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FELICIDAD COLECTIVA

Dios Salve a la Reina brindó un show emotivo y muy participativo en el Luna Park como despedida del año

Quienes los catalogaron como el mejor tributo a Queen no se equivocaron. Los rosarinos demostraron una vez más por qué lo son interpretando magistralmente todos los éxitos de los británicos ante un estadio lleno y feliz por la música que compartía y coreaba.

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Dios Salve a la Reina cerró el año con un emotivo sold out en el Luna Park, | Patricia Daniele

Desde Vivo Perfil defendemos y promovemos a las bandas tributo que se dedican a repasar el repertorio de aquellas agrupaciones que ya no volverán a brindar conciertos en vivo por diferentes circunstancia. Es la manera en los fans tenemos la oportunidad de revivir esas canciones amadas y repetidas todos los días de recuperarlas en un concierto, donde también se comparte el amor por esas letras amadas con desconocidos y se termina la noche cansados y felices.

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Por eso mismo, ver en vivo a Dios Salve a la Reina (o God Save The Queen) resulta una experiencia impresionante. En su último show del año en el Luna Park (adonde volverán en abril de 2024) una multitud colmó las instalaciones del estadio porteño para cantar en vivo todos los éxitos de Queen, frente a una banda tributo que cumplió 25 años desde que empezó en Rosario replicando las actitudes de Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor sobre el escenario. Pero no sólo eso: son cuatro grandes músicos y vocalistas que comparten la belleza de esas canciones queridas por millones de personas en todo el mundo, con una fidelidad que asombra en cada show.

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Y fue un espectáculo de más de dos horas en el que hicieron temas de todas las épocas de los británicos, arrancando con los más roqueros de los '70 (lamentablemente recién en la cuarta canción el sonido permitió disfrutar de sus ejecuciones). A partir de Under Pressure se los empezó a escuchar bien y a descubrir la perfecta sonoridad de las voces y las ejecuciones que los acercan tanto al Queen en vivo como al de las grabaciones. Desde ese momento, público e intérpretes conformaron una experiencia inolvidable: en perfecta armonía los 8.000 fans que colmaron el lugar respondíeron a cada momento sin necesidad de que el cantante lo pidiera. Y no necesariamente porque sean espectadores constantes de este show que brindó todos los amados éxitos de la agrupación británica, sino porque es exactamente eso lo que nace en ellos, la respuesta inmediata. Así por ejemplo cuando, al promediar la noche, hicieron Radio Gaga, todos levantaron los brazos y aplaudieron rítmicamente como en el video, sin que mediara pedido alguno.

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El concierto se empezó a poner caliente justamente cuando llegaron los éxitos. Otro muerde el polvo (Another One Bites the Dust) marcó un in crecendo emotivo para la audiencia, que no paró hasta el final con una excelente versión de Carrera de Bicicletas y los tracks que compusieron esta placa originalmente. Manejaron todos los tiempos de los shows originales de la banda, pero cuando el excelente guitarrista Daniel Marcos arrancó los primeros acordes de Love of my Life, ya nadie se acordaba de que estaba viendo a una maravillosa banda tributo, todo lo que querían era cantar con sus ídolos. O quizás si, porque Queen no hacía completa Rapsodia Bohemia en vivo, pero estos cuatro genios si la reprodujeron entera. Y cuando llegó el momento del cantante Pablo Padín al piano para hacer Somebody to Love, se ganó el corazón de los espectadores.

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Pero la música siguió, los éxitos también, con pequeños intervalos muy bien armados para que Silva pudiera cambiarse para representar los looks que le conocimos a Freddie Mercury, de quien replica cada gesto y movimiento. Incluso cuando parecía que venían los bises porque los cuatro intérpretes se fueron del escenario al mismo tiempo, volvieron a salir para hacer I Want to Break Free con el cantante vestido de mujer como en el celebrado video, la alegría era tal en el campo que no paraban de saltar y cantar. Antes habíamos escuchado Cosita loca llamada amor bailando con alegría. Es que escuchar en vivo esas canciones amadas es lo mejor que le puede pasar a un fan, y más cuando están ejecutadas con maestría, con el detalle puesto en cada sonido y cada imagen, con una puesta de luces impresionante, digna de un show en un estadio de fútbol, y muy evocativo de las presentaciones originales de Queen.

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El final fue con We Will Rock You y We Are The Champions, seguido por God Save The Queen con Pablo/Freddie vestido con la capa y la corona,, tal como vimos al original hacer cientos de veces. Y no alcanzaron las manos y las vocas para aplaudir y gritar de agradecimiento por una performance maravillosa de Padín, Marcos, Matías Albornoz (batería y coros) y Ezequiel Tibaldo. Y claro, todos salimos cansados y con una gran sonrisa que tardará en borrarse de los rostros por la felicitad que nos brindaron.