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Ciudad Gótica

La Ciudad de Buenos Aires se convirtió en Ciudad Gótica. Despuntaba diciembre, pero el ingreso de las naves de los superhéroes invitados al G20 produjo un frente helado que contrajo la temperatura atmosférica a niveles de primavera noruega.

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Los líderes del G20 al inicio de la cumbre. | AFP

La Ciudad de Buenos Aires se convirtió en Ciudad Gótica. Despuntaba diciembre, pero el ingreso de las naves de los superhéroes invitados al G20 produjo un frente helado que contrajo la temperatura atmosférica a niveles de primavera noruega. El choque de los campos magnéticos de las brigadas que descendían de todas partes del mundo llegó a crear un pequeño terremoto. Tal era el poder que desembarcaba sobre el puerto del Plata.

El Bien y el Mal acudían a Buenos Aires: Presidente Mau estaba a prueba, y lo sabía. Era el primer sudamericano en organizar el cónclave: Mau tenía que impresionar a los jerarcas del planeta y quedar como un estadista ante los suyos después de un año golpeado. Como Bruce Wayne, Presidente Mau es un rico heredero que debió inventarse una segunda vida para demostrar que es algo más que un playboy. Mau sabe que su aura frívola es indeleble, como la de Bruce; que las Vicki Vale como Bea Sarlo no pueden explicarse por qué un hijo del privilegio como él tendría deseos genuinos de combatir el Mal. Por su parte, la Comisionado Pato Bullrich debía asegurar la Ciudad en medio de la invasión de supervillanos.

Putin es el astuto Pingüino y Trump es, por supuesto, el Guasón. Angela Merkel es Gatúbela entrada en años de conducir el Cuarto Reich con suave mano firme

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Putin es el astuto Pingüino y Trump es, por supuesto, el Guasón. Angela Merkel es Gatúbela entrada en años de conducir el Cuarto Reich con suave mano firme. Xi Jinping es el Acertijo, y Erdogan, el Señor Frío. Tere May trajo su superpoder de carecer de toda gracia, una inglesa quintaesencial.

Emanuel Macron, el Superboy francés, destronó a Trudeau en la categoría jefe de Estado Más Encantador y Cool, con una agenda que lo vio rodeado de artistas y multitudes amorosas. ¿Cómo se dice bombonazo en francés?, aullaron las ninfas porteñas, mientras Madame de Rênal descansaba en su hotel. Otro día contaré la trastienda del encuentro; baste decir que por un rato fui la Duquesa de Guermantes.

Como en las películas, todo se definió en una casa de ópera. Los organizadores tenían un desafío: ¿cómo poner en escena el pathos nacional? ¿Cómo comunicar ese superpoder tan argentino de odiarnos con furor y al minuto siguiente sentirnos Gardel? Los Argentum se las ingeniaron para combinar escenas en las que el horror superaba todo lo posible, con momentos de una magia (chamamé, malambo, Mora Godoy) que daban ganas de gritar la puta que vale la pena estar vivo.

Pero el verdadero espectáculo fueron los témpanos del Glaciar Perito Moreno que habitan los ojos de Presidente Mau derritiéndose en lágrimas

Pero el verdadero espectáculo fueron los témpanos del Glaciar Perito Moreno que habitan los ojos de Presidente Mau derritiéndose en lágrimas. La catarata azul se desbarrancó desde el palco, inundando a los que estábamos en la platea del Teatro Colón. Los líderes se deshacían en aplausos, y hasta el Pingüino lloró. Salimos bañados en el elixir único de las lágrimas de Mau: el corazón presidencial desbordó en una marea sin explicación. ¿Comprenderían alguna vez que él lo había dado todo por salvar a Ciudad Gótica?