza exigidos por la sociedad.
Richard Cova es un estilista especializado en rulos. Se hace llamar “rulólogo”. Sigue el método conocido mundialmente como Curly Girl Method (“método de la chica de rulos”), que hoy es furor en Latinoamérica pero que ya tiene más de veinte años en Estados Unidos. Se basa en el cuidado especial de los rulos para que todas las personas que lo deseen puedan llevar su pelo de forma sana y natural. Principalmente tiene un enfoque filosófico: durante décadas, las personas con rulos, especialmente las mujeres, fueron inducidas socialmente a plancharse, a hacerse “la toca” y otras prácticas violentas y perjudiciales para su salud porque los pelos crecían “todos parados”, como le decían a Richard en su casa de pequeño. “La belleza hegemónica es ser lacia o tener el pelo corto; nosotros rompemos con eso. Aceptamos nuestro pelo como es y yo trabajo para sanarlo después de tanto maltrato”, dice a PERFIL el rulólogo.
Rulogrammers. Cova asegura que ni él –desde su cuenta de Instagram @richcova– ni sus colegas Enrulada (@en.rulada) o Ruluda (@ruluda_arg) son influencers, sino “rulogrammers” y explica que no les “convence la idea de que influencian sino que ayudan e informan”. En sus cuentas de la red social recomiendan productos, dan consejos e incentivan a sus seguidores a vivir con naturalidad sus rulos.
En Facebook se encuentra el grupo Rulos Arg, que supera los 175 mil miembros, en su mayoría mujeres, que comparten experiencias, recomiendan productos y construyen una comunidad que hace hincapié en la aceptación y reivindicación de los rulos frente a la belleza hegemónica.
Hace unos años, Cova estaba cortándole el pelo a una amiga y ella le dijo “me curaste el pelo, sos mi rulólogo”, y así nació el término que el peluquero no dudó en registrar como parte de su marca.
Volvieron los rulos (esta vez para quedarse)
Testimonios. Marianela D’Alessandro es fanática del método. Durante muchos años no paró de hacerse coloración, plancharse y probar todo tipo de técnicas para no tener rulos. Eso le provocó una gran pérdida de cabello. “Cuando yo era chica no se usaba tener el pelo enrulado, se usaba el pelo lacio. No había cortes, no había productos, no había gente que te dijera qué hacer con este pelo”, relata a este diario. Al principio no la convencía la idea de volver a tener rulos, pero una amiga empezó a contarle y ahí se enganchó. “Hay productos que son baratos y son aptos, no todos son carísimos. Para mí, fue un redescubrimiento. No recordaba cómo era mi pelo originalmente. Es una cuestión de autoaceptación, de empoderamiento de nuestros cuerpos”, culmina.
La autora de esta práctica es la estilista británica Lorraine Massey, quien plasmó el procedimiento detalladamente en su libro Curly Girl: The Handbook, de 2010, y que actualmente está escribiendo uno para niños llamado Curly Kids.
Desde Nueva York, Massey habló con PERFIL sobre empoderamiento cultural y el método que hoy es furor en Occidente: “El método nació por decantación después de muchos años de trabajo. La editorial Workman me incentivó a escribir mi primer libro sobre rulos hace más de 24 años. En ese momento, yo recién comenzaba y sentía que tenía mucho para decir. Continué trabajando y animándome, y cuando me di cuenta, había nacido el método”, asegura la especialista.
Para ella, la aceptación del cabello natural, los rulos y también las canas es asimismo la aceptación del cuerpo, y además es parte de un cambio cultural global.
“El cabello es parte del cuerpo y el cuerpo es parte del cabello. Hoy vemos que más y más mujeres aceptan su cabello natural y se empoderan mutuamente a través de la corporalidad. Hemos lidiado con estándares de belleza poco realistas desde el principio de los tiempos, y definitivamente creo que estamos viendo que más mujeres aceptan sus cuerpos naturales, incluido el cabello, y que de hecho es parte de un cambio cultural que se ha estado manifestando los últimos cincuenta años”, asegura la rulóloga Massey. Y agrega: “No nacemos amando quienes somos, tenemos que aprender a hacerlo. Quienes tenemos rulos no nacemos amando nuestro pelo, realmente tenemos que aprender a amarlo. Aprender a aceptarlo primero, así podemos comenzar a entenderlo y eventualmente aprender a amarlo. A través de la limpieza, el acondicionamiento adecuado, se puede comenzar a pensar que esto es un estilo de vida y no una tendencia. Cuanto más luches contra tu pelo, más frustrado vas a estar. Tiendo a comparar nuestro cabello con la ropa que usamos. No puedes esconder tu cabello como puedes esconder la ropa en un armario: el cabello es muy visual, físico, y algo que usas todos los días de tu vida”.
Oscar a los rulos
El 9 de febrero pasado, Hair Love ganó el premio Oscar en la categoría Mejor Corto Animado del Año. La película, que dura siete minutos y fue dirigida por el ex jugador de fútbol americano de la NFL Matthew Cherry, cuenta la historia de un papá afroamericano que por primera vez intenta peinar el “indomable” pelo de su hija. La tarea no es fácil, pero cuentan con la ayuda de alguien muy especial.
Hair Love trata sobre los prejuicios, los estereotipos sobre el pelo, la belleza natural y la autoaceptación. Contiene un profundo mensaje de amor familiar.
En su discurso en la ceremonia de los Oscar, Cherry explicó que el corto fue creado con la intención de generar una mayor representación afro en la animación. “Queríamos normalizar el pelo de las personas de color. Creemos firmemente que la representación de todas las etnias es muy importante, especialmente en la animación, porque cuando vemos por primera vez una película, damos forma a nuestras vidas y pensamos en cómo vemos el mundo”.